"La elección de Francois Fillon por parte del centro derecha francés es
el enésimo error de las élites europeas. Pone de manifiesto la profunda
crisis, ya no solo de la socialdemocracia europea, sino también del
centro derecha clásico europeo.
No se enteran de nada. Mejor dicho, sí,
saben lo que se hace, pretenden seguir como hasta ahora, que la
población sigan pagando los destrozos que sus élites han generado. En
este caso, como demostraremos, las élites bancarias francesas.
Es patético ver como esa misma banca de inversión europea que jadeaba el
“austericidio” (aún no se han enterado de lo que es una recesión de
balances), que tanto daño ha hecho a la idea de una Europa unida y
solidaria, nos venda ahora que la elección del “Thatcher” francés es
buena para Europa. Pero los franceses, al igual que los estadounidenses y
británicos, volverán a hacerles el enésimo corte de mangas.
El problema
es que si nadie lo remedia será mediante la elección de Marie Le Pen.
Aún confío en una reacción de última hora de la izquierda francesa,
desaparecida en combate, una vez que esa calamidad llamada Francois
Hollande ha hecho su mejor servicio a la izquierda gala, no presentarse.
En el verano de 2015 participé en la universidad de verano de ATTAC
Francia, que ese año se celebró en Marsella. Pude exponer y compartir mi
visión de la crisis de deuda privada europea, origen de la Gran
Recesión. También les expliqué, para su sorpresa -porque la mayoría de
ellos lo desconocía-, que el sector más endeudado de su país es la
banca, una bomba de relojería. (...)
Pero no es baladí el entorno económico de la actual Francia para poder
entender por qué las élites francesas han recurrido y promocionado a
Francois Fillon. El problema de Francia es la deuda privada, no la
pública, y el sector bancario, quizás el más insolvente de Europa. Esa
es la razón. La banca francesa es una bomba de relojería.
Por eso, cómo
señalaba recientemente el periodista y articulista inglés Paul Mason,
autor de PostCapitalism: A Guide to Our Future:
“¿Qué noticia podría ser mejor para la comunidad bancaria inversora que
tener obligados a todos los votantes no fascistas, de izquierda, centro y
derecha, a votar por un político que quiere recortar el Estado de
bienestar, despedir a los trabajadores y alargar la jornada laboral?”
Pero Marie Le Pen, políticamente mucho más hábil que todos aquellos que
han encumbrado a Fillon, lo está celebrando: "Nunca ningún candidato
había ido tan lejos en la sumisión a las exigencias ultraliberales de la
Unión Europea".
Ha mordido en carne viva, y no va a soltar la presa.
Solo una reacción de última hora de la izquierda francesa podrá evitar
lo inevitable. Como apuntaba el mismo Paul Mason: “Podemos pararlo; pero
solo si rechazamos la demanda incesante de austeridad, privatización,
jornadas más largas, salarios más bajos y el robo del futuro a una
generación más joven.
Esa es la razón por la que el centro izquierda, en
el breve plazo disponible, debe encontrar a alguien mejor que Fillon
para el pueblo francés”.
Francia es un país con una economía muy intervenida,
donde el gasto público juega un papel predominante. Siempre, desde
posiciones ortodoxas neoclásicas, se ha considerado al país galo como
una economía en declive o decadencia. Sin embargo, y paradójicamente, es
el peso del sector público francés, en una recesión de balances
privados, el que ha evitado hasta ahora una más que segura intensa
contracción económica.
Por eso quieren asaltarlo, especialmente aquellos
que están quebrados de facto, la banca francesa. Y de paso si se
rebajan salarios y se empeoran las condiciones laborales de los
trabajadores franceses, matamos dos pájaros de un tiro, debió pensar
algún lince. De ahí el apoyo miope de la patronal gala a Fillon.
De
nuevo el conchabe entre un sector financiero insolvente y un sector
real cuyas cúpulas solo piensan en sus bonus y en sus opciones sobre
acciones. Se llama financiarización de la economía. Y es una pena,
porque Francia es una economía basada en la producción y la industria,
con un posicionamiento mundial muy superior a la española.
Por eso la
tasa de población activa en Francia supera el 70%, y se mantiene muy
estable, mientras que en el caso español apenas llega al 60%, con una
tasa de empleo que no alcanza el 50%.
El problema de Francia es otro, la brutal deuda privada del sector
bancario. Los bancos galos son auténticas bombas de relojería. Son muy
recomendables los análisis de Anat Admati, profesora de la Universidad
de Standford.
Cuando analiza la banca sistémica global siempre aparecen
cuatro bancos europeos, dos de ellos franceses, como aquellos donde el
volumen de créditos y préstamos sobre total activos son los más bajos,
puros hedge funds.
Y si tienen alguna duda acudan a los cálculos
realizados y actualizados continuamente por Centre for Risk Management HEC:
el déficit de capital total de la banca francesa ronda los 300.000
millones de euros. ¿Entienden ahora la elección de Fillon? Si la
izquierda no lo remedia, Marie Le Pen tiene su objetivo, la presidencia
de la Republique, al alcance de su mano." (Juan Laborda, Vox Populi, 04/12/16)
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