"Los resultados de las elecciones y las encuestas en Europa son cada vez
más preocupantes para la centroizquierda. Por lo menos las razones de
esta crisis se están tomando últimamente más en serio. Por demasiado
tiempo la centroizquierda simplemente se negó a reconocer que el mundo
en el que se mueve está cambiando. (...)
Lo que surge es una nueva constelación político-social básica del
capitalismo en la era sin fronteras: un profundo conflicto de intereses
entre la parte de la población que piensa que se beneficiará con estos
procesos y la otra parte que cree que no se beneficiará con ellos.
Este
conflicto tiene muchos nombres. En Alemania, se desarrolla hoy bajo la
etiqueta «cosmopolitas» versus «comunitaristas». El periodista británico
David Goodhart usa dos términos prácticos y más concretos para este
propósito: los anywheres, móviles y cosmopolitas, en oposición a los somewheres, orientados al Estado-nación y ligados a un lugar. (...)
En este momento, la nueva división entre ganadores y perdedores de la
globalización atraviesa la base electoral histórica de la
socialdemocracia. Y las fuerzas que actúan en esta división son
poderosas, políticamente incontrolables por un solo partido.
La
centroizquierda es como una persona con cada una de sus piernas apoyada
en un témpano de hielo distinto, mientras estos se separan lenta pero
inexorablemente.
Hay tres alternativas en esta situación: no hacer nada,
caer al agua y ahogarse… o salvarse en uno de los dos témpanos. La
pregunta para la socialdemocracia es en cuál de los témpanos se salvará:
¿el de los anywheres o el de los somewheres?
El autor de estas líneas aboga decididamente por salvarse en el témpano de los somewheres. Hay razones de principios y estratégicas para ello. (...)
Ahora, una parte no insignificante de los somewheres
ve peligrar cada vez más este nivel de prosperidad, participación
política y reconocimiento social que habían alcanzado. Sienten que los
tiempos no mejoran sino que empeoran. Si la socialdemocracia quiere
permanecer fiel a su identidad de «protectora de los desfavorecidos»,
entonces también debe estar de su lado en los conflictos de intereses
del capitalismo globalizado.
La segunda es una dimensión estratégica. Se refiere fundamentalmente al
futuro de los sistemas políticos de Europa. La negativa de los partidos
tradicionales a defender los intereses de la parte de la población con
simpatías «comunitaristas» deja sin representatividad a este gran número
de votantes –en la mayoría de los países es probable que sea 50% de
ellos– o los entrega a los nuevos movimientos «populistas» de derecha e
izquierda.
Entre los comunitaristas somewheres, la proporción de personas socialmente más vulnerables es significativamente mayor que en la mitad de los anywheres.
Lo que se está abandonando políticamente aquí es justo la base
histórica de la izquierda. Es posible imaginar el impacto de este
proceso en el sistema de partidos de Europa.
Los efectos en la izquierda también: se hace a sí
misma redundante. Porque el témpano de los «cosmopolitas» ya está
bastante poblado, especialmente en Alemania. Allí retozan los Verdes, la
Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel, la Izquierda (Die
Linke) y partes del Partido Democrático Libre (FDP). No hay allí mucho
lugar para la socialdemocracia.
La medida de ello la dan las recientes
elecciones en Baviera, donde el Partido Socialdemócrata de Alemania
(SPD) apostó todo a un aumento del «cosmopolitismo» en su perfil
político. Muy distinto es lo que pasa en el segundo témpano: hasta
ahora, de él se ocupa casi únicamente la Unión Social Cristiana de
Baviera (CSU).
Pero alguien más está tratando ahora de abordar este
prometedor témpano vacío: Alternativa para Alemania (AfD). Y ya tiene un
pie puesto en él. Si se le entrega este espacio social sin luchar, su
crecimiento allí amenaza con ser enorme.
La izquierda europea no puede esperar mucho tiempo más
para decidirse por uno de los dos témpanos. En los próximos años, la
deriva no será más débil sino más fuerte.
Por supuesto, hay contraejemplos, no menos importantes, en Escandinavia.
Las catástrofes anunciadas no se produjeron. Pero la condición para
ello fue un drástico golpe de timón de las socialdemocracias locales, por ejemplo, en materia de política migratoria,
con un claro giro hacia las posturas comunitaristas.
En este sentido,
podría entonces haber un margen para una política de «tanto esto como lo
otro», con la que sueñan Krell y Hollenberg. Pero en este momento, el
«tanto esto como lo otro» consistiría más bien en retomar seriamente la
defensa de los somewheres y sus intereses, en lugar de perderse definitivamente en un La La Land liberal de izquierda." (
Ernst Hillebrand
, Nueva Sociedad, Noviembre 2018)
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