27.9.18

El sistema financiero global es una bomba de relojería. La cuestión no es si explotará, sino cuándo explotará... la debacle desembocará en el desempleo, el aumento de los precios de las importaciones y los servicios básicos y en una devaluación en la que el dólar acabará tan depreciado que acabará desterrado como divisa mundial de reserva. Este tsunami financiero transformará Estados Unidos, hoy en día ya una democracia fallida, en un estado totalitario. Las élites, en un intento desesperado por salvaguardar su riqueza, arrasarán con lo que quede...

"(...) Mientras la Fed pudiera crear tanto dinero como quisiese, no importaba en qué los gastaba. 

“Es como ir a un viejo garaje con cosas a la venta y decir: ‘Quiero esa bicicleta sin ruedas. Te pago 100 por ella. ¿Por qué? Porque no es mi dinero’.”, Prins decía. “Han manipulado el sistema”, decía de los bancos. “Han fabricado dinero a lo bestia. Los han usado para hinchar los activos. Incluso las acciones. No se sabe de dónde ha venido.

 Como el dinero es barato, hay más préstamos ofrecidos por empresas. Hay más dinero tomado prestado por la administración. ¿Y luego dónde vas a recuperarlo? Al estado, a la economía social. Extraes dinero de los programas sociales. Impones la austeridad.

Dado el impactante nivel de dinero fabricado que tiene que ser repuesto, los bancos necesitan construir cada vez más extraordinarios nichos de deuda. Esta es la razón por la que cuando te retrasas en pagar la liquidación de la tarjeta de crédito, los tipos de interés saltan hasta el 28%.

 Esta es la razón por la que si caes en bancarrota, todavía tienes que responder por tu préstamo de estudiante. Esta es la razón por la que los salarios están estancados o han bajado, mientras los costes, ya sean del sistema sanitario y los productos farmacéuticos, o de las comisiones bancarias y de los alimentos básicos, están por las nubes. 

El inexorable aumento de la deuda crece y crece para alimentar a la bestia hasta que este sistema depredador falla por la aparición de impagos masivos. El día en que las optimistas proyecciones de beneficios provenientes del fracking dejen de ser la excusa para continuar inundando de dinero las endeudadas empresas del sector ya está llegando.

Las sesenta compañías más grandes del sector no están consiguiendo generar la suficiente liquidez como para cubrir sus costes operativos. Según escribe Bethany McLean, “en total, de 2012 a 2017, han acumulado un cash flow negativo de 9.000 millones de dólares por trimestre”.

El sistema financiero global es una bomba de relojería. La cuestión no es si explotará, sino cuándo explotará. Y una vez que lo haga, la incapacidad de los especuladores globales para emplear la fabricación de dinero a tipo de interés cero y encubrir la debacle desembocará en el desempleo, el aumento de los precios de las importaciones y los servicios básicos y en una devaluación en la que el dólar acabará tan depreciado que acabará desterrado como divisa mundial de reserva. 

La fabricación de este tsunami financiero transformará Estados Unidos, hoy en día ya una democracia fallida, en un estado totalitario. La vida se convertirá en algo de muy poco valor, especialmente para los vulnerables -trabajadores sin papeles, musulmanes, gente de color pobre, mujeres y niñas, anticapitalistas y críticos acusados de ser agentes de fuerzas extranjeras,-, que serán demonizados y culpabilizados del colapso.

 Las élites, en un intento desesperado por salvaguardar su riqueza, arrasarán con lo que quede."                       (El Captor, 23/09/18 . Artículo de Chris Hedges publicado originalmente en inglés en Truthdig)

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