"Entre el 27 de marzo y el 17 de abril, cuando el sistema sanitario de
Madrid amenazaba con colapsar frente al envite de la pandemia, los
bomberos tuvieron que intervenir en decenas de residencias para retirar
al menos 185 cadáveres de los que nadie se hacía cargo. Las funerarias
estaban totalmente desbordadas. Apenas había ataúdes. Tampoco sudarios.
Y
los cuerpos se acumulaban “desatendidos”
durante tanto tiempo que los formularios oficiales incluso recogieron
la opción de señalar que llevaban “36 horas o más” sin ser trasladados,
según documentos oficiales a los que accedió EL PAÍS. “Hay que priorizar
la retirada de fallecidos [en residencias] que nadie recoge”, refleja
uno de esos escritos, fechado el 27 de marzo, justo cuando comenzaba el
pico de contagios y muertes de la pandemia, que azotó especialmente a los centros sociosanitarios.
“Os queríamos hacer llegar lo crítica que está siendo la
situación de las residencias de ancianos en la comunidad”, se lee en una
nota interna firmada el 27 de marzo por la jefatura del Cuerpo de
Bomberos. “Nos reportan desde Políticas Sociales que cuando el
coronavirus entra en una residencia en pocos días tienen gran cantidad
de infectados, si no todos, y un importante número de fallecidos”,
sigue.
“De las 476 residencias de ancianos, hay gravemente afectadas 37 y
otras 32 que estarán en este estado en pocos días. A esto se unen
también algunas residencias de discapacitados (13 en estado crítico) que
replican problemas casi idénticos”, detalla. Y subraya: “Hemos recibido
orden de la presidenta para que colaboremos con otros servicios para
controlar esta desagradable situación priorizando la retirada de
fallecidos que nadie recoge. Inicialmente requeriremos puntualmente la
colaboración de voluntarios pero lo trasladaremos en seguida a la
guardia para que se desarrollen y resuelvan estas cuestiones de forma
ordinaria”.
En lo peor de la pandemia, las residencias se convirtieron en una trampa mortal. Con los hospitales casi colapsados, las derivaciones de ancianos no alcanzaron a todos los que necesitaban atención médica especializada. En esas semanas críticas,
los recursos de la Administración tampoco llegaron a proporcionar
medios médicos a los centros. Un infierno que se mide en cifras.
En
lo que va de crisis, en las residencias sociosanitarias de Madrid han
muerto 8.236 personas por cualquier tipo de causa. De ellas, 5.987 lo
han hecho por causas vinculadas al coronavirus. Y más de 1.200
estuvieron en seguimiento por parte de los bomberos, según fuentes
sindicales, ya que la recogida de sus cadáveres se estaba demorando más
de lo debido y podía obligar a que el cuerpo interviniera. En total, los
profesionales se hicieron cargo de al menos 185, y concentraron sus
esfuerzos en cuatro días dramáticos: entre el 4 y el 7 de abril, los
bomberos tuvieron que hacerse cargo de una media diaria de 23 restos
mortales en residencias.
“Fue un despropósito y un
drama”, cuenta Israel Naveso, responsable del Sindicato de Bomberos
federado en CSIT Unión Profesional, que reclamó durante lo peor de la
crisis que se movilizaran más recursos y bomberos.
El
parque de Las Rozas, los bomberos de Leganés y los de Fuenlabrada se
volcaron en la recogida de cadáveres, centrándose en los que llevaban
desatendidos más de seis horas. Los parques de Aldea del Fresno,
Coslada, Valdemoro o Tres Cantos se centraron en la desinfección e
inspección de los centros y ambulancias. (...)
“Los fallecimientos han superado con creces la capacidad habitual de
recursos materiales para su gestión y traslado”, se lee en un contrato
para comprar 200 sudarios (por 20.570 euros) con los que trasladar los
cadáveres. (...)
Ocurrió entre finales de marzo y principios de abril: con la región
sumando miles de contagiados y cientos de muertos cada día, nadie podía
hacerse cargo de los cadáveres de algunos ancianos. Hasta que llegaron
los bomberos." (Juan José Mateo, El País, 24/06/20)
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