11.6.20

Santiago Niño-Becerra: "España será rescatada, pero no lo llamarán rescate"

"Entre los galones de Santiago Niño-Becerra (Barcelona, 1951) figura el de haber predicho la crisis de 2008. 

Catedrático de Estructura Económica en el IQS de la Universitat Ramon Llull de Barcelona, ahora vaticina que en otoño España será rescatada. Los eufemismos políticos ya se encargarán de que no pase por un rescate, sino por otra cosa menos "fea": intervención, seguimiento, monitorización o, como dice él, "unas sugerencias".

En todo caso, Niño-Becerra deja claro que la pandemia del coronavirus no ha causado este socavón económico: simplemente ha acelerado un bache del que ya nos había advertido en sus libros. Ahora, el volantazo para esquivarlo se antoja imposible. No conseguiremos, según el economista, enderezar este coche marca España hasta dentro de cuatro años.  (...)

En El crash: tercera fase (Roca Editorial) sostiene que la crisis de 2008 no ha terminado y que seguirá dando sus últimos coletazos hasta dentro de cuatro años.

La crisis de 2008 es sistémica, igual que la de 1873 y la de 1929, que pasaron por fases. En esta hemos tenido una fase 0, hasta mayo de 2010, cuya reacción automática fue hacer obras públicas: el famoso Plan E (Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo).


Después, en 2012, vino la fase de austeridad, cuyo objetivo era rebajar el déficit como fuese, con tipos de interés cero y deudas públicas masivas —o sea, con compras—.
Pero el estímulo de las anfetas se agota en otoño de 2018 y las previsiones de la OCDE y del FMI cada vez son peores. También las del Gobierno español, que no puede cumplir con sus objetivos de déficit. Cuatro años, sí, pero la pandemia lo ha acelerado todo.

Las anfetaminas: todo lo que sube baja…

Así es. El BCE inyectó masivamente dinero gratis en el sistema para sostenerlo y evitar una crisis de deuda —piensa que la prima de riesgo de España estaba aumentando—. Ese freno produjo una economía dopada, cuyo efecto es limitado, porque llega un momento en que los estímulos ya no tiran y hay una caída.

De repente, durante la tercera fase llega la covid-19, en pleno enlentecimiento económico, que tenía que durar hasta 2023-2024. Sin embargo, el coronavirus va a causar un efecto acelerador, que implicará una implementación más rápida de la tecnología, el aumento del poder de las grandes corporaciones y, quizás, la ayuda o el rescate de los Estados, cuyo poder irá a menos. 


Lo estamos viendo con la catarata de ¿ayudas? de los Bancos Centrales a los Estados: estamos pasando de la economía dopada a la economía sostenida.
El Estado, a punto de perder la mayúscula...

La fase de los Estados ha acabado, porque cada vez pintan menos. De hecho, si se suma la facturación en 2019 de las diez principales compañías del mundo, la cifra es mayor que el PIB del Reino Unido.

No obstante, en este momento de shock, el Estado ha puesto la pasta. Bueno, en realidad el dinero lo hemos puesto todos, que somos quienes estamos pagando los fondos para financiar los ERTE, las prórrogas de los impuestos, etcétera. Eso sí, una vez que pase esta fase de ayuda, rescate o llámala como quieras, el Estado empezará a caer y tendrá una menor importancia.

Entiende el coronavirus como la estocada a una economía que ya estaba herida.

Claro, la crisis no fue provocada por el coronavirus, porque la fase de enlentecimiento económico había comenzado en otoño de 2018. Cuidado, porque se está vendiendo la idea de que la covid-19 ha destrozado una situación maravillosa, pero no es cierto. En España y en todos lados estábamos en una fase de caída y de retroceso. La pandemia solo ha empeorado algo que ya estaba mal, lo que pasa es que unos sitios estaban peor que otros.


Por ejemplo, en nuestro país la situación era más crítica que en Dinamarca, Países Bajos o Austria. Hablo a nivel económico, no sanitario, porque el coronavirus también ha afectado a otros Estados. Sin embargo, Países Bajos cerró el año pasado con superávit, mientras que España registró un déficit de 32.000 millones de euros.

¿Prevé un rescate o una intervención en otoño? Disculpe, no es una pregunta, sino una afirmación que hizo usted en su día.

Sí, usted lo ha planteado como una pregunta, y está bien formulada. A día de hoy, la situación está tan degradada que no habrá otra salida. Pienso que no lo llamarán rescate, pero en realidad será eso.

O, por usar un término más suave, una intervención.

El rescate está asociado a cosas muy feas. No creo que haya un rescate como tal, pero sí una intervención, un seguimiento, una monitorización o unas sugerencias...
O sea, un eufemismo.

En el fondo, es lo mismo: "España, ven p’aquí y haz todo esto".

No se le ve muy optimista…

¿Qué es ser optimista? ¿Decir que a todos nos va a ir muy bien y que nos compraremos un Ferrari? ¡Es absurdo! La economía española estaba en una situación muy complicada y el coronavirus la ha empeorado.
Usted comenta que no me ve muy optimista… ¿Nos vamos a morir todos? ¡Hombre, claro que no! ¿Saldremos de esta? Por supuesto, pero más pobres. Bueno, hablo de la media, porque unos cuantos saldrán más ricos...

¿Quiénes se enriquecerán?

Evidentemente, en esta nueva situación hacia la que vamos el elemento fundamental va a ser el capital. La emergencia del coronavirus está beneficiando a alguna gente. Por ejemplo, a las plataformas tecnológicas y digitales, a las grandes corporaciones, a los fondos de inversión y a los grandes tenedores de capital.

Algunos estarán comprando barato y luego…

Efectivamente. Unos están comprando barato para especular, mientras que otros, como Amazon, están batiendo récords de ventas.

El capitalismo seguirá siendo un dinosaurio que seguirá ahí cuando nos despertemos de la pesadilla.

El capitalismo es un sistema económico que sustituye al mercantilista, que a su vez había sustituido al feudal. Tendrá un final y se morirá como todos los sistemas, que duran aproximadamente unos 250 años. Esto quiere decir que, entre 2060 y 2070, el capitalismo desaparecerá.

Después de esta crisis económica y del coronavirus, seguirá habiendo capitalismo, pero será diferente, de la misma forma que el de hoy no se parece en nada al de 1890.

 El modelo va cambiando dentro del sistema. O sea, el modelo es cómo el sistema se manifiesta en cada momento. Y las crisis sistémicas fuerzan al cambio de modelo. Cuando estalla la Gran Depresión, se agota el que había y se sale del crac del 29 con otro diferente, aunque siempre dentro del capitalismo. Pues ahora sucederá lo mismo.  (...)

Incluso se advierten cambios en el concepto de la propiedad privada.

Hay signos que indican que la propiedad privada está muriéndose. Véase el car sharing [vehículos compartidos]: ya no hace falta comprar un automóvil, sino que pagas por usarlo durante el tiempo que lo necesitas. Es decir, ya no es tu coche, tu moto o tu bicicleta.

 Hay otras manifestaciones —como el leasing [alquiler con derecho de compra] o el renting [contrato de alquiler a largo plazo de un bien]— de que el sistema capitalista está perdiendo preponderancia. Sin embargo, usted puede decirme: "Este vehículo que uso de cuatro a seis es de alguien". Pues sí, pertenece a un gran fondo que quizás posee un millón de coches en todo el mundo. Y este es solo un ejemplo, porque con el tiempo veremos más. (...)" 

(Entrevista a Santiago Niño-Becerra, Henrique Mariño, Público, 05/06/20)

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