Así, en Europa, no se habla ahora más que de "crisis del euro", de posibles "defectos" por parte de ciertos Estados, como si éstos fueran los responsables de la catástrofe, olvidando ya lo que ha hecho estallar la crisis mundial en el origen de la desestabilización del euro: el ahogo de las hipotecas basura y, más fundamental, del mercado inmobiliario en EE UU. (...)
xplicación: los unos sostienen que lo que está en el origen de la crisis son solo los préstamos hipotecarios; los otros, que, en Europa, es un defecto de flexibilidad del euro, que no ha sabido adaptarse a las fluctuaciones de coyuntura provocadas por la crisis; otros todavía incriminan la circulación descontrolada de capitales, los paraísos fiscales, la ausencia de transparencia que envuelve la actividad de los actores financieros, el papel de los grandes bancos que están a punto de quebrar pero que no podemos dejar que caigan en quiebra, las estadísticas truncadas de los Estados cogidos en falta, el papel hegemónico y más que egoísta de los gobiernos más poderosos de la zona euro, el sistema monetario internacional enteramente dominado por el G-2 (la alianza de facto entre el dólar y el yuan chino); en fin, el liberalismo desbocado preconizado por la OMC en el sistema de los intercambios comerciales mundiales, que, al poner a competir a unos países con sistemas sociales diferentes, destruyen los logros sociales de los más desarrollados. Podríamos hacer una lista más larga aún de causas y efectos. (...)
Arriesguemos aquí una hipótesis, que los futuros analistas demostrarán o invalidarán. La causalidad en feedback de la crisis es en realidad la pareja contradictoria que se ha establecido, desde el principio de esta globalización liberal, en torno a los años ochenta del siglo XX, entre la extensión de producción infinita de mercancías a bajo precio, que exigía el desarrollo igualmente infinito del consumo, y el recorte salarial en todas partes para producir estas mismas mercancías y para luchar contra la inflación.
En líneas generales: un movimiento mundial de alza del consumo y de deflación global de los salarios bajos y medios.
¿Pero cómo pagar todo lo que es ofrecido con unos salarios bajos? La respuesta es simple: con el crédito, la deuda. Es por eso que estos últimos 30 años han sido los de uno de los más apabullantes endeudamientos de la historia del capitalismo.
Los países de la Unión Europea en dificultades lo saben mejor que nadie: la deuda privada en España es hoy en día una de las más importantes en Europa; el enriquecimiento hipotecario de los hogares españoles ha resultado ser una cuerda de estrangulamiento.
Y si la deflación salarial y el sobreconsumo están en el origen profundo de la crisis, el endeudamiento es el opio. Para detener la catástrofe económica actual, habría pues que consumir menos y aumentar más los salarios.
Pero los mercados no quieren y los Estados son impotentes. ¿Hasta que la calle se haga oír con brutalidad?" (SAMI NAÏR: Consumismo, sueldos bajos. El País, 18/12/2010, p. 12)
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