"Un ex fiscal de la Archidiócesis de Barcelona acusa
Narcis Jubany, Ricard Maria Carles y Martínez Sistach de complicidad
para silenciar una red de abusos sexuales a menores que
extiende sus tentáculos de Barcelona a África. Cuando estallaron los
hechos, los diáconos implicados fueron ordenados sacerdotes y enviados a
otras diócesis en Estados Unidos, Inglaterra y Kènia.
“Ahora hace más de 20 años que el Defensor de Justicia, Fiscal de la Archidiócesis de Barcelona, que era servidor de ustedes, sufrió su Víacrucis y personal Calvario…” con estas palabras se rompe el silencio sobre uno de los grandes tabúes de la iglesia catalana, los casos de pederastia en Barcelona.
“Ahora hace más de 20 años que el Defensor de Justicia, Fiscal de la Archidiócesis de Barcelona, que era servidor de ustedes, sufrió su Víacrucis y personal Calvario…” con estas palabras se rompe el silencio sobre uno de los grandes tabúes de la iglesia catalana, los casos de pederastia en Barcelona.
El terremoto que ha sacudido la iglesia afecta también los sacerdotes catalanes.
Los casos de abusos sexuales a menores en la Ciutat Contal eran un
secreto que corría de boca en boca, pero los prohombres de la
jerarquía eclesial catalana lo silenciaron, según un texto que el
antiguo fiscal de la archidiócesis de Barcelona, monseñor Jaume González-Agàpito ha publicado en su blog.
Gonzalez-Agàpito,
doctor en derecho y abogado colegiado, hace más de 20 años que puso en
conocimiento del arzobispo de Barcelona, monseñor Ricard Maria Carles,
lo que consideraba como unos graves hechos delictivos contemplados en el
Código Penal, pero la reacción de Ricard Maria Carles, así como la del
cardenal Narcis Jubany y la de los prelados Lluís Martínez Sistach, Jaume Traserra y Carles Soler
fue negar la mayor y levantar un denso muro de silencio sobre el caso,
“el silencio, el encubrimiento y la inacción eran la norma, que algún
clarividente prelado atribuía a la Santa Sede”,
explica Gonzalez-Agàpito a su blog.
Los que ocuparon las posiciones mas
preeminentes a la jerarquía eclesial catalana, y ahora son obispos
eméritos, encubrieron un grave y flagrante caso de pederastia en
Barcelona.
Para arrojar un poco de luz a los hechos nos tenemos que remitir en la Barcelona de los años 80 dónde al amparo de un seminario, La Casa de Santiago, surgió una organización de carácter laico, Nous Camins, que acogía a jóvenes provenientes de familias desestructuradas.
Para arrojar un poco de luz a los hechos nos tenemos que remitir en la Barcelona de los años 80 dónde al amparo de un seminario, La Casa de Santiago, surgió una organización de carácter laico, Nous Camins, que acogía a jóvenes provenientes de familias desestructuradas.
Al director
del ONG, el sacerdote Francisco Andreo Garcia, lo ayudaban dos diáconos, en aquellos momentos, Pere Cané Gombau y Albert Salvans Giralt.
Tres depredadores sexuales que tejieron todo un entramado de abusos,
conocidos y reconocidos en el seno de la iglesia catalana y que
sufrieron más de 60 víctimas, una de las cuales se suicidó.
Denunciados
los hechos, las familias afectadas se reunieron con el cardenal
Narcis Jubany que les prometió que apartaría de la iglesia los
pederastas, forzando la renuncia de los diáconos para volver a ser
laicos.
Nada más lejos de la realidad. Ambos, Salvans y Cané, fueron
ordenados sacerdotes y enviados a otras diócesis, el primero en
Westminster y el segundo a Milwaukee, con una carta dimisoria firmada
por Sistach, quien siempre había negado los hechos.
Andreo creó la
Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol, que extendió sus tentáculos
por Kènia, Etiopía, Sudán y Malawi, pero también en Colombia y México
donde los tres pederastas siguieron perpetrando sus abusos y continuando
con su vida normal, Pere Cané, uno de los sacerdotes acusados de
abusos, presentó su tesis, “La organización eclesial según la Carta de
Climent a los Corintios”, el 2010 a la Facultad de Teología de
Barcelona. En 2013 murió Francisco Andreo, a pesar de que su esquela no
salió a la web de la arzobispado, como es la norma habitual.
Ni una
palabra, ni una referencia hasta 2015, cuando salió a la luz el
escándalo de pederastia en la Comunidad Misionera y por añadidura los
abusos producidos en Barcelona en 80. Los nombres
de Andreo, Salvans y Cané volvieron a salir a la luz en un escándalo que
la iglesia catalana intentó sofocar con un espeso manto de censura. El
silencio lo tapó todo. Cómo se hizo hacía veinte años.
Veinte años antes, a pesar de las intenciones del ex fiscal de la archidiócesis de revelar y denunciar los hechos, el caso fue archivado con el silencio cómplice de Ricard Maria Carles, Martínez Sistach, Traserra y Soler, y todo siguió sin consecuencias para los depredadores sexuales, en diócesis diferentes.
Veinte años antes, a pesar de las intenciones del ex fiscal de la archidiócesis de revelar y denunciar los hechos, el caso fue archivado con el silencio cómplice de Ricard Maria Carles, Martínez Sistach, Traserra y Soler, y todo siguió sin consecuencias para los depredadores sexuales, en diócesis diferentes.
Monseñor
Jaume Gonzalez-Agàpito fue arrinconado y según sus palabras, extraídas
de una entrevista al portal Germians, empezaron una campaña
de desprestigio, que se inició con un tribunal eclesial presidido por
Ricard Maria Carles, “se trataba de evitar que obtuviera ningún cargo de
responsabilidad a la iglesia.
Se lo acusó de todo el que podía ofender,
en el sujeto, a la ley divina y las leyes humanas, seculares y
canónicas (...) En una palabra, se quería desautorizar todo lo que el
Fiscal había hecho en contra de los criminales sexuales y pederastas”.
El voluminoso expediente con toda la información sobre los casos de pederastia que denunció Gonzàlez-Agàpito, cerrado y lacrado por el cardenal Carles, y depositado al archivo del Arzobispado de Barcelona desapareció misteriosamente. Cuando por orden del nuevo Papa Francisco, se volvieron a abrir y revisar los casos de pederastia, los abusos en Barcelona salieron a la luz, y el actual cardenal Juan José Omella, pidió el informe.
El voluminoso expediente con toda la información sobre los casos de pederastia que denunció Gonzàlez-Agàpito, cerrado y lacrado por el cardenal Carles, y depositado al archivo del Arzobispado de Barcelona desapareció misteriosamente. Cuando por orden del nuevo Papa Francisco, se volvieron a abrir y revisar los casos de pederastia, los abusos en Barcelona salieron a la luz, y el actual cardenal Juan José Omella, pidió el informe.
A pesar de que la curia aseguró que había
desaparecido y que por lo tanto no había pruebas
fehacientes, Gonzalez-Agàpito, hizo llegar una copia, que tenía a su
poder, con la firma autorizada de Ricard Maria Carles. De momento,
todavía no se tienen noticías pero el expediente ya está sobre la mesa." (El Triangle, 27/11/18)
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