"El 9 de abril, cuando se derrumbaban las acciones en Wall Street y en el resto del mundo, hubo ventas masivas de títulos del Tesoro. “Los bonos del Tesoro estadounidense se están liquidando a un ritmo poco común, niveles que históricamente han provocado algún tipo de intervención por parte de la Reserva Federal”, señaló Lale Akoner, analista Global de Mercados de eToro. Producto de estas ventas cayeron los precios de los títulos, con su contrapartida, el aumento de los rendimientos: el miércoles 9 de abril la tasa del bono a 10 años pasó del 3,9% al 4,5%; la tasa del bono a 30 años subió a 4,79%. Fue la mayor suba desde la pandemia, en 2020. Dado que se referencia en la tasa de los bonos públicos, la tasa hipotecaria a 20 años llegó a subir 20 puntos básicos. También subieron los rendimientos de los bonos corporativos con menor calificación (junk bonds). Y bonos de Gran Bretaña, Australia y Japón.
En los días posteriores los rendimientos bajaron (o sea, se recuperaron los precios de los bonos), pero queda el interrogante del por qué de la caída de los títulos. En especial porque fue a contramano de lo ocurrido en crisis anteriores, en las que los inversores que salían del mercado bursátil demandaban títulos del Tesoro, a modo de refugio. Por ejemplo, cuando estalló la crisis financiera de 2008-2009 los títulos del Tesoro subieron. ¿Por qué no ocurrió algo similar en la presente crisis?
Tres explicaciones
Una primera explicación que se ha dado de la caída de los precios de los títulos del Tesoro es que China salió a vender masivamente, en respuesta a la guerra comercial desatada por Washington. Es una explicación plausible, pero nada indica que China haya aumentado significativamente la venta de bonos en los últimos días. Más importante, la tenencia china de bonos del Tesoro de EEUU ha venido disminuyendo en los últimos años; hoy ronda los US$ 0,8 billones.
Una segunda explicación (adelantada entre otros por analistas del UBS) es que fondos de cobertura (hedge funds) se vieron forzados a desarmar posiciones que apostaban a la suba de los activos. Estos fondos operan con alto grado de apalancamiento. De ahí que cuando el mercado no se mueve en el sentido en que han hecho sus apuestas (al alza o a la baja) necesitan hacerse de liquidez a cualquier precio, ya sea porque deben reponer garantías estipuladas en los contratos con los prestamistas, como devolver el dinero a los clientes que piden el reembolso de sus inversiones. De ahí las ventas forzadas de títulos del Tesoro, que son altamente líquidos (sobre los mecanismos del apalancamiento, aquí).
La tercera explicación de la caída de los precios de los bonos tiene que ver con una cuestión fundamental: la desconfianza de los inversores. Esto es, la demanda de los títulos del Tesoro no habría aumentado en la medida en que aumentó la oferta porque estaría disminuyendo la confianza de los inversores. Por eso, los bonos y letras del Tesoro no fungieron, ante la crisis, como reservas de valor. En palabras de un analista de Bloomberg, “se ha mandado un mensaje… la confianza del inversor ya no se puede considerar garantizada. Se plantea la posibilidad de que EE UU se esté convirtiendo en un lugar menos atractivo para invertir a largo plazo. La imprevisibilidad de las políticas y el menor crecimiento pueden generar una mayor preocupación por la sostenibilidad fiscal”.
Señalemos dos antecedentes: en 2011
Standard & Poor bajó, por primera vez en la historia, la
calificación de la deuda de EEUU, de AAA a AA+. Y Fichte hizo lo mismo
en 2023. El argumento fue el creciente déficit fiscal y “la falta de
gobernanza”. El efecto no fue relevante, en términos prácticos, pero
manifiesta el temor de que en algún momento EEUU no pueda pagar su
deuda. O que deba aumentar significativamente las tasas ofrecidas para
refinanciar la deuda. Lo que agravaría considerablemente el peso de los
servicios de deuda, además de repercutir en el valor del resto de los
activos financieros. (...)
La perspectiva de una crisis del dólar en tanto dinero mundial
Por lo desarrollado, se plantea una contradicción entre el rol del dólar como moneda nacional y su rol como dinero mundial. Es que, en tanto moneda nacional, y según los patrones clásicos del comercio internacional, debería depreciarse, dado el déficit en la cuenta corriente. Pero en su rol de dinero mundial, es imprescindible que encarne valor y sea medio de atesoramiento. Agregando que ese rol explica la entrada de capitales y el consiguiente financiamiento de los déficits.
El tema es, sin embargo, que el dólar como moneda mundial flota sobre un mar de deudas, y esto es intrínsecamente contradictorio con su papel de dinero mundial. Las necesidades de financiamiento de los dos déficits (cuenta corriente y fiscal) siguen creciendo. Por caso, en 2025 el gobierno de EEUU debe refinanciar deuda por US$ 7 billones. El déficit en cuenta corriente no se achica y las medidas proteccionistas que acaba de implementar Washington solo empeorarán las cosas. La perspectiva de una recesión global (en el marco de sobreproducción, guerras de precios y enfrentamientos geopolíticos) es real. Una depresión global dispararía una gigantesca destrucción de valores. El dólar no sería inmune a ella. Sin embargo, en tanto moneda mundial, debe ser poder, “la forma siempre pronta, absolutamente social de la riqueza” (Marx, El capital, p. 160, t. 1). Es desde ese lugar que “funciona como medio general de pago, medio general de compra y concreción material, absolutamente social de la riqueza en general” (ibídem, p. 175). Esta contradicción, entre el rol del dólar como dinero mundial, y las gigantescas deudas que se acumulan, es la causa última de la desconfianza de los inversores.
Los síntomas no son nuevos. En los últimos años China, Rusia (antes de la invasión a Ucrania) y Turquía han estado comprando oro. También India, en 2024. Entre 2022 y 2024 bancos centrales compraron más de 1000 toneladas de oro por año. El justificativo: “es el dinero sin riesgo”. También “es el único activo que no es pasivo de ningún gobierno”. A su vez, China, Arabia Saudita y Brasil han bajado la tenencia de títulos del Tesoro.
La caída de los precios de los títulos del Tesoro en la crisis en curso es otro llamado de alerta. Todo indica que la mencionada contradicción que atraviesa al dólar debería desembocar, en algún punto, en una crisis monetaria y financiera de proporciones. Por ejemplo, si los inversores comienzan a pedir más tasa para financiar el déficit fiscal de EEUU; o si se frena la entrada de capitales a EEUU. En esta última eventualidad habría una crisis en la balanza de pagos que empujaría a una devaluación del dólar. Con el agravante que EEUU puede pagar sus deudas emitiendo su propia moneda. Si ocurriera, se aceleraría la depreciación del dólar y los acreedores (bancos centrales, entidades financieras, empresas y otros tenedores de títulos del Tesoro) sufrirían pérdidas gigantescas. Cualquiera de esos escenarios, desataría crisis al interior de los países afectados. En particular, será necesario seguir la evolución de la crisis inmobiliaria que se está desarrollando en China. Así como los cambios que están ocurriendo a nivel geopolítico, que por momentos apuntarían a la formación de bloques económicos en creciente tensión."
(Rolando Astarita , blog, 15/04/25)
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