"(...) De la acumulación de propuestas del verano de 2014, Podemos ha pasado
a presentar un programa coherente, articulado y con un notable nivel de
adecuación al contexto económico y social de España.
Tal es así que a
los sectores más izquierdistas o contestatarios de la formación, o a los
economistas con mayor vocación postkeynesiana, es probable que este
programa les resulte insuficiente.
Entre medias, es imprescindible
reconocer dos factores: la presión social a la que han sido sometidos, y
el desenlace de la experiencia de Syriza. El equipo de Podemos ha
tomado buena nota de estos factores a la hora de diseñar su modelo
económico.
El programa está estructurado en torno a cinco objetivos: garantizar
el derecho al trabajo y crear empleos decentes, atender a la situación
de las personas más afectadas por la crisis, transformar el modelo
productivo, disminuir el peso de la deuda, y fomentar la igualdad entre
hombres y mujeres.
Para cumplir con estos objetivos, propone cuatro
ámbitos de actuación: terminar con la austeridad –fiscal y salarial--,
fortalecer las políticas sociales, realizar reformas estructurales y
políticas industriales, y medidas específicas para abordar los problemas
de deuda pública y privada.
Para cada uno de estos ámbitos de actuación
proponen una serie de medidas con diferentes grados de concreción y
alcance, muchas de ellas homologables a las de ciudadanos y PSOE –lucha
contra el fraude fiscal, por ejemplo-- pero otras muchas diferenciadas
–aunque, en buena medida, compatibles con las de los socialistas, como
veremos. (...)
En materia laboral, Podemos apuesta por reforzar la negociación
colectiva e incrementar el Salario Mínimo Interprofesional con un
objetivo similar al planteado por el PSOE –el 60% del salario medio--
pero con una senda de crecimiento más intensa en los primeros años.
Aunque apuesta por derogar las dos últimas reformas laborales, no dibuja
un modelo alternativo completo, limitándose a acortar el plazo de los
contratos temporales a un año, o a facilitar la flexibilidad interna en
las empresas, al estilo alemán, en el que reducciones de tiempo de
trabajo son compensadas parcialmente por el Estado, una medida
francamente interesante.
En cualquier caso, Podemos confiere al Estado
la responsabilidad de garantizar de manera subsidiaria el derecho al
trabajo, pero no a través de un programa de trabajo garantizado, sino de
la promoción de inversiones que orienten la economía hacia el pleno
empleo.
En el ámbito social, destaca su doble idea estrella de renta
garantizada –para hogares por debajo del umbral de la pobreza
monetaria-- y de complemento salarial escalonado, que permitiría salir
de la pobreza a cientos de miles de personas.
Proponen revertir los
recortes en materia de sanidad y educación y dependencia, hacer
universal el acceso a la educación infantil, y promover la conciliación
entre la vida laboral y la personal, con la implantación progresiva de
las 35 horas semanales. En materia de pensiones, proponen derogar las
reformas producidas durante la crisis y complementar los ingresos del
sistema con un nuevo impuesto, como también propone el PSOE.
En materia fiscal, Podemos plantea –de nuevo-- la lucha contra el
fraude a través de diferentes medidas (todas, realmente, muy parecidas a
las de Ciudadanos o PSOE), incrementar los tramos del IRPF, establecer
mínimos en patrimonio, sucesiones y sociedades, y diferenciar el
tratamiento fiscal de los beneficios distribuidos como dividendos y los
reinvertidos en la propia empresa.
Completan su propuesta impositiva el
incremento de los impuestos ambientales y la reestructuración del IVA,
situando más productos en los tipos reducidos y superreducidos.
En el ámbito del nuevo modelo productivo, destaca la escasa atención
que le dedican a la I+D y la innovación, y a la productividad de las
empresas. La recurrente preocupación por el tamaño de las empresas
española parece haber pasado de largo en las puertas de Podemos.
Su
propuesta, por el contrario, articula una política industrial basada en
planes sectoriales y en la creación y promoción de clusters, la creación de fondos soberanos para la protección de empresas denominadas estratégicas –la versión light
de su inicial política de nacionalización-- y una profunda revisión del
sistema energético, incluyendo el fomento de las energías renovables
–que ocupan la centralidad de su propuesta en esta materia-- y la
eficiencia energética.
Podemos está dispuesto a acabar con los
privilegios de las grandes eléctricas y sus medidas están destinadas a
acabar con los windfall profits, o beneficios recibidos sin
justificación productiva alguna.
Por último, se mantienen fieles a sus
principios y apuestan por integrar todas las entidades financieras
rescatadas que siguen en manos del FROB en una banca pública con
vocación de banca de inversión, aparte de regular más intensamente el
resto del sector bancario.
En materia empresarial, Podemos se focaliza
en los autónomos –creando la figura del autónomo de responsabilidad
limitada-- y en el fomento de la economía social. Sus medidas para
fomentar el emprendimiento innovador –otro de los mantras de los últimos
años-- equivalen a un párrafo en su programa.
Finalmente, Podemos recupera su bandera de la reestructuración de la
deuda pública. No es un tema menor: en la actualidad los costes de
nuestra abultada deuda están presionados a la baja por la política
monetaria expansiva del Banco Central Europeo, pero una subida de tipos
–y algún día subirán-- puede poner en aprietos muy serios nuestras
cuentas públicas y privadas.
Sin embargo, su propuesta de auditoría y
reestructuración se queda reducida a la articulación de un mecanismo que
lleve a que los bancos rescatados paguen el crédito otorgado por el
Mecanismo Europeo de Estabilidad en 2012. Esta cuantía representa menos
del 5% del total de la deuda pública española, por lo que su impacto,
más allá del meramente simbólico, es difícilmente significativo. En
cuanto a la deuda privada, Podemos propone reestructurar la deuda
hipotecaria, ajustándola a su valor de mercado. (...)" (José Moisés Martín Carretero, CTXT, 02/12/15)
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