"Lo que parece una constante en
la UE es el resurgimiento de los partidos neofascistas que atraen un
elevado porcentaje de votos, como el de Wilders en Holanda o el de Le
Pen en Francia, entre muchos otros similares que ya están presentes en
los parlamentos y gobiernos electos (y no electos, como el de Grecia) de
los países de la UE. (...)
Para algunos analistas, como Richard Whitman de Chatham House en
Londres, lo que se está viendo a través de toda Europa es un movimiento
contra quienes detentan el poder, y en donde al no tener posibilidades
de expresar su insatisfacción con los gobernantes, el pueblo “le está
pegando patadas a quienes gobiernan”.
Esta es una visión
simplista y peligrosa, porque hay indicios de que el voto por los
partidos de extrema derecha no es exclusivamente un fenómeno pasajero,
un “voto de protesta” eventualmente conquistable por otros partidos.
Sin
contar con otra tendencia que se perfila netamente en muchos países
europeos, como es la fusión o alianzas explicitas de los partidos de la
derecha tradicional, que están debilitándose al proseguir políticas de
austeridad, con los partidos de extrema derecha, existentes o que están
siendo creados.
En efecto, hay un “voto de protesta”
ejemplificado en una entrevista que publica el diario Le Monde (2) con
un elector que toda su vida votó socialista y que el 22 de abril dio su
voto al FN: «Probamos con la derecha, con la izquierda, hay que probar
la extrema derecha. Y después veremos… »
El 18 por ciento de votos que
el FN recibió es, para este elector, “una advertencia los políticos,
para meterles miedo. Una advertencia a Sarkozy (que) durante cinco años
no hizo otra cosa que ayudar a los ricos”, pero también un “llamado de
atención” a Hollande, por quien este elector votará en la segunda ronda,
“para que no haga lo mismo que (François) Mitterrand, que me decepcionó
en la cuestión de los salarios”.
Pero para Alain Mergier y
Jerôme Fourquet, que efectuaron un estudio “sobre los resortes del voto
FN en los medios populares”, el FN está más enraizado de lo que se
piensa en los sectores más perjudicados por la globalización (3), y esto
tiende a confirmarse en el seguimiento de la localización del voto del
FN.
Una gráfica publicada por el diario Le Figaro (4) tiende a
confirmar este afincamiento del FN en las periferias urbanas, a
distancias de 30 a 100 kilómetros de los grandes centros urbanos, lo que
indica una mezcla de población rural, pequeños productores agrícolas
afectados por la crisis y poco favorecidos por las políticas agrícolas
de la UE, que han sido diseñadas para favorecer a las grandes empresas
agroindustriales y exportadoras de granos y alimentos, así como pequeños
comerciantes arruinados por los supermercados de las grandes empresas
comerciales, y una creciente población desplazada de las ciudades por
los altos alquileres, que sufre además la precariedad laboral.
Y en las
zonas urbanas, donde tienen fuerte presencia el PS y el Frente de
Izquierda (5), la presencia del FN es marginal." (Rebelión, 28/04/2012, 'Las diversas facetas de la crisis europea', Alberto Rabilotta,Alainet)
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