6.12.15

El TTIP traerá una pérdida neta de puestos de trabajo que se concentraría en el sur de Europa

"(...) Un estudio de Jeronim Capaldo de 2014 afirma que se va a producir una reducción de las exportaciones netas (más de un 2% del PIB), fundamentalmente de Francia, Alemania y Reino Unido; una disminución de las rentas derivadas del trabajo de hasta 5.000 euros en Francia o 3.400 en Alemania; una pérdida neta de puestos de trabajo que se concentraría en el sur de Europa. Lo que sí reconoce la Comisión es que se podría producir un desplazamiento de empresas que podría afectar a la mano de obra. 
 
Los efectos sociales del TTIP pueden concluirse de la comparación con otras experiencias de integración supranacional como la propia UE, que ha dado lugar a procesos de dumping social y carrera a la baja de estándares laborales. 

En una integración en la que se va a poner en común la circulación de factores económicos de dos subsistemas sociales tan distintos, es más que probable que estos fenómenos se multipliquen. 

Y todo parece apuntar a que, como ha pasado con el NAFTA —siglas en inglés del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que incluye a EEUU, Canadá y México y entró en vigor el 1 de enero de 1994—, no podamos hablar de un daño específico para EEUU o para la UE entendidos como bloque antagónicos, sino que son las clases trabajadoras y populares de ambos lados del Atlántico las que van a sufrir las consecuencias de manera transversal frente al capital financiero transnacionalizado y las multinacionales.

 Hablando del NAFTA: siempre se ha considerado como el paradigma fundacional de la actual arquitectura de tratados comerciales dominante en la escena internacional. ¿Podría aportar una breve visión comparativa respecto al TTIP?

(...)  Cuando la administración Clinton promocionó el NAFTA se esgrimían razones muy similares a las que ahora está utilizando Obama: creación de puestos de trabajo, aumento de inversiones, crecimiento del PIB, etc. Todas estas predicciones han resultado falsas.
 
Centrándonos en México, algunos indicadores: entre los años 60 y 80 del siglo pasado, el PIB real por persona se duplicó, y sin embargo en los últimos 20 años su crecimiento no llega al 20%. Por tanto, ha habido una ralentización brutal, cuando la tasa de crecimiento del resto de Latinoamérica, y en especial de Sudamérica, ha sido mucho más alta. 

Y los salarios reales en México en 2012 eran básicamente los mismos que en el 94, además de que el desempleo ha crecido casi 3 puntos. A la vez, en EEUU se ha producido una reducción de puestos de trabajo, puesto que muchas empresas han acabado deslocalizando a México. 

Y también, vía procedimientos de convergencia reguladora, ha habido repercusiones tanto para México como para Canadá en cuanto al sistema de salud y a la protección social. Es decir, el NAFTA expresa claramente cómo la afectación es transversal y no se producen las ganancias esgrimidas.(...)

Visto lo visto, ¿cual cree que es el objetivo real del TTIP?

El objetivo es profundizar en la desregulación. Mientras que la UE está en una dinámica de orientar a los Estados miembros a re-regular sus normativas laborales vía reforma laboral, de pensiones, etc., el paso adelante que supone el TTIP pretende incidir en la desregulación sobre la base de elementos como las barreras no arancelarias o la cooperación reguladora. 

Se pretende disminuir lo que llaman “burocracia” o “cargas”, que son en muchas ocasiones derechos sociales, medioambientales o a la salud. (...)

El TTIP trata de desregular y de controlar la capacidad de los estados miembros del tratado de revertir privatizaciones, promover nacionalizaciones, etc. Es decir, va a tener un efecto congelación sobre los servicios públicos y un efecto desregulación sobre las normativas laborales. 

Supone, por tanto, una ganancia desde todo punto de vista para las multinacionales que, por un lado, controlan a los poderes públicos para que no afecten a sus inversiones y, por otro, fomentan una desregulación permanente sotto voce que viene de esas instancias supranacionales.
 
Ante esta situación, ¿es optimista respecto a las posibilidades de frenar el TTIP?

Sí. En el sentido de que alrededor del TTIP se está politizando todo lo que tiene que ver con empresas multinacionales y comercio internacional, que tuvo su momento de contestación hace años —con la lucha contra el AMI (Acuerdo Multilateral de Inversiones), el movimiento antiglobalización etc.—, y que parecían materias olvidadas en estos momentos, cuando en realidad deberíamos poner el foco sobre ellas, porque constituyen el peligro fundamental que amenaza nuestras democracias en la actualidad. 

El TTIP está provocando que la ciudadanía hable de la política comercial, y que se genere un rechazo. Y este rechazo está siendo además transversalizado e interclase, al haberse identificado un enemigo común de las grandes mayorías sociales que van desde taxistas hasta militantes de sindicatos pasando por movimientos sociales y medioambientales, y por tanto está aglutinando mayorías. 

Este potencial aglutinador del TTIP nos puede llevar a reorganizar la movilización y a politizar de nuevo ámbitos de actuación social.

En estas circunstancias veo difícil una aprobación pronta del TTIP. Y, a la larga, creo que si persiste la movilización social y no se consigue aprobar durante la administración Obama, difícilmente llegará a buen puerto. También están Grecia, Corbyn, las voces en contra en el parlamento alemán, o en el gobierno francés.   (...)"                (Entrevista a Adoración Guamán, Gorka Martija , La Marea, 04/12/15)

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