Sin embargo, entre los economistas circula una explicación más verosímil: el Gobierno irlandés se había planteado rechazar la ayuda de Europa y pretendía declarar la insolvencia de sus bancos, al borde del abismo por aquel entonces.
El resultado hubiera supuesto un duro golpe a los acreedores de los bancos irlandeses, que habrían tenido que renunciar a una parte de su dinero.
Los bancos alemanes se habrían visto afectados de lleno. No es de extrañar, por tanto, que la idea suscitara un vivo rechazo en el Consejo Europeo, muy en particular por parte de Alemania.
La crisis ha regresado al lugar en el que empezó: los bancos. Hasta ahora se partía de la idea de que la crisis financiera se había transformado primero en una crisis económica mundial, y después en una crisis de la deuda y de la moneda.
Hoy se pone de manifiesto que en el corazón del fenómeno se encuentra una doble crisis bancaria: en países como Irlanda, son los bancos los que han permitido que el Estado se endeudara en unas proporciones igualmente vertiginosas.
En países como Alemania, por su parte, la debilidad de los bancos impide que los acreedores del Estado participen en la medida en que deberían en el reembolso de las deudas.
“Una de las razones por las que no se ha dado el paso de reestructurar la deuda en Grecia, o en Irlanda, es que el sector bancario no sería lo suficientemente sólido como para amortiguar las pérdidas que se generarían”, explica Clemens Fuest, experto en finanzas afincado en Oxford.
Europa ha decidido que los ciudadanos pagarán la factura y que los bancos saldrán adelante sin daño alguno. Las deudas privadas se convierten así en deudas públicas. Y cuando no baste con el Estado propio, otros Estados vendrán al rescate.
Los Estados ricos salvan a los Estados pobres con el dinero que les prestan sus bancos. Un ciclo (monetario) que resulta caro.
Si todo este sistema funciona es únicamente porque los bancos han adquirido un poder increíble en relación a los Estados. " (...)En cuanto a la situación de los bancos alemanes, se trata probablemente de uno de los secretos mejor guardados. (...)
Sin embargo, los bancos no tienen ningún interés en aceptar pruebas exigentes e influyen en la organización de las mismas. Podrían llegar hasta el chantaje para librarse de ellas: si los tests son demasiado duros, un buen número de bancos no los superará.
Las personas que han depositado en ellos sus ahorros retirarán el dinero, los bancos quebrarán y los Estados tendrán que acudir en su ayuda.
Es la razón por la que, al parecer, los tests no tendrán en cuenta la eventualidad de un escenario: ¿qué ocurre si un país europeo se declara realmente en quiebra?" (Press Europ, 7 marzo 2011 Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung Frankfurt )
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