"(...) Este sábado, el espectáculo no sólo estaba sólo en la calle. También
estaba en las caras desconcertadas de la CNN, de Francia 2, y de casi
todos los medios audiovisuales.
La estupidez y el asombro tiene una
misma raíz etimológica. Los trompetistas del “macronismo revolucionario”
han vuelto a sus viejas categorías, las categorías del viejo mundo.
Ahora titubean entre calificar de extrema derecha o de extrema izquierda
a los chalecos amarillos (...)
Los medios comunicación han entrado en pánico manifestando en plena luz del día su odio el levantamiento popular. (...)
Se dice que el presidente de la sociedad de la prensa descubrió
horrorizado que”los chalecos amarillos no son el resultado de activistas
sino de personas comunes y corrientes”. (...)
¿ nos odian tanto? se preguntan. La respuesta a sus lamentos es Sí, y
por las mejores razones del mundo. Después de décadas, ha llegado el
momento de cobrarse tanta humillación. Digámoslo ahora mismo, hay
demasiados retrasos y por demasiado tiempo.
Desde las huelgas de 1995, ha crecido la conciencia que los medios de
comunicación son vasallos al poder. Los medios han trabajado
incansablemente para que la población acepte un neoliberalismo que se
profundiza cada vez más . (...)
El sufrimiento se transforma químicamente en ira, en la misma
proporción de lo que se ha negado. Entonces, todo puede pasar, y no
debemos sorprendernos. Nada se respeta cuando todo ha fallado; los
diputados, los bancos, las mansiones, las prefecturas policiales.
Es cierto que para aquellos que han vinculado su posición y sus
ventajas con las circunstancias del momento, y que no han dejado de
repetir que no había otro mundo posible, la irrupción de un proceso
radical no deja más solución de una lectura : “es aberrante”,
“monstruoso”, o mejor aún, es “violento”. Hay que calificarlo de
“marginal” y “bárbaro” para justificar el uso represivo de la fuerza
policial. Estas dos caracterizaciones ya no son creíbles en Francia
En efecto, los “chalecos amarillos” ofrecen una figura oximorónica,
incomprensible para los poderes. De aquellas “buenas personas” que se
manifestaron al principio a “locos enfurecidos”.
Veamos qué ha pasado : si el pueblo se enfurece es porque lo
empujaron al límite. Después de 30 años de neoliberalismo (y 18 meses de
guerra social macroniana) grupos sociales enteros han sido empujados al
límite.
El régimen cree que lo que no se habla en sus exclusivos círculos no
existe. Los medios de comunicación no vieron venir a los “locos
indignados”. Pero aquí están, son consecuencia de una larga y silenciosa
acumulación de ira; acaban de romper los diques. (...)
Los chalecos amarillos no serán fácilmente llevados de vuelta a casa.
Peor aún, las “buenas personas” que fueron a las primeras
manifestaciones, ahora han experimentado en carne propia la violencia
policial. Estas “ buenas gentes” al principio quedaron aturdidas. Ahora
algunos cargar paletas en una rotonda para construir una barricada.
Apostamos porque un gran cambio se está produciendo en sus mentes.
Todas las personas que desde el 2016 hasta el 2018 se manifestaron
pacíficamente hoy son calificados como “matones ultras violentos ”,
viven la agresión policial y la violencia de los medios de comunicación. (...)
La población demostraría instantáneamente su indignación si tuviera la
oportunidad de ver la décima parte de lo que los medios de comunicación
tradicionales ocultan sistemáticamente los videos con una anciana
sangrante o los jubilados gaseados después de una carga policial. (...)
A pesar que hay cientos de manifestantes gravemente heridos y por lo
menos un par de muertos , por las armas policiales, todavía ni un solo
medio de comunicación audiovisual importante ha transmitido que está
pasando con aquella gente que hace un mes llamaron “buenas personas” .
Hay una manipulación general de la violencia. Sabemos cuando se inicia y no cuando termina. Puede llevarnos muy lejos.
¿Quién sino Macron ha desatado la violencia? Declaró la guerra contra
su pueblo con la acción policial (y tal vez pronto una acción
militar) en compañía de los medios de comunicación que ya han declarado
la guerra simbólica al pueblo.
Los ofendidos han estado mucho tiempo sin decir una palabra, han
soportado las agresiones económicas, el desprecio de las elites, las
mentiras de los medios de comunicación, la brutalidad policial. (...)
Aunque el poder se esfuerza por volver a lo que podría llamarse la
“sumisión voluntaria” (o “la situación de La Boétie”) el velo se ha roto
y la cruel realidad del poder desnudo se impone.
En el otro lado el movimiento se sabe numeroso pero todavía hay un
buen margen para seguir creciendo.
Lo veremos pronto: se sumarán los
estudiantes de secundaria, los universitarios , los paramédicos, los
agricultores, y muchos otros. Ellos , las elites son muy pocos y reinan
sobre nosotros que somos la mayoría.
Pero ¿y el ejército? El adolescente travieso que está en el Elíseo es
capaz de cualquier tontería : no solo usa granadas contra su población
(que son armas de guerra) también ha colocado francotiradores con armas
de fuego en los edificios parisinos. La imagen es tan impresionante que
Le Monde, también se está preguntando si no ha llegado el momento de
dejar de apoyar a su protegido. (...)
El poder es odiado porque sistemáticamente se ha hecho odioso. Hoy está
pagando una factura que viene desde muy lejos. Y cuando el poder sólo
puede aferrarse a la represión, (tal vez con a una deriva militar) no
merece otra cosa que caer." (Frédéric Lordon , filósofo y economista, Krítica, 09/12/18)
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