"(...) La crisis económica, que nació de la desregulación y
podía atajarse de muchas maneras, fue aprovechada para acometer un
cambio drástico en el modelo social. Y, en Europa, para fortalecer a
Alemania.
Buena parte de las medidas que se han tomado tienen por lógica
la de que los bancos de ese país cobren sus deudas. No de otra cosa
tratan los rescates.
En España, el cambio del
artículo 135 de la Constitución fue un escándalo. La nueva redacción,
escrita para contentar a Angela Merkel, viene practicamente a proscribir
el keynesiasmo y, por tanto, buena parte de la historia europea del
siglo pasado.
Los años de la crisis han visto el cambio sucesivo de
leyes para favorecer la concentración bancaria y eliminar el 50% del
negocio que las cajas de ahorro tenían en sus manos.
Es, como ha escrito el profesor Josep María Vallés,
una inmensa y nueva desamortización: "En el XIX, la tierra. En el
último tercio del XX la empresa pública. En el XXI, se entregan las
cajas al capital privado".
Entre tanto, la estructura
de la Renta es un robo. Se le atribuye a Aznar la frase "en España los
ricos no pagan impuestos". Y así es. Si los españoles conociesen cómo
funciona el fisco tal vez habría una revolución. Pagar impuestos a
Hacienda es cosa de pobres y de clase media. ¡Y entre tanto, la OCDE,
ese grupo de prendas, recomienda seguir subiendo el IVA y bajar las
cotizaciones sociales!.
Como estaba programado de antemano, el peso de
los salarios baja en la renta de España, pero el de las rentas del
capital sube: la desigualdad se dispara. El Estado del Bienestar, aquel
modelo social que fue fruto de una cierta coyuntura histórica, de una
cierta relación de fuerzas y, por tanto, de unos ciertos miedos y
esperanzas, se va disolviendo en el tiempo.
Esa es la
cuestión: el capitalismo funcionaba mejor cuando había algo que lo
moderaba, fuese la existencia de la URSS o los movimientos obreros.
Algunos vimos el eclipse de los partidos comunistas, ahora contemplamos
el de los partidos socialistas. El motivo: que el capital no quiere
pactar la pervivencia del modelo social europeo. Y los partidos
socialistas tenían su razón de ser, precisamente, en ser los
signatarios, por el otro lado, de ese pacto.
El
capital, al contrario, está empeñado en hacer "reformas estructurales",
es decir, proceder a la destrucción pausada del Bienestar tal y como lo
conocimos. Merkel siempre repite,
con afán misionero, que Europa representa el 7% de la población
mundial, el 25 del PIB y el 50% del gasto social.
Está sugiriendo que,
para competir en el mundo global, la última cifra es insostenible. Es un
"silogismo devastador" como lo denominó Martin Kettle en The Guardian. Empobrecer a la población europea es el proyecto en curso, lo que se busca, y no una consecuencia inesperada de la austeridad." (Antón Baamonde, eldiario.es, 13/09/2014)
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