"Después de tanta matraca con el “pruses” todo sigue
igual. Los independentistas volverán a gobernar. La izquierda, cuando de
banderas se discute, nada tiene que rascar. Ya es hora de empezar a
adoptar una postura valiente y optar claramente por una visión jacobina
del Estado.
Me refiero al Club de los Jacobinos, cuyo diario durante la
Revolución francesa era el republicanismo, la soberanía popular, el
sufragio universal y un estado centralizado.
Porque un estado fuerte
importa y mucho. Y sí no que se lo digan a los economistas que han
elaborado el reciente Informe sobre la Desigualdad Mundial de 2018, coordinados por Facundo Alvaredo, Lucas Chancel, Thomas Piketty, Emmanuel Saez, y Gabriel Zucman. (...)
La primera idea del informe, siendo obvia, pone de
manifiesto la importancia de las políticas y de las instituciones
nacionales, al mostrar que “la desigualdad se ha incrementado en
prácticamente todas las regiones del mundo en décadas recientes, aunque a
distintas velocidades.
El hecho de que los niveles de desigualdad sean
tan disímiles entre países, incluso entre aquellos con niveles similares
de desarrollo, muestra la importancia de las políticas e instituciones
nacionales para influir en la evolución de la desigualdad”.
El
trabajo aporta las primeras estimaciones sobre el crecimiento de la
desigualdad mundial desde 1980, cuando definitivamente se impone la
ortodoxia distópica, y de su distribución entre la totalidad de la
población mundial. La conclusión es muy clara: “el 1% de mayores
ingresos a escala global, recibió el doble de ingresos que el 50% más
pobre... Por su parte, la clase media global se contrajo.
Sin duda el apartado, desde mi punto de vista, más importante del
documento es el tercero, donde se analiza ¿por qué es relevante para la
desigualdad la evolución de la riqueza en manos del sector privado y del
sector público? Entenderán, cuando veamos las conclusiones, el porqué
de mi visión jacobina del estado, como instrumento de política pública,
igual para toda la ciudadanía del país.
El documento extrae una conclusión muy interesante. Las
desigualdades están determinadas por la distribución de la riqueza entre
el sector público y privado. Desde 1980 la propiedad de la riqueza ha
pasado, vía privatizaciones y extracción de rentas, del sector público
al privado. Ello limita la política económica pública encaminada a
luchar contra la desigualdad.
En el informe se dice explícitamente que
“las desigualdades económicas están determinadas en buena medida por la
distribución de la riqueza, que puede ser de propiedad privada o
pública. Desde 1980 se observa en prácticamente todos los países, tanto
ricos como emergentes, transformaciones de gran tamaño en la propiedad
de la riqueza, que pasa del dominio público al privado.
Así, mientras la
riqueza nacional (pública más privada) ha crecido de manera notable, la
riqueza pública se ha hecho negativa o cercana a cero en los países
ricos (las deudas superan a los activos). Esto limita la capacidad de
los gobiernos para reducir la desigualdad, y ciertamente tiene
implicaciones importantes para la desigualdad de riqueza entre
individuos”.
Comprenderán ustedes ahora por qué los
distintos lobbies de diferente pelaje gastan tanto tiempo, esfuerzo y
dinero para tratar de justificar procesos de privatización o
colaboración público-privada de servicios públicos, desde la sanidad,
educación o dependencia, hasta la distribución del agua o la energía.
La
relación entre la riqueza neta privada y la riqueza neta nacional nos
brinda información sobre el total de riqueza controlada por los
individuos en relación a la controlada por sus gobiernos y es un
determinante crucial del nivel de desigualdad de los países.
La riqueza
privada neta ha experimentado un incremento generalizado en las últimas
décadas, pasando de 200-350% del ingreso nacional en la mayoría de los
países ricos en 1970, a 400-700% en la actualidad.
Esta tendencia se vio
en buena medida inalterada por la crisis financiera de 2008 o por las
burbujas de precios de ciertos activos experimentadas por países como
Japón o España.
La riqueza neta pública (esto es, activos menos deuda
pública), por el contrario, ha disminuido en prácticamente todos los
países desde la década de 1980. En China y Rusia, la riqueza pública
disminuyó desde un 60-70% a un 20-30% de la riqueza nacional. En Estados
Unidos o Reino Unido, la riqueza neta pública se ha vuelto incluso
negativa, mientras que en Japón, Alemania y Francia es ligeramente
positiva.
Esto limita la capacidad de los gobiernos para regular la
economía, redistribuir ingresos y mitigar el crecimiento de la
desigualdad. Las únicas excepciones a esta tendencia generalizada a la
disminución en la riqueza pública son países como Noruega, que cuenta
con recursos petroleros y fondos soberanos de gran envergadura.
Proyecciones y recomendaciones
El
Informe termina presentando proyecciones de la evolución de la
desigualdad de ingreso y riqueza hasta 2050 en base a distintos
escenarios. Concretamente se afirma que “si en el futuro las condiciones
actuales se mantuvieran sin cambios, la desigualdad a escala mundial
continuaría creciendo.
Si, en cambio, todos los países siguieran, en
términos de distribución del ingreso, una trayectoria similar a la que
Europa experimentó en las últimas décadas, la desigualdad mundial podría
reducirse, con simultáneos avances importantes en la erradicación de la
pobreza a escala global”.
Para ello son fundamentales las políticas
públicas: “enfrentar la desigualdad de ingresos y riqueza a escala
mundial requiere cambios importantes en las políticas impositivas
nacionales y globales. En muchos países deben revisarse las políticas
educativas, salariales y de toma de decisiones en la dirección de las
empresas...”
Por todo ello, los gobiernos deberían realizar
inversiones que permitieran reducir los actuales niveles de desigualdad
de ingresos y riqueza y prevenir nuevos incrementos en el futuro. “Se
necesitan mayores inversiones públicas en educación, salud y protección
medioambiental, tanto para combatir la desigualdad existente como para
prevenir incrementos futuros.
No será fácil, habida cuenta de que los
gobiernos de los países ricos se han empobrecido y se encuentran muy
endeudados.
Reducir el endeudamiento público no es una tarea sencilla
(varios mecanismos han sido empleados en el pasado –aumento de los
impuestos progresivos, condonaciones de deuda, inflación), pero es
central para mejorar la posición de partida de las generaciones
jóvenes.”
Y aquí la superclase distrayéndonos con “el
pruses”, cuando lo realmente relevante son otras cosas, para lo que se
requiere exactamente lo contrario a lo que está pasando, un Estado
fuerte y centralizado. (...)" (Juan Laborda, Vox Populi, 24/12/17)
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