"(,...) Se registra una mejora cierta, pero demasiado anémica, en parte
porque el entorno no acompaña: ralentización china, recesión brasileña,
agotamiento del descenso del tipo de cambio del euro (hasta un 20% en
relación con el dólar) como acicate del aumento exportador.
Sea por la
razón que sea, el crecimiento del PIB del área euro es bajo en
comparación con el de EE UU (alza del 3,9% en el segundo trimestre; del
1,5% en el tercero).
Y la inflación dista mucho del objetivo oficial del 2%. Se acerca
demasiado al cero, y este, al menos algo: "El riesgo de deflación es
relevante", se deletrea en el Consejo del BCE. Se avizora el peligro de
la enfermedad japonesa, el estancamiento secular, la imposibilidad de
crear empleo.
Fráncfort completa hoy la panoplia de sus mecanismos para relanzar la
economía de los Diecinueve. Esta estrategia de perseverancia expansiva
debería conllevar ingentes beneficios, similares a los producidos en EE
UU.
Aunque acarree la doble desventaja del retraso en el calendario
(quien da primero, da dos veces) y de la mala compañía de una política
presupuestaria aún demasiado restrictiva (el problema de remar contra
corriente). (...)
Todos esos daños colaterales son muy posibles. Pero el peor infierno es
la deflación y el estancamiento. Y para evitarlo no bastará la política
monetaria del BCE. ¿Qué hacen los demás?" (
Xavier Vidal-Folch , El País,
3 DIC 2015)
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