25.6.18

La facilidad con que el crimen organizado realiza sus actividades se debe a dos factores: la debilidad de los gobiernos, de sus sistemas judiciales, policiacos y de inteligencia, lo que lleva a buscar soluciones militares, por el otro, que EEUU no hace lo suficiente en su territorio en tres asuntos: el lavado de dinero, el control de la venta de armas, y en la reducción del consumo.

"(...) La guerra perdida y el ocaso de la cooperación contra las drogas

En EEUU, la guerra a las drogas y su capítulo latinoamericano ha tenido muchos altibajos. De igual manera, el presidente Trump ha sido enfático –hasta el momento sólo en el discurso– buscando, incluso a través de medios militares, un cambio de gobierno en Venezuela y ha revisado los acuerdos con Cuba firmados por el presidente Obama.

 La militarización del combate al narcotráfico en los países andinos desde los años 80 del siglo XX no logró los resultados esperados, por lo que tres de ellos, Venezuela, Bolivia y Ecuador suspendieron la cooperación.

Para afrontar el problema del abasto de cocaína, la Drug Enforcement Administration (DEA) sostiene que en 2017 se registraron los envíos más importantes de cocaína hacia EEUU, por la suspensión de las campañas de erradicación de plantíos en ese país, como parte de la implementación del proceso de paz de Colombia.

 En el caso de la heroína se han incrementado dramáticamente el número de muertos por sobredosis en EEUU. Sólo en 2017 se registraron 67.000 muertes por consumo de heroína de alta pureza.

Entre las organizaciones criminales más importantes que realizan tráfico de drogas hacia EEUU, la DEA señala que los grupos colombianos y los mexicanos se han asociado, agregándose las mafias dominicanas y puertorriqueñas por su presencia en la costa éste de EEUU.6 Estos factores justificarían la estrategia de Trump de tratar de endurecer más las políticas antidrogas y los programas de cooperación, a pesar de que se han debilitado los dos programas principales: la Iniciativa Mérida en México y el Plan Colombia.

 En EEUU, además de la falta de acuerdo en el Congreso de ese país, están los frágiles consensos y acuerdos hemisféricos, que en definitiva no terminan por comprometer a los gobiernos para desarrollar una sólida cooperación. Esto ha favorecido a las redes criminales para desarrollar el mercado de las drogas.

Según la DEA, en el caso de los mexicanos se menciona al cártel de Sinaloa, el de Jalisco nueva Generación, el de Juárez, del Golfo, los Zetas, el cártel Beltrán Leyva, y en el caso de la exportación de heroína, desde el estado de Guerrero, el de “Guerreros Unidos”.

 Respecto a los colombianos, la organización más importante es Los Urabeños, así como células operativas de las FARC no desmovilizadas, quienes tienen el control de los embarques por el mar Caribe y a través de Ecuador y Venezuela, para evadir los controles de radares.

 En el caso de los grupos criminales dominicanos, existen muchas organizaciones pequeñas que compran cargamentos a los colombianos, y las trasladan a la costa noreste de EEUU, controlando la ruta 1-95 (autopista costera) desde Florida hasta Nueva York. En las tendencias cambiantes del tráfico de drogas, se debe incluir el fentanyl, las metanfetaminas (que se producen en México con insumos asiáticos) y otras drogas químicas. 7

Los funcionarios de las agencias del gobierno de EEUU, que están a favor de moderar el discurso presidencial de su presidente, se consideran asimismo “pragmáticos”, pues la ruptura o enfriamiento que podría darse entre los gobiernos afectaría a la estrategia contra las drogas en el propio territorio de EEUU, dado que sería muy difícil controlar o reducir el número de muertos por sobredosis. En 2014 la Corporación Rand calculó que los adictos a la heroína gastan aproximadamente 27.000 millones de dólares al año, un aumento con respecto a los 20.000 millones por año en el año 2000.8 

Esto sólo se supera por el mercado de la marihuana, que crecientemente se está legalizando. Las diferencias que sobresalen entre los responsables de las agencias especializadas en la guerra contra las drogas y el discurso del presidente Trump están, por ejemplo, las declaraciones del administrador de la DEA Robert Patterson en su viaje a México en febrero de 2018, que cuestionó que el Muro en la frontera pueda acabar con el tráfico de drogas.9

La visita que realizó el secretario de Estado Rex Tillerson a la región en febrero de 2018 a México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica, se sostuvo en enfatizar que los lazos de cooperación de EEUU son sólidos y muy importantes. En todos los países se refirió a que los objetivos son garantizar la cooperación en seguridad, el tema de los energéticos y la revisión de los acuerdos de comercio, sobre la base de garantizar los intereses de las partes. 

En Colombia hizo énfasis a la necesidad de fortalecer la destrucción de plantaciones de coca y también puso en la agenda su preocupación por la crisis de Venezuela.

 En el Perú mencionó la necesidad del combate a la corrupción como imprescindible para lograr buenas relaciones de seguridad entre los países, poniendo énfasis en este tema que sin duda es el más incómodo para los gobernantes de la mayoría de los países. 

Al respecto, por ejemplo, en la sexta ronda de negociaciones del TLCAN, celebrada en enero de 2018 en Montreal, se acordó poner cláusulas anticorrupción, impulsadas por los gobiernos de Canadá y EEUU. La corrupción favorece gran cantidad de actividades criminales, entre ellas el tráfico de drogas.

Continente dividido y con graves crisis de gobernabilidad, la guerra contra las drogas se debilita

Uno de los mayores problemas para el éxito en las políticas de control del narcotráfico son las grandes diferencias que existen entre los países en relación a las políticas de drogas. En el caso del consumo de drogas, en EEUU, sobresale la diferencia entre las políticas del gobierno federal de mano dura y los castigos a narcotraficantes, con las políticas estatales de legalización de la marihuana para fines médicos y recreativos. 

En la elección del 8 de noviembre de 2016, según todos los observadores, la marihuana fue la gran ganadora. En cinco estados se aprobó el consumo de marihuana con fines recreativos: Arizona, California, Maine, Massachusetts y Nevada; y con fines medicinales se aprobó en Arkansas, Florida, Montana y Dakota del Norte. 

El uso medicinal de la marihuana está aprobado en 28 de los 50 estados, y la tendencia es a la generalización gradual en el resto. El primer efecto de lo anterior es el cambio de la dirección del comercio de marihuana, ya que ahora la hierba de alta calidad se exporta hacia México.

En el continente, la facilidad con que el crimen organizado realiza sus actividades se debe a dos factores: por un lado, la debilidad en la mayoría de los gobiernos de sus sistemas judiciales, policiacos y de inteligencia, lo que lleva a buscar soluciones militares y de mano dura; y, por el otro, que EEUU no hace lo suficiente en su territorio en tres asuntos: el lavado de dinero, el control de la venta de armas, y en la reducción del consumo. (...)

Es un hecho que la guerra contra las drogas en América Latina es un fracaso en cuanto a su eficacia para evitar la producción y exportación hacia los principales centros de consumo, a lo que se agrega que las políticas diferenciadas de EEUU, de mano blanda y legalización en su interior, y de mano dura y contención en lo internacional, no guardan coherencia entre sí.

 Además, la mano dura que aplican la mayoría de los gobiernos latinoamericanos inició una reformulación con el cambio en la política de drogas en Uruguay, legalizándose el cultivo y la distribución y despenalizándose el consumo. De igual forma, el gobierno boliviano ha dejado de destruir cultivos de hoja de coca y no se penaliza su consumo y transformación en productos manufacturados.

El gobierno de Donald Trump, al tener una agresiva política anti-mexicana y anti-migración, así como nacionalista en el nivel comercial, cuestionando los tratados de libre comercio vigentes, abre una “brecha” de conflicto, donde es muy difícil para muchos gobiernos en el hemisferio seguir recibiendo la asistencia militar y policiaca anti-criminal. 

Las fuerzas políticas, sociedad civil y gobiernos están cuestionando la buena relación militar y de seguridad, debido a la insistencia en las agresiones hacia los migrantes, la militarización de la frontera sur de EEUU y la construcción del Muro fronterizo.

Así, las relaciones de cooperación están en una profunda crisis debido a la errante diplomacia hemisférica de Donald Trump y a las debilidades y divisiones de los países latinoamericanos.  (...)"               (Raúl Benítez Manaut, Centro de Investigaciones sobre América del Norte-Universidad Nacional Autónoma de México, Real Instituto Elcano, 25/05/18)

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