11.7.22

El camino hacia la paz en Ucrania debe pasar por Europa... La coexistencia pacífica sólo se logrará a través de negociaciones exitosas entre las capitales europeas y Moscú, excluyendo a Estados Unidos... el fin de la guerra en Ucrania requiere centrarse en las prioridades de seguridad de quienes más tienen que ganar con una solución diplomática: las naciones europeas, no Estados Unidos... un paso clave hacia la paz en Ucrania es que Kiev renuncie a su ambición de entrar en la OTAN mientras se asegura su ingreso en la UE... Esta decisión alejaría el conflicto de la confrontación militar y lo acercaría a la construcción política y económica de Ucrania dentro de Europa

 "El actual enfrentamiento político y militar entre Rusia y Estados Unidos es el indicador más reciente de que la arquitectura económica y de seguridad de Europa debe transformarse para armonizar los intereses estratégicos europeos y rusos.

En otras palabras, el camino hacia el fin de la guerra en Ucrania requiere centrarse en las prioridades de seguridad de quienes más tienen que ganar con una solución diplomática: las naciones europeas, no Estados Unidos. La coexistencia pacífica depende del éxito de las negociaciones entre las capitales europeas y Moscú.

La guerra en Ucrania no empezó el 24 de febrero de 2022, sino que lleva en marcha desde 2014. Entre 2014 y 2022, han muerto más de 15.000 personas, creando un desastre humanitario para Ucrania y su región oriental de Donbás.

El prolongado conflicto ha estado plagado de oportunidades perdidas de acción diplomática, confrontación y pensamiento estratégico limitado.
Esfuerzos de la diplomacia europea

El 16 de junio de 2022, los líderes europeos Emmanuel Macron, de Francia, Olaf Scholz, de Alemania, y Mario Draghi, de Italia, visitaron Kiev por separado del secretario de Estado estadounidense Antony Blinken y del secretario de Defensa Lloyd Austin. Esto demuestra que los europeos tienen la capacidad de llevar a cabo una diplomacia independiente de Washington.

Lamentablemente, el hecho de perseguir la acción a través de una alianza defensiva como la OTAN, en lugar de centrarse en la prevención y resolución de conflictos a través de acuerdos de seguridad colectiva -a través de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), las Naciones Unidas y la Unión Europea- ha debilitado las posibilidades de una solución negociada o mediada.

Sin embargo, las organizaciones de seguridad que podrían estar en condiciones de apoyar un proceso diplomático se han vuelto cada vez más vulnerables en medio de la guerra. La OSCE, por ejemplo, ya no tiene una presencia real en la supervisión del conflicto porque sus representantes han sido atacados, en lugar de ser considerados como intermediarios.

Creemos que un paso clave hacia la paz en Ucrania es que Kiev renuncie a su ambición de entrar en la OTAN mientras se asegura su ingreso en la UE. Esta decisión alejaría el conflicto de la confrontación militar y lo acercaría a la construcción de la resistencia política y económica de Ucrania dentro de Europa.

A Kiev se le ha concedido el estatus de candidato a la UE, lo que le sitúa en la senda de la adhesión a la Unión, pero su candidatura a la OTAN se ha quedado en gran medida en el camino.

Donbás, Crimea

A cambio de la adhesión a la UE, Ucrania debería estar dispuesta a negociar un acuerdo duradero para abordar el estatus de Donbás, Crimea y otros territorios, ya que la ocupación rusa de los mismos se consolida mediante la anexión.

Tanto Luhansk como Donetsk fueron objeto de un decreto emitido por el presidente ruso, Vladimir Putin, tres días antes de invadir Ucrania, que reconocía el controvertido estatus separado de estos dos oblasts. A medida que la guerra avanza, Rusia está tomando el control político y económico de facto de estas zonas.

Al mismo tiempo, las condiciones necesarias para reintegrar los territorios ocupados por Rusia en un Estado ucraniano altamente centralizado no existen en este momento. Por lo tanto, como mínimo, la descentralización debe formar parte del proceso de negociación, tal y como se estipula en el Acuerdo de Minsk de febrero de 2015, destinado a detener los combates en la región.

La UE y la OSCE están en mejor posición para apoyar la descentralización de Ucrania, ya que tienen la capacidad de supervisar y reforzar los derechos de las minorías entre los estados candidatos y miembros donde los derechos políticos, culturales y lingüísticos se han debilitado.

A la hora de elegir entre el compromiso o la continuación de la guerra, Putin y el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky tendrán que dar pasos tangibles y medibles hacia la desescalada.

Esto incluiría un acuerdo para establecer una zona de alto el fuego. Un alto el fuego podría significar más esfuerzos para reducir las tensiones, incluida la retirada de las fuerzas cuando sea posible, el aumento del número de puntos de paso a través de las zonas de amortiguación y las líneas de contacto, la eliminación de las minas terrestres y el retorno de la población a sus tierras.

Más allá de este importante primer paso, ambas partes deben estar dispuestas a llegar a un acuerdo sobre la soberanía e independencia de Ucrania, en el que se respeten y apliquen los derechos de las minorías.
La UE debe desempeñar un papel importante

Algunos expertos han defendido que la soberanía ucraniana debe ser defendida por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos), más la Unión Europea y Turquía.

Se trata de una tarea difícil, dado que Moscú percibe a Estados Unidos como un actor clave en el apoyo a una guerra por delegación en Ucrania. Por eso es crucial que la UE y la OSCE actúen como intermediarios.

Un segundo paso en la agenda debe ser la negociación del estatus especial de los territorios actualmente bajo control ruso, incluyendo Donbas y Crimea.

Las reclamaciones en disputa sobre Crimea deben incluir resoluciones sobre recursos compartidos, intereses comerciales comunes y la seguridad de la flota rusa en Sebastopol.

Un tercer paso es mantener el acceso y la movilidad seguros y libres en todo el Mar Negro, sin obstáculos de minas, bloqueos y embargos.

La normalización de las relaciones entre Rusia y Ucrania aportaría estabilidad a la región gracias a la libertad de circulación de personas y mercancías. Si la población local no ve beneficios tangibles inmediatos, la prolongación del conflicto seguirá erosionando la confianza que pueda tener en una solución duradera.

Un modelo de resolución

Para alcanzar estos objetivos, la llamada fórmula Steinmeier - que es la base de los protocolos de Minsk II - ofrece a los negociadores una plantilla para el proceso.

Una reducción gradual de las tensiones es posible si las partes adoptan un enfoque sistemático que se centre en los aspectos en los que es probable que se llegue a un acuerdo, incluido el mencionado alto el fuego y la creación de zonas de seguridad, antes de pasar a cuestiones más espinosas como las fronteras fijas.

Por desgracia, desde el inicio del conflicto en febrero, los canales diplomáticos de Occidente con Moscú se han reducido a unas pocas llamadas telefónicas entre Macron, Scholz y Putin. El endurecimiento de las posiciones de ambas partes ha impedido cualquier acuerdo sólido sobre los corredores humanitarios.

Para evitar un conflicto congelado -en el que los combates han terminado pero no hay un tratado de paz- habrá que levantar las sanciones a Rusia en función de su contribución a un resultado constructivo y duradero.

Ucrania, por su parte, debe convencerse de que una guerra prolongada no hará más que disminuir las perspectivas de estabilidad económica y política a largo plazo, con lo que la probabilidad de adhesión a la UE disminuirá rápidamente con el tiempo."


(David Carment es profesor de Asuntos Internacionales en la Universidad de Carleton y Dani Belo, es profesor adjunto de Relaciones Internacionales en la Universidad de Webster, Asia Times, 11/07/22; traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator)

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