La participación del agricultor o ganadero en el precio final de un producto agroalimentario al consumo mantiene una línea de caída hasta situarse solamente en poco más del 20% (...)
El actual desequilibrio y la desigualdad en la distribución de beneficios en la cadena alimentaria responderían fundamentalmente a dos causas. Una, la falta de las adecuadas estructuras para la comercialización. Dos, la existencia de un poder desigual entre todos los participantes en dichos procesos.
El sector agrario es el eslabón más débil de la cadena, que paga los platos rotos de la industria y de la distribución. (...)Las industrias se hallan en el medio de la cadena alimentaria y sobre ellas ejerce su poder la gran distribución, aunque las mismas tienen la ventaja de poder trasladar la presión al sector de origen. (...)
Finalmente, como la parte más fuerte de la cadena se halla una gran distribución, cada día más concentrada, con capacidad para imponer sus exigencias en sus políticas de compras. (...)
Las posiciones de poder en la cadena alimentaria, según denuncian organizaciones agrarias, cooperativas y la propia industria, se traducen en el desarrollo de prácticas comerciales abusivas en las condiciones de compra y pagos, ventas a precios bajos o a pérdidas u otras condiciones que distorsionan los mercados y que van en contra de las reglas de la competencia." (El País, Negocios, 07/08/2011, p. 8)
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