21.2.18

En la tragedia griega hubo unos actores que merecería ser objeto de desprecio: los partidos socialdemócratas del núcleo europeo

"(...) En su relato, Varoufakis narra las negociaciones de alto nivel en torno a la reducción de deuda, y elude en gran parte el tercer argumento, la necesidad de realizar grandes inversiones en la periferia europea (una omisión que hay que lamentar, ya que la falta de inversión es el motivo central que se encuentra en el origen de la crisis). 

 Volviendo la vista atrás, la crisis fue el inevitable resultado de juntar a doce países (que después se convirtieron en diecinueve), con grandes diferencias en cuanto a su desarrollo económico, en una zona de moneda única. Alemania es una potencia económica que produce algunos de los productos más avanzados del mundo; Grecia tiene muchos encantos, pero no tiene un Daimler-Benz. (Italia y España se encuentran en algún punto intermedio). 

Según las estadísticas del FMI, el PIB per cápita de Grecia era de un 67% con respecto al nivel alemán cuando se fijaron en 1998 las tasas iniciales de conversión entre las monedas nacionales y el euro. Después, el entusiasmo de suponer que ingresar en la eurozona permitiría a Grecia y a otros países europeos converger por arte de magia con el nivel de desarrollo económico de Alemania hizo que el capital lloviera en las rezagadas economías de los PIIGS. 

La consecuencia fue que se desencadenó un auge insostenible: el ingreso per cápita de Grecia subió de forma espectacular hasta un 80% con respecto al nivel de Alemania en 2006. Sin embargo, ese progreso demostró ser algo fugaz y la crisis devolvió el ratio del PIB entre Grecia y Alemania a un 56%.

A pesar de la bonanza de mediados de la década de 2000, los principios básicos de la economía griega no estaban mejorando: como consecuencia de una infraestructura cada vez más descuidada y de industrias que no estaban a la altura de las alemanas, la productividad del mercado laboral griego seguía sin ser equiparable, aunque los salarios e ingresos seguían subiendo.

 Como consecuencia de esta enorme, y a menudo creciente, disparidad en cuanto a eficacia, Grecia registraba déficits comerciales crónicos con Alemania y otros países avanzados, ya que sus productos no podían competir con los de esos países ni en calidad ni en precio. 

Asimismo, el gobierno también acumulaba grandes déficits presupuestarios. Estos déficits se financiaban con la entrada de capital que mencioné anteriormente, y los bancos alemanes, franceses y de otros países del norte suministraban el efectivo. Cuando llegó la crisis, los banqueros y sus escribanos culparon del problema a los corruptos, vagos y derrochones ciudadanos griegos, porque como todo el mundo sabe, los acreedores nunca son irresponsables. (...)

Al contrario que muchos otros miembros del partido, Varoufakis (que nunca se afilió) se oponía a dejar la zona euro; Grecia no tendría que haber ingresado nunca, en su opinión, pero una vez dentro, salir (lo que se conoció como grexit) sería catastrófico. Llevaría demasiado tiempo crear una nueva moneda y durante esa transición cualquier griego con unos pocos euros de sobra los sacaría volando del país y convertiría una situación horrible en algo peor. 

Por ese motivo Varoufakis prefería negociar con la Eurozona, e incluso suspender el pago de la deuda a los titulares de los bonos y el FMI. La amenaza de un impago de bonos era especialmente poderosa: dejar que un tipo particular de bonos del Estado griegos incurriera en cesación de pagos habría causado un grandísimo problema al BCE, y le habría obligado a reducir el valor de los bonos de otros países en crisis que anteriormente había comprado para estabilizar la situación.

 Eso no solo descuadraría por completo su balance, sino que le traería inmensos problemas legales en Alemania, porque el gobierno y los tribunales alemanes no veían bien el intento del BCE por estabilizar los mercados financieros mediante la compra de enormes cantidades de bonos del Estado a lo largo y ancho de la Eurozona. El fantasma de un impago generalizado de sus inmensas obligaciones de deuda era el arma más poderosa que tenía Grecia, aunque a decir verdad no tenía muchas más.  (...)

El actor que más influencia ejercía del lado de los acreedores durante las negociaciones era el ministro de Economía alemán, Wolfgang Schäuble, cuya visión del mundo podría resumirse en un dicho que atribuyó a su abuela: “La benevolencia precede al libertinaje”. 

Aunque Schäuble estuviera de acuerdo con Varoufakis en que la Eurozona no era sostenible según el régimen presente, no tenía tiempo para las propuestas keynesianas de Varoufakis. En su lugar, quería “una mayor disciplina…Y la eurozona será más fuerte si el grexit la mete en cintura”. Grecia era una molestia que había que expulsar.  (...)

Él creía que el “excesivamente generoso” modelo social europeo se había vuelto demasiado caro y había que deshacerse de él. Incluso aunque Grecia no contaba con un Estado del bienestar tan desarrollado (su tasa de pobreza era superior a la de Alemania y había mayor desigualdad en la distribución de rentas), Grecia tendría que ser sacrificada a fin de evitar el libertinaje. 

Serviría de ejemplo, sobre todo, a Francia, cuyo generoso sistema de bienestar tenía que ser repensado, en su opinión. Tras cinco meses de negociaciones inútiles, en junio de 2015, finalmente Grecia dio marcha atrás en su intento por obtener una reducción sustancial de la deuda.   (...)

Varoufakis quería que el Ejecutivo recurriera a la opción de la suspensión de pagos y, si las autoridades expulsaban a Grecia de la eurozona, improvisarían una nueva moneda a través del sistema impositivo. Pero sus compañeros habían perdido el coraje. Ignoraron el referéndum, tiraron para adelante, aceptaron otro acuerdo más de austeridad y Varoufakis presentó su dimisión.   (...)

Es un relato trágico, en el sentido de tragedia de la antigua Grecia: fallos en la personalidad y la visión del mundo que conducen a lo que parece ser un desastre que podría haberse evitado. Varoufakis ha sido criticado por débil y traicionero, lo que parece profundamente injusto después de leer su relato. 

Sus compañeros de Syriza (los que tiraron para adelante y firmaron el acuerdo con medidas de austeridad adicionales) podrían, siendo justos, ser acusados de lo mismo, incluso aunque el país tuviera pocas cartas que jugar aparte de la amenaza de impago. No obstante, hay un conjunto de actores que merecería ser objeto de mayores críticas: los partidos socialdemócratas del núcleo europeo. 

 Los socialdemócratas formaban parte del gobierno de coalición de Angela Merkel en Alemania y ocupaban el gobierno en Francia. Varios de los dirigentes del Eurogrupo, como por ejemplo Dijsselbloem, son teóricamente socialdemócratas y, sin embargo, no hicieron nada para detener el empobrecimiento de Grecia y de los otros PIIGS.

 En líneas generales, han presidido o consentido la escalada del neoliberalismo en toda Europa, lo que ha dado como resultado un aumento de la polarización económica y de la pobreza, que después ha contribuido al presente auge de la extrema derecha. (...)"                  (Doug Henwood, CTXT, 14/02/18. Este artículo se publicó en inglés en The Baffler)

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