"Aparentemente,
cuando el banco de inversión estadounidense Lehman Brothers colapsó en
2008 y detonó la peor crisis financiera desde la Gran Depresión, se
formó un amplio consenso sobre la causa de la crisis. Un sistema
financiero inflado y disfuncional había asignado incorrectamente el
capital y, en vez de gestionar el riesgo, lo creó. (...)
Cinco
años más tarde, mientras algunos se felicitan a sí mismos por evitar
otra depresión, nadie en Europa o Estados Unidos puede afirmar que la
prosperidad ha regresado. La Unión Europea recién está emergiendo de la
recaída en la recesión (y, en algunos casos, de una doble recaída),
mientras que algunos estados miembros están en depresión.
En muchos
países de la UE, el PIB se mantiene por debajo, o insignificantemente
por encima, de los niveles previos a la recesión. Casi 27 millones de
europeos están desempleados.
Algo similar ocurre en Estados Unidos: 22 millones de personas que
desean un empleo a tiempo completo no logran encontrarlo. (...)
Sí,
hemos hecho algunas cosas para mejorar los mercados financieros. Hubo
algún aumento en los requisitos de capital, pero mucho menos de lo
necesario. Algunas de las derivadas riesgosas –las armas financieras de
destrucción masiva– han sido incluidas en bolsas de valores. Eso aumentó
su transparencia y redujo el riesgo sistémico, pero aún se negocia un
elevado volumen en opacos mercados no organizados (...)
Las
agencias de calificación de crédito han sido declaradas responsables en
dos juicios privados. Pero también en este caso lo que pagaron fue una
fracción de las pérdidas que causaron sus acciones. (...)
Los
banqueros presumen de haber pagado totalmente los fondos de rescate del
gobierno que recibieron cuando comenzó la crisis. Pero nunca parecen
mencionar que cualquiera que hubiera recibido enormes créditos
gubernamentales a tasas de interés cercanas a cero podría haber ganado
miles de millones con el mero hecho de prestar nuevamente ese dinero al
gobierno.
Tampoco mencionan los costos impuestos al resto de la economía
–una pérdida acumulada del producto en Europa y EE.UU. que supera
largamente los $5 billones.
Mientras tanto, resultó que quienes sostuvieron que la política
monetaria no sería suficiente estaban en lo cierto. Sí, todos fuimos
keynesianos, pero por demasiado poco tiempo. El estímulo fiscal fue
reemplazado por la austeridad, con efectos adversos predecibles –y
predichos– sobre el desempeño de la economía.
Hay en Europa quienes están contentos porque la economía puede haber
tocado fondo. (...)
La
austeridad ha fracasado y no hay perspectivas de un pronto regreso al
pleno empleo (no sorprende que las perspectivas para Estados Unidos, con
su versión más limitada de la austeridad, sean mejores).
El sistema financiero puede ser más estable que hace cinco años, pero
eso implica un bajo listón: en ese momento, se tambaleaba al borde del
precipicio. Quienes se felicitan a sí mismos en el gobierno y el sector
financiero por el regreso de los bancos a la rentabilidad y las tibias
–aunque difíciles de conseguir– mejoras regulatorias, deben centrarse en
lo que todavía resta por hacer.
Solo un cuarto del vaso está, como
mucho, lleno; para la mayor parte de la gente, las tres cuartas partes
están vacías."
(Joseph Stiglitz, Project Syndicate, en Jaque al neoliberalismo, 08/10/2013)
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