Sonia Burnhill perdió a su marido en el hospital de Staffordshire en 2009
"El primer ministro británico, David Cameron, ha pedido hoy disculpas
públicas por las negligencias “verdaderamente espantosas” que se
tradujeron en la muerte innecesaria de centenares de pacientes en uno de
los hospitales públicos del Reino Unido. (...)
Las cifras de mortalidad registradas por el hospital en aquel periodo
superaron las previsiones estadísticas entre 400 y 1.200 personas y, si
bien resulta imposible establecer que habrían sobrevivido con mejor
atención y tratamiento, sí se ha confirmado que cuando menos fueron
víctimas de una gestión que primaba “la consecución de objetivos
económicos por encima de la calidad del servicio”.
El escándalo mayúsculo, que saltó a la palestra en 2009, ha sido
objeto desde entonces de cinco investigaciones que se saldaron con una
crítica a los patéticos estándares hospitalarios, el abandono voluntario
de algunos de sus gestores y ninguna sanción expresa.
Y ello a pesar
del tremendo relato de los horrores de cómo las recepcionistas
determinaban quién era o no aceptado para su ingreso, de la falta de
formación de las enfermeras para usar los equipos o la inexperiencia de
algunos médicos a los que se encomendaron pacientes en estado crítico.
Tanta era la dejadez, que a veces la bandeja con el almuerzo o la cena
era depositada fuera del alcance del paciente que yacía en la cama. (...)
Si bien es cierto que el caso no puede imputarse directa o únicamente a
la mengua de los recursos económicos que el NHS viene encajando en los
últimos años —porque el trato inhumano a aquellos pacientes carece de
toda justificación— también debe subrayarse que ese contexto idílico que
ambiciona Cameron aparece muy difícil en los actuales tiempos de
recortes drásticos.
Las recomendaciones con las que se ha saldado el
veredicto sobre el hospital de Staffordshire, y que el Gobierno quiere
aplicar en todos los centros del sistema, suponen un alivio para los
responsables del Departamento de Sanidad, que temían la demanda de otra
costosa reforma del NHS que finalmente no deberá ejecutarse.
Porque esa
declaración de buenas intenciones que contiene la enésima investigación
del caso no se centra en la exigencia de un personal cualificado y
suficiente numéricamente (lo cual significa inversión en la sanidad
pública), sino que pone el acento en el comportamiento individual de
cada trabajador independientemente de las condiciones laborales. Y
estas, a tenor del gasto sanitario del próximo presupuesto del Gobierno,
no parecen nada halagüeñas." (El País, 06/02/2013)
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