"(...) Bajo mi punto de vista, la mejor manera de reconstruir la izquierda
es resucitar la vieja idea socialista del “Programa de Transición”[2]
y dotarla de un nuevo contenido, apropiado para el siglo XXI.
Hoy en
día no podemos empezar diciéndole a la gente que vamos a socializar los
medios de producción y que así conseguirán trabajos seguros y bien
remunerados. Esta retórica está agotada. Lo que necesitamos, por contra,
es lo que André Gorz llama “reformas no reformistas”.
Éstas mejoran la
vida de las personas en el aquí y el ahora trabajando, simultáneamente,
en una dirección contrasistémica, en parte declinando la balanza en el
poder de clase en detrimento del capital.
Además, tales reformas no
pueden centrarse exclusivamente en la producción y en el trabajo
remunerado. Necesitan abordar igualmente la organización social de la
reproducción —la provisión de educación, vivienda, cuidado médico,
cuidados infantiles, cuidado de personas mayores, un medioambiente
saludable, agua, servicios públicos, transporte, emisiones de carbono— y
el trabajo no asalariado que sostiene a las familias y generar vínculos
sociales más amplios.
Lejos de ser perfecta, la campaña de Bernie
Sanders en los Estados Unidos tenía algunas ideas que apuntaban en esta
dirección. A parte de elevar el salario mínimo a 15 dólares la hora,
Sanders hizo campaña por un “Medicare para todos”, matrículas
universitarias gratuitas, una reforma de la justicia penal, libertad
reproductiva y por la división de los grandes bancos —todas ellas,
medidas conectadas con el empleo.
Sin duda, sus ideas no estaban
completamente desarrolladas. Y podría decirse que eran más
socialdemócratas que socialistas democráticas. Pero representaban los
primeros indicios de una alternativa populista de izquierdas para los
EUA.
La izquierda también necesita pensar en las finanzas y la
banca. Uno de los pensadores más interesantes sobre este tema es Robin
Blackburn, quien sostiene que las finanzas deberían convertirse en un
servicio público, como solía serlo la electricidad, lo que significa que
deberían ser públicamente poseídas y distribuidas.
Las decisiones sobre
el crédito, dónde invertir y qué proyectos financiar, deberían tomarse
sobre la base no de la tasa del rendimiento, sino del valor y de la
utilidad social. Y deberían tomarse de forma democrática —a través de
juntas elegidas encargadas de representar a las comunidades y demás
partes interesadas.
Esta es una idea muy interesante, porque sin duda
necesitamos un sistema de crédito. Abolir bancos e instituciones
financieras globales no es la solución. Lo que se necesita, más bien, es
socializar las finanzas.
Además, este es el momento perfecto para
desarrollar un programa de izquierdas para las finanzas. Muchas
personas están ahora familiarizadas con este problema. Después de todo,
de eso se trataba “Occupy Wall Street”.
Todo el mundo sabe que las
empresas de inversión han vuelto a sus viejas trampas y que no se ha
hecho nada en la dirección de una reforma estructural para evitar una
crisis financiera global en un futuro cercano. Los estadounidenses son
plenamente conscientes de que Obama usó nuestros impuestos para rescatar
a los bancos cuyos mecanismos depredadores casi colapsan la economía
mundial, pero que no hizo nada para ayudar a los 10 millones de personas
que perdieron su hogar durante la crisis hipotecaria.
No hay duda de
que muchos están dispuestos a reconsiderar este sistema. En este ámbito,
ni la derecha ni el centro tienen nada que ofrecer, así que se trata de
una gran oportunidad para la izquierda. (...)"
(Entrevista a Nancy Fraser , Shray Mehta
, EPW , en Sin Permiso, 21/07/2018 )
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