"Para entender el actual conflicto entre Europa y los EEUU, es
importante pensar nuevo sobre la situación de la política comercial de
Alemania. Lo que está ocurriendo ahora no es nada nuevo.
Recuerdo
vivamente a Larry Summers, entonces secretario del tesoro de EEUU,
diciéndome en una reunión del G7 de hace veinte años que desde los años
ochenta la administración americana había abandonado cualquier esperanza
de poder tener una seria discusión con la administración alemana en
asuntos de política internacional, como los de reducir el superávit
comercial o estimular la economía mundial.
La situación no ha cambiado
desde entonces, tal y como demuestran los innumerables intentos
realizados por parte de la administración Obama en el marco del G20.
Alemania,
junto con su medios de comunicación principales y la mayoría de
“expertos” obedientes, tiene una larga tradición de defender su posición
con todo tipo de posibles e imposibles argumentos, independientemente
del actual presidente de los EEUU Donal Trump.
Así que retratar al Señor
Trump como un completo idiota y ridiculizar los argumentos puestos
sobre la mesa por todos los presidentes de América durante muchos, años
es estúpido y puede tener graves consecuencias. (...)
Estrechamente relacionado con ello está el indisputable hecho de que
simplemente no hay ni una buena idea sobre cómo crear más empleo en
Alemania. No solo en los últimos veinte años, si no en los últimos casi
cuarenta años, no ha habido en Alemania ideas sobre cómo superar crisis
económicas.
Con el lema del canciller Helmut Kohl “cambio intelectual y
moral” en 1982, la política económica alemana se comprometió a la
microeconomía, mientras que se apartó a todo el pensamiento
macroeconómico ya que se consideraba de izquierdas. Hoy en día es
simplemente imposible colocar a una economía en una trayectoria de
crecimiento.(...)
El verdadero mercantilismo pudo solo emerger de todo esto cuando, con
el paso a la unión monetaria europea, se acabó con la posibilidad de
una apreciación del tipo de cambio que había anteriormente protegido a
los otros países de las peores consecuencias de la manía exportadora
alemana.
Esto se combinó en 1998 con la total ignorancia del nuevo
gobierno Socialdemócrata-Verde que en su desesperación por mejor la
economía alemana confió en una masiva restricción salarial y debilitó
decididamente a los sindicatos obreros. Esta política prospero
únicamente gracias a las exportaciones. Una verdadera mejora económica
de la demanda doméstica nunca llegó a materializarse.
Las
verdaderas víctimas del mercantilismo alemán no son los EEUU si no las
naciones atrapadas junto a Alemania en la eurozona. Han sufrido
enormemente bajo la política proteccionista alemana
[beggar-thy-neighbour] en Europa pero también en el resto de mercados
del mundo, como puede ser fácilmente probado.
Si el Señor Trump fuese
solamente un poquito más listo y un poco menos vanidoso usaría el dólar
de los EEUU como arma en esta lucha entre naciones, porque una
significativa devaluación del dólar resolvería multilateralmente el
problema que está atacando con sus tarifas bilaterales y pequeños pasos.
¿Quién podría probar que un dólar significativamente más barato es
injustificado?
Es Alemania, no Europa
Alemania está
doblemente infravalorada [en término de tipo de cambio] y parece difícil
que la administración americana lo pueda solucionar. Primero, Alemania
está infravalorada en términos reales en la eurozona debido a su dumping
salarial y segundo, está infravalorada internacionalmente porque el
euro ha permanecido a niveles muy bajos durante años.
Después de todo,
el euro refleja dos cosas a la vez: una débil Europa, debilitada por
Alemania, y una fuerte Alemania. Cuando Trump habla sobre Europa y el
injusto comercio, se refiere a Alemania.
Pero él solo se puede referir a
Europa ya que el comercio con Alemania es parte del comercio con la
Unión Europea y Alemania no tiene ni si quiera su propio representante
de comercio exterior. Incluso si Trump devaluase el dólar, esto
afectaría negativamente a todos los europeos, lo cual es injusto, claro.
Así
que, porque Trump está pegándole a la alforja y no al burro –por usar
una expresión alemana- tiene que confiar que el resto de europeos vayan
también en contra de Alemania ya que ellos sufren también la subida de
tarifas (o la devaluación del dólar) sin que sea su culpa.
De momento,
sin embargo, esto no ha ocurrido porque los demás países europeos no
quieren desafiar abiertamente a Alemania, prefiriendo quejarse de Trump. (...)
En Alemania se inventan los más oscuros argumentos para alejar la
crítica internacional y demostrar que son los demás los que están
equivocados. Esto es más que asombroso ya que en Alemania la gente está
increíblemente orgullosa de su eficiencia y ven esto confirmado gracias a
su superávit.
¿Pero será que esta eficiencia no existe? ¿No tienen los
alemanes ninguna ventaja en el comercio internacional? ¿Entonces por qué
Alemania se ha apretado el cinturón durante años y no ha dejado que los
salarios incrementen? ¿Era toda esta política comercial un completo sin
sentido ya que Alemania no tiene ninguna ventaja competitiva? ¿Por qué
los países de la eurozona, y en particular esos que han subido sus
salarios, se han metido en este lío? (...)
Todo intento de justificar las severas implicaciones del
mercantilismo alemán, ya sea con la ayuda de las estadísticas o las
oscuras teorías, no pueden cambiar el hecho de que Alemania ha abusado
del comercio internacional y dañados a sus socios comerciales durante
años.
Se veía venir, y de largo, que un presidente americano tomaría
medidas contra esto y cualquier sorpresa entre los políticos alemanes es
puro teatro. Las acusaciones americanas han estado ahí durante décadas,
pero han sido ignoradas una y otra vez. Resulta que los políticos
alemanes actúan de manera cobarde contra Washington en lo que se refiere
a los supuestos intereses nacionales de la economía alemana.
El
verdadero problema del mercantilismo alemán son las consecuencias que
conlleva para Europa y especialmente para la unión monetaria. Con la
presión sobre los salarios, los políticos alemanas han minado las
condiciones necesarias de funcionalidad dentro de la unión monetaria
europea desde su creación y han precipitado la crisis que dura ya diez
años.
Haber negado esto desde el principio y, además, haber castigado a
sus socios de la zona euro con posiciones totalmente inadecuadas y
arrogantes, ha sido a todas luces el gran error de los políticos
alemanes desde el comienzo del singular experimento llamado la Unión
Económica y Monetaria Europea.
Los resultantes nacionalismos y
movimientos nacionales en Alemania y en muchos países de la Unión
Europea pueden ser directamente atribuidos a esta inanición alemana para
reconocer y corregir sus propios errores."
(Heiner Flassbeck. Fue jefe de el departamento de macroeconomía del Instituto de
Investigación Economíca alemán (DIW) y Secretario de Estado del
Ministerio de Finanzas bajo la dirección de Oskar Lafontaine entre 1998 y
1999. Sin Permiso, 10/07/18)
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