Si en el pasado la isla vivía de la pesca, la liberalización de la circulación de capitales provocó un boom de la industria financiera, que ha crecido por encima de sus posibilidades gracias a sus filiales en el exterior y la banca por Internet. (...)
La reacción del Gobierno Británico al saber que Islandia no se hacía responsable de los depósitos por 4.200 millones suscritos por 300.000 particulares británicos ha sido contundente. El primer ministro, Gordon Brown, se ha comprometido a garantizar a sus ciudadanos que el Gobierno Británico responderá de esos depósitos, ha asegurado que llevará a Islandia a los tribunales para que pague la factura y ha requisado todos los intereses islandeses en las islas británicas, que algunos evalúan en 9.600 millones de euros.
Los islandeses comprenden que el Reino Unido quiera defender los intereses de sus ciudadanos, pero el primer ministro Haarde se ha declarado ofendido por la decisión de Londres de utilizar la legislación antiterrorista aprobada tras el 11-S para congelar los bienes islandeses en las islas británicas." (El País, ed. Galicia, Economía, 11/10/2008, p. 28)
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