"(...) Por lo tanto, es necesaria una reconfiguración de las coordenadas
políticas en las que se desenvuelve el contexto europeo actual en busca
de un nuevo escenario sobre el que construir una alternativa.
Partiendo de esta premisa, un enfoque alternativo para la salida de
la crisis europea podríamos agruparlo en base a cuatro ejes sobre los
que actuar:
En primer lugar, una solución de la crisis de deuda europea pasa por
la reestructuración de ésta en los países deudores, pues la política
seguida hasta ahora de ajuste estructural en estos países con el fin de
maximizar el pago de la deuda a los países acreedores acaba siendo
contraproducente.
Es por ello que una reestructuración de dicha deuda
soportada en parte por los acreedores y la emisión de eurobonos (deuda
mancomunada) por parte del BCE aliviaría el peso del excesivo
endeudamiento en los países periféricos. (...)
Por otro lado, para financiar programas de gasto que favorezcan la
reactivación económica en el caso de España se hace necesaria acometer
reformas estructurales, de manera muy destacada en el sistema
tributario. Esta reforma posibilitaría un aumento en la recaudación a
través de impuestos y dotaría al sistema de una mayor equidad.
Esto
sería posible mediante un aumento de la progresividad fiscal. Es
necesario reducir la diferencia existente entre tipos máximos nominales y
efectivos para las grandes empresas; por ejemplo, eliminando diversas
ventajas fiscales de las que ahora disfrutan.
En tercer lugar, en contraposición a las políticas de devaluación
interna implementadas en los países periféricos de la Eurozona, un
enfoque alternativo pasa por desarrollar una política basada en los
aumentos salariales y el incremento de la participación de las rentas
del trabajo frente a las rentas del capital. Aquí podemos tomar como
referencia postulados postkeynesianos, como el modelo Bhaduri-Marglin
(1990).
Partiendo de la valoración de la recesión económica como un
problema de demanda en unas economías basadas en el consumo y, por
tanto, en los niveles de renta, a corto plazo, una política de rentas
encaminada a favorecer aumentos salariales posibilitaría una
reactivación del consumo, y a su vez esto desencadenaría un ciclo o
espiral positiva de reactivación económica.
Esto también rompería con la
dicotomía deuda-crecimiento que se viene desarrollando hasta ahora en
países como España.
En cuarto lugar, una reforma integral del sistema financiero
internacional ayudaría a que no se repitieran los excesos que
favorecieron la crisis actual. Esta reforma pasaría por la adopción de
diferentes medidas: la implantación de una tasa a las transacciones
bancarias que frene la especulación financiera; la segmentación de las
actividades del sistema bancario para acabar con la progresiva y
creciente concentración bancaria (y el riesgo sistémico que ello
conlleva); reforzar los órganos de supervisión tanto a nivel nacional
como internacional; y un mayor control de capitales con el fin de evitar
flujos de capitales que migren hacia escenarios más desregulados. (...)" (Mario Rísquez Ramos, Econonuestra, Público, 26/09/2013)
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