"En uno de los centros de salud del madrileño distrito de Usera de
Madrid hay varios carteles en chino. En uno, según la traducción, se
solicita: “Por favor, vengan con un traductor”.
Es una de las zonas de
la capital con más población extranjera. Una niña con rasgos asiáticos
juega en la entrada, mientras una pareja latinoamericana pide cita.
También hay españoles.
La mezcla es habitual en la zona, sin excepción
del consultorio, del que pronto serán excluidos los inmigrantes
irregulares. Una médica, Raquel Rodríguez, está preocupada porque no se
sabrá “quién se queda sin ser atendido”. Beatriz García, cardióloga del
hospital 12 de Octubre de Madrid, avanza la consecuencia final: “Hay
gente que se va a morir por esto”. (...)
Por su consulta pasan continuamente inmigrantes: “Un tercio de
los 40 totales, más o menos. Depende del día”. Tiene diez años de
experiencia, pero en los cinco meses que lleva en Usera dos pacientes se
han retrasado en sus tratamientos porque les había caducado la tarjeta
para personas sin recursos.
“La asistencia deja de ser universal y pasa a ser puntual, en las
urgencias, por lo que la peor parte es para los pacientes crónicos”,
lamenta Rodríguez. (...)
Bajando las escaleras, la opinión de dos trabajadoras de la recepción
es justo la opuesta. Hablan de “abusos” de algunos extranjeros: “Sacan
la tarjeta sin recursos y luego ponen pegas para las citas porque están
trabajando”, ejemplifican.
“Basta ya de que se aprovechen del sistema y
estén cobrando en negro”, afirma una de ellas, que asegura haber
cambiado su opinión sobre este tema desde que trabaja en la sanidad
pública. Su compañera respalda su postura, aunque apunta que “hay de
todo”, y no todos los inmigrantes son problemáticos, ni todos los
problemáticos, inmigrantes.
Acostumbrada a atender a extranjeros en un consultorio de un
municipio del sur de Madrid, la enfermera Rosa Fernández rebaja la
incidencia de la picaresca: “En todas partes hay malas prácticas, pero
limitar la atención no es la solución”.(...)
Como trabajadora de una consulta de pediatría, teme atender pronto a
niños con padres enfermos y fuera del sistema: “¿De qué servirá
tratarlos de enfermedades contagiosas presentes en sus casas?”.
No poder atender a esos hipotéticos casos, o a cualquier otro
inmigrante irregular, supone además la privación de “un derecho y
obligación de los médicos”, según Beatriz García, del 12 de Octubre.
Pese a que el hospital está en el mismo distrito, García asegura que no
se atiende a muchos inmigrantes.
“Hay pocos hospitalizados, pero alguna
vez se da un caso puntual de alguien que ha venido para una costosa
operación y se usa para justificar decisiones como la de ahora”, asegura
la cardióloga, que rechaza la solidez de ese discurso.
“No se dan
cuenta de lo que implica; hay gente que se va a morir por esto, porque
no se le van a detectar enfermedades que no deberían matarlos en un país
desarrollado”. (El País, 26/04/2012)
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