"Venezuela se encuentra actualmente en un proceso
hiperinflacionario que está causando enormes estragos económicos y
sociales a su población. (...)
Según la Asamblea Nacional de Venezuela ese momento se alcanzó en noviembre de 2017, con una tasa del 56%. Ocho meses más tarde, en julio de 2018, la tasa de crecimiento se situaba en el 125%.
Y, como siempre que se habla de hiperinflaciones,
surgen como setas analistas de todo tipo y pelaje repitiendo una y otra
vez que la culpa es del gobierno correspondiente que se ha pasado
imprimiendo dinero. Todavía me sigue fascinando lo extendida que está
esa falsa idea tanto en el mundo académico como fuera de él.
Como la gente siempre ve que en las hiperinflaciones se necesitan muchos
billetes para comprar productos de primera necesidad, unen los dos
conceptos y acaban deduciendo que la hiperinflación es consecuencia de haber creado mucho dinero.
Pero por muy intuitiva que pueda ser esa conexión, la ciencia nos
enseñó hace mucho tiempo que correlación no implica causalidad, por lo
que dos fenómenos pueden darse al mismo tiempo sin que los una un
vínculo causal directo. (...)
Lo expliqué con cierto detenimiento hace ya casi cinco años:
no ha habido un solo caso de hiperinflación en el mundo que se haya
originado por culpa de un gobierno que se volviese loco creando dinero.
De hecho, esa fue una de las conclusiones de un estudio realizado por el Instituto Cato (nada sospechoso de ser de izquierdas) tras analizar los 56 casos de hiperinflación más
importantes de la historia en nuestro planeta.
En realidad, todos ellos
se debieron a un shock en la oferta que provocó una caída fortuita en
la producción, lo que conllevó que la cantidad de dinero se hiciera
excesiva en comparación con la cantidad de bienes y servicios
producidos, empujando así losprecios al alza (porque
los vendedores le sacan todo el partido que pueden aumentando los
precios a la poca producción que venden).
Pero la clave está en entender
que ese diferencial entre producción y dinero se debió siempre a una
caída de la producción y no a un aumento de la cantidad de dinero.
Sirvan varios ejemplos de referencia. La inflación galopante registrada en Alemania entre 1922 y 1923 fue
causada por la destrucción del aparato industrial alemán durante la
primera guerra mundial así como la pérdida de buena parte del mismo
debido a la entrega a Francia de los territorios de Alsacia-Lorena.(...)
Durante la década de los años 80 se sucedieron episodios de hiperinflación en Perú, Bolivia, Brasil y Argentina,
y todos ellos fueron debidos a la caída de los precios de los
productos que exportaban (estaño, cobre, plata, plomo, café…) lo que
dificultaba la importación de otros productos, a las frecuentes
insurrecciones militares que desestabilizaban la economía, y a los
brutales planes de ajuste que imponía el Fondo Monetario Internacional
que no hacían otra cosa que lastrar la demanda y la producción. (...)
Pero ninguno de todos esos factores le importarán
nunca a un economista convencional que se precie, pues preferirá zanjar
el asunto con un “la culpa fue del gobierno por crear mucho dinero”. Bajeza y deshonestidad intelectual que
sólo puede ser explicada por el interés económico y político que
presentan determinados grupos sociales para demonizar el gasto público y
la creación de dinero estatal.
La hiperinflación nunca surge
porque un gobierno pierda el control e imprima una cantidad excesiva de
dinero, sino que aparece en situaciones extremas (conflictos
bélicos, transición desordenada de sistemas económicos, y por pésimas
políticas económicas) que provocan caídas importantes de la producción.
Entonces, ¿por qué durante esos periodos se constata que la cantidad de
dinero en circulación aumenta a ritmos vertiginosos? Pues por algo tan
obvio que avergüenza recordarlo: para poder hacer frente a compras con
precios mastodónticamente más elevados que antes necesitas mucho más
dinero que antes. Es evidente.
El banco central debe crear muchísimo más
dinero para que el Estado pueda hacer frente a unos gastos corrientes
que son muchísimo más caros, para que los bancos puedan hacer frente a
las retiradas de dinero de sus clientes y a mayores créditos por parte
de las empresas (pues han de comprar suministros mucho más caros). La
creación de dinero es posterior a la chispa de la inflación galopante,
aunque luego contribuya a agravarla (como tantos otros factores en un
contexto de círculo vicioso de alza descontrolada de precios).
El
orden causal y cronológico es el siguiente: caída brusca de la
producción, aumento de precios, aumento de dinero en circulación. No nos dejemos engañar por las apariencias, pues no siempre coinciden con la realidad. (...)" (Eduardo Garzón, Saque de Esquina, 30/08/18)
¿Cuál ha sido el shock productivo que ha incendiado la mecha en Venezuela?
"¿Qué es lo que explica que Venezuela esté sufriendo un caso de
hiperinflación? Las preguntas complejas tienen también respuestas
complejas.
Para poder entender adecuadamente el proceso de inflación
galopante en Venezuela es necesario conocer cómo
funciona la economía venezolana, cuál es su estructura productiva, su
inserción en el mercado exterior, su régimen político, institucional y
social, su sistema monetario y financiero, etc. Sin conocer todo eso es imposible ofrecer una respuesta adecuada y realista. (...)
A falta de más espacio para profundizar, cabría hacer cuatro apuntes
sobre la economía venezolana con el objetivo de conocer sus
características básicas y contextualizar así el análisis.
Para empezar, Venezuela siempre ha tenido tasas de inflación muy elevadas. De hecho, en los años 80 los precios crecían muchísimo más rápido que durante los años del gobierno bolivariano, exceptuando el último año. (...)
Para empezar, Venezuela siempre ha tenido tasas de inflación muy elevadas. De hecho, en los años 80 los precios crecían muchísimo más rápido que durante los años del gobierno bolivariano, exceptuando el último año. (...)
Los grandes grupos oligopólicos con poder de mercado
en determinados sectores, la incapacidad del Estado para regular y
controlar la competencia empresarial, la corrupción, la delincuencia, la
asimetría de poder en las negociaciones en los centros de trabajo, etc,
explican en buena medida que la inflación haya sido tradicionalmente
alta e irregular.
En segundo lugar, no se puede
olvidar que el régimen bolivariano que comenzó con la presidencia de
Chávez y que continúa con la de Maduro ha sido siempre una amenaza para
los privilegios de la élite del país.
La nacionalización y toma
de control de buena parte de los sectores productivos estratégicos
(especialmente el de los hidrocarburos) así como una mayor distribución
de la renta (acorde a la CEPAL Venezuela es ahora el país menos desigual
de Latinoamérica) provocó un duro golpe al poder y a la riqueza del
stablishment venezolano, que desde entonces se moviliza de muy diversas
formas para tratar de derribar al gobierno para recuperar sus privilegios.(...)
En tercer lugar, es importante entender que la estructura productiva
venezolana dista mucho de parecerse a la de una economía avanzada.
No existe un tejido productivo diversificado que
arroje productos de todo tipo y color sino que está concentrado en
ramas del sector primario y en ramas industriales y de servicio de bajo y
medio valor añadido. Esto provoca que los venezolanos tengan que
comprar en el extranjero casi la mitad de todos los productos que
necesitan.
El sector de los hidrocarburos es
el enorme gigante de la economía, consiguiendo el 95% de todos los
dólares que recibe el país, siendo el 4% restante gracias a la
exportación de otras materias primas.
Es decir, que para que la
población pueda obtener todo lo que necesitan para sus vidas es
necesario la utilización de moneda extranjera, fundamentalmente dólares,
que la economía obtiene gracias a las exportaciones de petróleo. Es una
economía absolutamente dependiente de un único sector, con la enorme
debilidad que eso conlleva. (...)
De hecho, el hundimiento de los precios del petróleo
en 2014 provocó un agujero en los ingresos de dólares que ha tenido su
impacto en las importaciones y en el desabastecimiento y encarecimiento
de productos en los mercados internos.
En cuarto lugar, el gobierno venezolano controla los
precios de muchos productos básicos para asegurar el abastecimiento de
la población más vulnerable, lo que provoca que se generen mercados ilegales alternativos en
los que rigen otros precios.
Esto ocurre también, y de forma
importante, en el mercado de las divisas: para evitar que cualquier
venezolano pueda cambiar la moneda nacional por dólares y luego se los
lleve fuera del país (como ocurría tradicionalmente con las fugas de
capitales) el gobierno impuso en 2003 un control cambiario, de forma que
sólo se pueden cambiar bolívares por dólares a un tipo de cambio
determinado.
Esta medida también provocó que se generara un mercado
negro alternativo en el que se cambian los bolívares por dólares a otro
precio.
Con esas cuatro consideraciones en mente se puede
entender mejor en qué han consistido los cinco factores que, siguiendo a
analistas como Pasqualina Curcio y Mark Weisbrot, nos ayudarían a
explicar la espiral inflacionista.
1) El desabastecimiento programado y selectivo de productos.
Los grandes grupos empresariales contrarios al gobierno venezolano y
que tienen suficiente poder de mercado en su sector (el grupo
empresarial de productos de higiene controla el 99% del sector; el de
harina de pasta el 80%, etc) apartan buena parte de sus productos del
mercado oficial para venderlos en el mercado negro, lo que
inexorablemente produce un incremento de precios tanto por
desabastecimiento como por un abuso de los precios al utilizar canales
ilegales de distribución.
2) Inflación por importaciones.
Los grupos empresariales que importan productos del exterior lo deben
hacer obligatoriamente al tipo de cambio oficial, pero luego venden ese
producto en el interior de su país al tipo de cambio extraoficial,
obteniendo jugosas ganancias simplemente gracias al diferencial, y
elevando con ello los precios de forma completamente artificial. Un
ejemplo sencillo: si el tipo de cambio oficial es de 3.000 bolívares por
cada dólar, la importación de un producto que cueste 1 dólar le costará
3.000 bolívares al empresario venezolano.
Pero si en vez de vender en
el interior del país ese producto de 1 dólar al tipo de cambio oficial
lo hace al tipo de cambio ilegal, que es de 10.000 bolívares por cada
dólar, acabará obteniendo ingresos de 10.000 bolívares por la venta en
el interior cuando sólo le costó 3.000 comprarlo en el exterior. Estamos
hablando de un incremento del precio (y de las ganancias del
importador) astronómica.
Ésta ha sido el principal factor que ha
explicado el vertiginoso aumento de los precios en Venezuela,
especialmente a finales de 2017 debido a que el tipo de cambio ilegal se
disparó salvajemente (pasó en sólo dos meses de 3.000 bolívares por
dólar a 52.000 bolívares por dólar).
Las autoridades venezolanas
aseguran no encontrarle sentido a tal evolución y culpan a las empresas
que calculan ese tipo de cambio de manipularlo para generar beneficios y
causar inestabilidad económica y social.
3) Embargo financiero de Estados Unidos.
El pasado 25 de agosto de 2017 el presidente estadounidense Donald
Trump, para “combatir la dictadura y restablecer la democracia” dio un paso más en sus medidas de bloqueo económico, comercial y financiero sobre Venezuela. (...)
En román paladino: más dificultades para endeudarse en
dólares y más dificultades para que Venezuela pueda obtener los dólares
que necesita (en el mercado oficial) para importar los productos que no
tiene, de forma que fuerza acudir más al mercado ilegal para obtener
dólares más caros. Las consecuencias son evidentes: mayor desabastecimiento, mayor devaluación del bolívar con respecto al dólar en el mercado ilegal, mayor aumento de los precios.
4) Desconfianza generalizada en el bolívar. La
moneda venezolana nunca ha sido muy codiciada, ni internacionalmente ni
internamente, ya que ha experimentado tradicionalmente importantes
pérdidas de valor, pero ese escaso atractivo se vuelve aún menor si su
valor no deja de caer con respecto a la moneda tradicional de
referencia: el dólar.
Esto provoca que los venezolanos se deshagan de
sus activos nominados en bolívares y los conviertan en activos
expresados en dólares, lo que retroalimenta la depreciación de la moneda
venezolana. La incapacidad institucional para imponer la utilización de
su moneda se traduce en una mayor dolarización de su economía, y en un
mayor incremento de los precios vía importaciones.
En definitiva, la hiperinflación en Venezuela se debe a
la interacción de numerosos y diversos factores que tienen que ver con
la débil estructura productiva y exportadora de su economía, con el
enorme poder de grupos económicos contrarios al gobierno, y con la
singular posición política e institucional del ejecutivo venezolano.
La creación masiva de dinero no tiene nada que ver con la hiperinflación que está sufriendo el país,
no es su causa sino su consecuencia: para poder hacer pagos y comprar
productos cada vez más caros por culpa de la hiperinflación es necesario
tener cada vez más dinero, y por eso la masa monetaria no deja de
crecer. (...)" (Eduardo Garzón, Saque de Esquina, 31/08/18)
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