"A los niveles actuales, la deuda pública de Argentina puede llegar al
90% del PBI – con el 80% nominado en dólares”. Esta información no la
ofrece un ‘agitador febril’ sino el Financial Times de hoy, que cifra
las “necesidades de financiamiento” para Argentina en u$s77 mil millones
hasta fines de 2019. La raíz de esta nueva bancarrota es, entonces, la
misma que la del pasado, pero multiplicada varias veces: la impagable
deuda externa. (...)
El incremento de la deuda externa, en más de dos años, ha sido, aproximadamente, de u$s160 mil millones.
¿Por qué semejante endeudamiento? Simplemente para financiar la
salida del ‘cepo’ de los K, que reclamaba todo el capital nacional e
internacional. Esto significó piedra libre para pagar a fondos buitres,
expatriar dividendos, utilidades y pago de servicios.
Más el gasto en
turismo, este drenaje consumió el 60% de la nueva deuda, más la emisión
de Lebacs para acumular reservas ficticias – la deuda del banco central
creció en u$s40 mil millones en dos años. Argentina se convirtió en el
país que pagó más caro el endeudamiento internacional. En resumen, el
endeudamiento financió el vaciamiento financiero de Argentina.
Estos
números ponen en evidencia que Argentina enfrenta una nueva insolvencia
financiera como consecuencia de la deuda externa. La charlatanería
patronal, con la venia del FMI y el capital financiero internacional, la
caracteriza de otro modo – dice que la bancarrota de Argentina obedece
al llamado “déficit primario” del Tesoro Nacional, o sea, a que el
Estado “gasta” más de lo que recauda.
Pero este déficit primario llegó
en junio pasado a 70 mil millones de pesos, lo que representaba entonces
menos de u$s3 mil millones, y ahora, a 40 pesos el dólar, menos de dos
mil millones, o sea porotos.
En cambio, el déficit financiero del Tesoro
era, a esa fecha, de 300 mil millones de pesos, en un 80% por el pago
de la intereses de la deuda pública. Ahora, los intereses de la deuda se
fueron a las nubes por la disparada del dólar y la inflación. Esos
intereses se pagan en dólares o en pesos ajustables por inflación.
La
deuda podría haber alcanzado, en estos días, un número mayor que el PBI.
Ocurre que éste se desvalorizó en dólares: era de u$s600 mil millones
con el dólar a 16 pesos; de menos de 500.000 millones con el dólar a
$25; a 40 pesos podría haber retrocedido a u$s400 mil millones.
El
macrismo y sus cómplices de la oposición fingen ignorar el crecimiento
enorme de la hipoteca de la deuda externa, y reclaman reducir a cero el
déficit primario, y pagar por completo, sin embargo, el déficit
financiero. Para eso quieren acentuar el tarifazo, vaciar el Fondo de
Garantía de Anses y reducir el ajuste de las jubilaciones por inflación.
De este modo, dolarizarían por completo la energía, las obras públicas y
el transporte, y tratarían de volver al régimen de las AFJP. Explotan
la crisis con la intención de confiscar la fuerza de trabajo.
Pero
incluso un déficit primario cero o hasta un superávit no alcanzarían
para pagar los intereses de la deuda, que son muy superiores, ni menos
todavía amortizar siquiera una parte de la deuda que vence en el próximo
año y medio.
Esto explica la insolvencia en que ha caído el
Estado nacional. Esta insolvencia se refleja en la explosión de los
seguros contra default de Argentina y en la suba astronómica de la tasa
de interés que se debe pagar por una refinanciación de la deuda externa –
más de doce por ciento en dólares y subiendo – una carga prohibitiva.
Mientras el ‘déficit primario’ puede ser financiado con crédito
nacional, porque se encuentra en pesos, el financiero requiere dólares, o
sea crédito externo. Aplicar deuda externa para financiar un déficit en
pesos es simplemente un negociado para la banca internacional. No es la
devaluación del 60% del peso lo que ha causado este derrumbe, sino el
derrumbe, o sea la imposibilidad de pagar la deuda externa, lo que
fogonea la devaluación. (...)
Al igual que la bancarrota de 2001, la quiebra actual de Argentina se
integra a una crisis internacional, pero todo a un nivel superior. Se
manifiesta en la periferia en forma catastrófica – devaluaciones en
Turquía, Brasil (deuda externa de un billón de dólares), Sudáfrica,
Rusia, China).
La deuda internacional de Estados Unidos y el consecuente
aumento de la tasa de interés y la guerra económica, sumada a la crisis
de deuda que se acentúa en China, junto a la salida de capitales de
este país y la desvalorización de su moneda, el yuan; todo esto
constituye un determinante de la crisis de Argentina y los países
periféricos.
El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos ha
insinuado que podría frenar la suba de la tasa de interés internacional
por el temor a provocar varias crisis de deuda y bancarias en la llamada
periferia. (...)
En base a esta caracterización – una crisis fenomenal de conjunto, no
episódica sino que se desarrolla y entrelaza con la crisis internacional
y la lucha de las masas –; una crisis que ha cobrado un carácter
netamente político; en base a esto planteamos la convocatoria de una
Constituyente soberana, o sea que se hace cargo del poder político para
tomar todas las medidas necesarias que la crisis impone a los
trabajadores, sin las cortapisas del orden constitucional y jurídico
agotado , y llamamos a los trabajadores a asumir el liderazgo de esta
lucha.
Llamamos a la huelga general para poner fin al plan de las
patronales y el FMI, y a deliberar en congresos de bases de los
sindicatos, regionales, centrales obreras, organizaciones populares,
para que la clase obrera dirija la lucha de conjunto, netamente
política. La crisis encuentra a las masas con un espíritu de resistencia
e incluso de rebelión. El desafío político está al rojo vivo." (Jorge Altamira
, Sin Permiso, 02/09/2018)
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