"Sea el que sea el gobierno que se forme en el Reino Unido después de
las elecciones del 12 de diciembre, se enfrenta a un inmenso desafío. La
economía británica está hecha un desastre y su sociedad está
completamente dividida.
Después de diez años de políticas de
austeridad bajo gobiernos conservadores / liberal-demócratas, los
servicios públicos y los beneficios del estado de bienestar se han
reducido hasta la médula. ¡La pensión estatal británica es la más baja
de Europa! La sanidad pública, el NHS, después de haber sido vaciado a
golpe de subcontrataciones y privatizaciones de servicios, y asfixiado
financieramente, está de rodillas.
La atención social a ancianos y
enfermos ha sido diezmada y / o es terriblemente costosa. El tamaño de
las aulas escolares es mayor que nunca, las universidades están en
bancarrota y los estudiantes acumulan enormes deudas.
La escasez de
viviendas es tan grave que los jóvenes se ven obligados a vivir en casa
de sus padres o en alojamiento de alquiler privados, abarrotados e
inadecuados. El transporte es una pesadilla cara: los precios del
ferrocarril, la energía y el combustible se encuentran entre los más
altos de Europa.
La desigualdad de riqueza e ingresos es tan alta
como en la década de 1930. Mientras que Gran Bretaña se jacta de tener
135 mil millonarios, 14 millones de británicos están oficialmente
clasificados como pobres y 4 millones de niños viven en la pobreza. (...)
Millones trabajan como autónomos mal remunerados en la nueva ‘gig’
economía, y un millón de personas trabajan con contratos precarios por
debajo del salario mínimo oficial; mientras que los discapacitados y
enfermos se ven obligados a trabajar con salarios bajos porque se les
eliminan los beneficios.
Todo esto mientras la gente en Gran
Bretaña se divide sobre si es mejor abandonar la Unión Europea o no; si
Escocia e Irlanda del Norte deberían romper con la Unión; y si la
inmigración es buena o mala para la economía y la sociedad.
Más
importante aun, en el frente económico, el crecimiento de la producción
nacional de
Gran Bretaña se está desacelerando aunque la población
crece, lo que hace cada vez más difícil proporcionar los recursos para
enfrentar estos desafíos. El crecimiento económico de Gran Bretaña está
desapareciendo rápidamente. (...)
Esto se debe a que la inversión de las grandes empresas se está
contrayendo, en parte debido a la incertidumbre de lo que sucederá
después del Brexit y en parte porque los inversores nacionales y
extranjeros ya no esperan un gran retorno de su inversión en Gran
Bretaña. Con la caída de la inversión viene un bajo crecimiento de lo
que cada trabajador en Gran Bretaña puede producir. Y el bajo crecimiento de la productividad significa un bajo crecimiento económico permanente. (...)
El capitalismo británico es una "economía rentista",
concentrada en servicios financieros, inmobiliarios y comerciales, más
que cualquier otra economía importante. Después de haber ayudado a
desencadenar el colapso financiero mundial y la Gran Depresión en
2008-2009, la ciudad de Londres no ha hecho nada desde entonces para
apoyar a las empresas del Reino Unido, especialmente las más pequeñas.
Los préstamos a pequeñas empresas han caído. En cambio, los préstamos
bancarios se han volcado en bienes raíces.
Así que, ¿qué hacer? El manifiesto electoral del Partido Laborista
del Reino Unido asume el desafío. La cuestión subyacente clave de la que
todo depende es encontrar la manera de aumentar la inversión en
proyectos que mejoren la productividad y en una fuerza laboral mejor
capacitada y cualificada, con trabajo decente y salarios que permitan
vivir dignamente. En este sentido, los laboristas están haciendo serios
intentos para revertir el declive de la industria británica.
Primero,
buscan lanzar un New Deal verde que redirija recursos de las
actividades improductivas y, en cambio, sirvan para frenar la
aceleración del calentamiento global invirtiendo en proyectos de energía
renovable que faciliten cientos de miles de trabajos que permitan
especializarse en proyectos ecológicos.
En segundo lugar, buscan
recuperar la propiedad pública de las compañías clave de energía y agua,
poniendo fin a la estafa del público por parte de los actuales
monopolios privados. El transporte ferroviario y en autobús también
volverá a ser público, terminando así con la derrochadora anarquía de
las rutas franquiciadas y unos servicios de autobuses locales
ineficientes y costosos.
Y los laboristas prometen ofrecer Internet de
banda ancha súper rápido y gratuito a cada hogar dentro de diez años, a
la mitad del coste del sector privado, al hacerse cargo del departamento
de banda ancha de BT. Y Royal Mail volvería a ser la propiedad pública.
Las compañías más grandes tendrán que repartir a sus trabajadores
acciones de la compañía con derechos de representación en sus
directorios. Y se restablecerían los derechos de negociación colectiva,
revirtiendo las leyes antisindicales de Thatcher. Estas medidas
proporcionarían un nuevo impulso para la inversión y el empleo.
Y
tercero, los laboristas ampliarían la inversión pública para compensar
la falta de inversión de las empresas privadas. El Partido Laborista
crearía una Junta de Inversión Estratégica para coordinar I + D,
servicios comerciales y flujos de información. Establecería un banco de
inversión estatal para invertir £ 25 mil millones al año en proyectos e
infraestructura. Introduciría un nuevo servicio bancario para pequeñas
empresas basado en las oficinas de correos.
¿Cómo se pagará todo
esto? En las condiciones existentes, el Partido Laborista planea
aumentar los impuestos de IRPF al 5% más rico (es decir, más de £ 80,000
al año); y quiere recuperar los impuestos que actualmente no pagan las
grandes empresas y los ricos a través de paraísos fiscales y la evasión,
¡que se estima en unos 25 mil millones de dólares al año! Los
laboristas estarían dispuestos a aumentar la deuda del gobierno para
financiar más gastos en salud, educación y algunos de los proyectos a
más largo plazo.
Dado que las tasas de interés están en su punto más
bajo en 60 años, el coste de esta nueva deuda supondría poco a los
costes del presupuesto anual. Además, las inversiones planificadas
deberían generar mayor productividad y crecimiento y, por lo tanto, más
ingresos fiscales. Se
estima que el coste de nacionalizar la energía, los ferrocarriles, el
agua y las telecomunicaciones se cubriría con los ingresos de estos
sectores dentro de siete años.
Contrariamente a la reacción de
los medios, esto no supondría que el Reino Unido tuviera el mayor gasto
público de las principales economías. Como demuestra la Fundación Resolución,
elevaría el tamaño del gasto público como parte del gasto anual total a
alrededor del 45% del PIB, en el rango medio de las economías de la
OCDE.
Como dice Simon Wren-Lewis, en un artículo bastante explicativo, "otra forma de decirlo es que el Reino Unido se acercará más al promedio europeo y se distanciará del nivel de EEUU / Canadá".
¿Puede
funcionar este plan para convertir a Gran Bretaña en una sociedad más
próspera, más igualitaria y más unida? Mucho depende de tres cosas.
Primero, ¿bastará un banco estatal y una junta de inversión para
reconvertir la economía rentista de Gran Bretaña y reorientarla hacia
áreas más productivas para el empleo? El
Partido Laborista no propone nacionalizar y controlar los cinco grandes
bancos o las principales compañías de seguros y fondos de pensiones.
Sin embargo, estos continuarán proporcionando la mayor parte de los
posibles fondos de inversión (alrededor del 15% del PIB en comparación
con el 4% del estado, en el mejor de los casos). Eso debilitará la capacidad de un gobierno laborista para ofrecer mejoras reales en inversiones, servicios e ingresos.
La reforma fiscal y otras medidas laboristas para redistribuir los
ingresos y la riqueza de los súper ricos al resto también son muy
limitados.
De hecho, aunque el Partido Laborista planea aumentar el
gasto en el NHS un 4% anual, sigue siendo menos que bajo el gobierno de
Blair y apenas es suficiente para satisfacer las necesidades de una
población que envejece rápidamente. Las medidas laboristas solo harían
una pequeña mella en los niveles extremos de desigualdad.
En
segundo lugar, está la reacción inevitable de las grandes empresas y los
medios de comunicación. Harán lo imposible para bloquear y revertir los
planes laboristas y aprovecharán cualquier señal de fracaso para ello.
Por lo tanto, existe un grave riesgo de que los planes relativamente
modestos del Partido Laborista para reequilibrar la riqueza y el poder
dentro del país puedan fracasar
Las grandes empresas y los ricos ya han
amenazado con llevarse su inversión y dinero a otra parte y la llegada
al poder de un gobierno laborista radical puede provocar lo que se llama
una 'fuga de capitales', provocando una caída del valor de la libra y
elevando las tasas de interés. El Partido Laborista quizás tenga que
tomar medidas más drásticas como controles de capital. Pero sin el
control de los principales bancos, la moneda estaría amenazada por este
terrorismo financiero.
Y tercero, y más importante, es la alta
probabilidad de una nueva caída mundial de la producción, la inversión y
el empleo. Han pasado diez años desde el final de la Gran Recesión, la
mayor depresión mundial desde la década de 1930.
Se avecina una nueva recesión, ya que las principales economías se están desacelerando significativamente y la guerra comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China se está intensificando,
destruyendo el crecimiento del comercio mundial. Para el año próximo,
el nuevo gobierno británico podría enfrentarse a la quiebra de empresas
británicas, el despido de trabajadores y una huelga de inversiones.
La
única forma de reducirse el impacto de semejante recesión sería que los
laboristas tomaran el control de lo que solía llamarse “los puestos de
mando de la economía": los bancos, las compañías de seguros, los fondos
de pensiones y las compañías estratégicas manufactureras clave en Gran
Bretaña, la energía y otros sectores productivos. Solo entonces sería
posible un plan nacional de inversión y empleo y para combatir el cambio
climático, porque no dependería de la inversión capitalista.
Las
políticas económicas actuales del Partido Laborista se quedan muy
cortas. En cambio, los líderes y asesores del Partido Laborista
descartan de antemano medidas tan drásticas porque piensan que no serán
necesarias y, en cambio, que "un capitalismo regulado y administrado"
aún puede satisfacer las necesidades de los británicos. La historia nos
dice lo contrario." (Michael Roberts , Sin Permiso, 23/11/19)
No hay comentarios:
Publicar un comentario