5.10.18

Julio Anguita: Lo que está sucediendo es una auténtica rebelión popular. Esto no ocurriría si las organizaciones de izquierda hubiesen entrado a desmontar el mito de la UE. Cuando la gente está en mala situación, conecta con la idea de patria y de identidad. Ahí está el problema... En absoluto defiendo la conquista del Estado a través de políticas xenófobas: dimitiría inmediatamente...

"(...) Lo que está sucediendo es una auténtica rebelión popular. Y las rebeliones populares no se hacen con un ejército disciplinado; son caóticas, multiformes, y, por desgracia, esas expresiones y esas protestas se canalizan, desde la época de los pogromos contra los judíos, contra el diferente. En esas explosiones están los pescadores que buscan en ríos revueltos, los movimientos de ultraderecha. 

Esto no ocurriría si las organizaciones de izquierda hubiesen entrado a desmontar el mito de la UE de Maastricht y sus consecuencias. ¿Hay fascismo en las protestas de los jubilados españoles? No. Pero en ellas pueden aparecer esos pescadores en río revuelto. En ese contexto, si no hay respuesta por parte de la izquierda, cuando ésta deja un hueco, un vacío, alguien lo ocupa, y puede hacerlo la extrema derecha. 

No quiero tener que optar entre el fascismo organizado, evidente, y la dictadura de los mercados. Ahora hay elementos fascistas en los movimientos de ultraderecha, claro que los hay, pero todavía no ha cuajado como tal alternativa fascista. Aunque va camino de ello. Hay elementos fascistas en la ultraderecha y hay que analizar por qué. Ahora se les tacha de fascistas a estos movimientos. Así se muestra el rechazo. 

Pero esa denuncia se queda inane y débil frente al otro adversario, que es la dictadura de los mercados. Sospecho, no entre la gente que estamos debatiendo, sino entre quienes manejan los hilos de la opinión pública, que al colocar la estampilla de fascismo a todo aquello que huela a contestación y que tenga ingredientes de fascismo, como el racismo o la xenofobia, están llevando la atención hacia esa parte, para hacer olvidar los problemas que hemos sufrido por la pertenencia a esta Unión Europea. Se habrá dado cuenta de que cuando hablo de UE, hablo de “esta UE”.

 ¿Sabe por qué? Porque yo no me trago que cuando hablamos de la UE me digan Europa. Europa es un concepto mucho más amplio y la UE es una manera de construir el ideal europeo, pero en favor de la minoría.    

Dice que no quiere tener que elegir entre el fascismo y la dictadura de los mercados. Y hay quien comenta, a raíz de sus artículos, que en España puede estar gestándose una corriente en la izquierda que reivindica el repliegue nacional, el Estado-nación, la soberanía y la identidad nacionales... Y también, que resuenan los ecos de En Pie o de Mélenchon, críticos con la inmigración. ¿Cree justificado que se hable ahora de una izquierda rojiparda, que comparte (o le disputa) ciertos principios con movimientos que, según ha definido usted, tiene componentes fascistas?

 Son discusiones bizantinas, que obvian el problema fundamental. ¿Rojipardo? Vamos a situar el problema. 

 (...) el capitalismo globalizado no quiere que los Estados-nación desaparezcan, porque son los ejecutores de sus políticas y, frente a sus ciudadanos, tienen legitimidad democrática. Esa pieza capturada por mi adversario es la que hay que reconquistar. Eso no tiene nada que ver con la autarquía ni con el soberanismo. Se trata de retomar una pieza que el adversario ha cogido en el campo de batalla y que está utilizando para golpearnos en la espalda. 

Tener el Estado implica tener la capacidad de hacer muchas cosas, de redistribuir y trazar alianzas con otros Estados para cambiar la UE. Yo quiero recuperar la soberanía y el Estado. Pero no me conviertan ustedes en más cosas. No me hagan nacionalista, porque no lo soy en absoluto.

¿Qué me dice de las posiciones poco amistosas con la inmigración que ha comenzado a tener cierta izquierda? ¿Le preocupa, comparte, combate?

Estoy preocupado por dos cosas con igual intensidad: por la reacción miserable y egoísta de quien permite que se ahoguen inmigrantes en el mar y por la frivolidad y el egoísmo de quienes montan campos de concentración para ellos fuera de Europa.

 Europa no quiere asumir el problema de la inmigración y va a acabar con ella, porque a los inmigrantes no los va a parar nadie. Europa no es capaz de visualizar qué es lo que viene y no se sienta a pensar, porque supone cuestionarse muchas cosas, muchas políticas de armamento y de explotación de recursos naturales. Pero los problemas hay que asumirlos. 

Por eso planteo mi doble dolor: hay que atender ahora mismo a los inmigrantes, pero a continuación hay que ir al grano. Imaginemos que abrimos totalmente las fronteras y permitimos que continúen activas las situaciones que provocan que las personas huyan de sus países de origen, es decir, los conflictos y los gobiernos con los que colaboramos: entrarían en Europa millones y millones y harían bien en hacerlo. Pero, ¿qué habríamos resuelto? Llegará un momento en que no podrán ser atendidos.

 Entonces, lo que planteo es que hay que ayudar a quienes llegan y están aquí, e integrarlos, pero inmediata y simultáneamente, hay que acabar con las condiciones que provocan que esto se produzca. De lo contrario, objetivamente, el problema va a ser enorme, no lo va a parar nadie.    

Con el precedente de los exvotantes del PCF, que se convirtieron en bases de Le Pen, cabe pensar que haya izquierdas que quieran disputar ese terreno.  

Cuando la gente está en mala situación, conecta con la idea de patria y de identidad. Ahí está el problema: en el momento en que abandonamos a nuestra gente, llegan los pescadores en río revuelto. En absoluto defiendo la conquista del Estado a través de políticas xenófobas: dimitiría inmediatamente. 

Pero no practicaría lo que se ha denominado “buenismo”: atendería a necesidades, pero apoyaría operaciones internacionales para quitar a tanto dictador, para no robar a esos países y para que cambien. Si no, no hay solución. Porque van a venir a millones y no hay quien lo pare, porque tienen hambre.

Mélenchon ha dicho que al capital le interesa que haya inmigración para bajar los salarios. ¿Comparte esta idea?

Yo no sé cuál es la intención de Mélenchon. Pero un momento: es una constante en el capitalismo crear un ejército de reserva para bajar los salarios. Eso es así. Pero no hace falta que vengan los inmigrantes para que sea de esta manera. 

Eso ocurre dentro del país cuando hay parados. Lo que dice Melénchon es verdad, pero no es atribuible a los inmigrantes, sino a trabajadores que están en el paro en un mismo lugar. Adoptar ese discurso me parece peligroso. Yo lo diría de otra manera: nos falta un ideal universal.  (...)"                   (Entrevista a Julio Anguita, Cristina Vallejo, CTXT, 25/09/18)

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