27.12.21

Si Marhuenda llama a Garamendi el 'marqués de la sumisión'... si habla de la rendición de la CEOE en la reforma laboral... si pontifica que "se ha rendido con armas y bagajes a la vicepresidenta, que cosecha un nuevo éxito con la humillación de los empresarios"... si añade que el dócil Garamendi se ha convertido en un ministro más del Gobierno socialista comunista... si insinúa que la única duda es saber si Sánchez le otorgará la gran cruz de Carlos III o el título de marqués de la Sumisión... si en la votación de la CEOE, cuatro patronales (Foment, la madrileña CEIM, la del campo Asaja y Anfac), no dieron su voto a favor, lo que se interpreta “como una bofetada” a Garamendi por aceptar unas condiciones que estas patronales consideran perjudiciales... está claro que es un buen acuerdo para los trabajadores

 "El Gobierno está muy contento con la rendición de la CEOE en la reforma laboral

Es verdad que era algo previsible conociendo la sumisión de Antonio Garamendi a Yolanda Díaz, pero existía un tenue atisbo de esperanza. No ha sido así. Se ha rendido con armas y bagajes a la vicepresidenta, que cosecha un nuevo éxito con la humillación de los empresarios.

Tras la bendición de Francisco, que le servirá para contar con el apoyo de los medios de comunicación y los periodistas clericales, solo le faltaba someter a la patronal. Hay que reconocer que no ha tenido que esforzarse.

A nadie le sorprenderá que el dócil Garamendi se haya convertido en un ministro más del Gobierno socialista comunista, aunque con la ventaja de que sale gratis y no le pagan nómina directamente. La única duda es saber si Sánchez le otorgará la gran cruz de Carlos III cuando deje de ser ministro porque el PP gane las elecciones. Hay que reconocer que méritos no le faltan e incluso podría ser recompensado con el título de marqués de la Sumisión.

 He conocido la CEOE de los tiempos del prematuramente desaparecido Carlos Ferrer Salat, que era un empresario excepcional y una gran persona. Con Garamendi se ha convertido en un apéndice de la burocracia gubernamental. Ni siquiera de la Administración General del Estado. Ferrer Salat jamás hubiera permitido que la Patronal se humillara, porque tenía muy claro que la dignidad no tiene precio.

La diferencia es que era un empresario que se jugaba su dinero y Garamendi es un ejecutivo con negocietes y muchas ganas de ser admitido en la elite de Neguri, aunque hay que reconocer que tuvo el acierto de enlazar con la burguesía ennoblecida.

Lo que más le gusta al presidente de la CEOE es tratarse con los poderosos, asistir a actos y ver su foto en los periódicos. Me llevé una gran sorpresa cuando supe que cobraba un sueldo por presidir la patronal y recordé a mi amigo Ferrer Salat. Es la diferencia entre un empresario, que no necesita una nómina de la CEOE, y un ejecutivo que la necesita. Al final, se ha convertido en un ministro más a las órdenes de Sánchez, pero sobre todo de Yolanda Díaz que es la gran triunfadora."               ( Francisco Marhuenda , La Razón,  23/12/21)

 

"Malestar en la patronal con Garamendi.

 Garamendi vuelve a ganarse credenciales de pactista y pragmático, aunque a costa de críticas internas que tuvo que sufrir en forma de falta de apoyo de algunas patronales en la votación interna de la CEOE y en declaraciones públicas de líderes empresariales en contra del acuerdo. Es el caso del president de Foment, Josep Sánchez Llibre, que declaró a La Vanguardia que la reforma “supone un paso atrás en la flexiseguridad que necesitan las empresas en sus relaciones laborales, comporta pérdida de competitividad y puede llegar a frenar la inversión”.

 En la votación de la CEOE, cuatro patronales, Foment, la madrileña CEIM, la del campo Asaja y Anfac (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones) no dieron su voto a favor. Unas abstenciones que se interpretan “como una bofetada” a Garamendi por aceptar unas condiciones que estas patronales consideran perjudiciales, según indican fuentes empresariales.

 Las empresas de algunos de estos sectores dependen en gran medida de contratos temporales, por lo que temen cómo les afectará la nueva regulación, que tiene como objetivo declarado acotar y frenar la temporalidad.

Además, algunos empresarios se quejan de que, en la reunión previa del comité ejecutivo de la CEOE del miércoles, es decir, antes de la negociación final no se les entregó ningún documento.

A partir de ahí, se multiplican las quejas por las cesiones en temporalidad, por la prevalencia del convenio sectorial, la recuperación de la ultraactividad y con dudas sobre los artículos que se refieren a la subcontratación.  (...)

Garamendi y su CEOE son rara avis en un país poco dado al consenso entre agentes sociales. Echando la vista atrás, se observa que, de las seis reformas en materia laboral de este siglo, solo una fue por consenso, la de 2006, y en cambio tres de ellas, las de 2002, 2010 y 2012, motivaron convocatorias de huelga general.

El actual presidente de la CEOE ya tuvo que soportar críticas de Pablo Casado cuando apoyó la reforma de las pensiones en julio. De “gran error” calificó el líder del PP aquella reforma. Aunque ciertamente mucho mas duras fueron las que recibió cuando pronunció la frase: “Si las cosas se normalizan, bienvenidos sean los indultos”.              (Jaume Masdeu, La Vanguardia, 24/12/21)

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