"Este artículo propone implementar un bimonetarismo en el Ecuador para
afrontar la crisis vivida por el país especialmente desde 2015. En
resumen, se propone pagar inicialmente 10 por ciento de las
remuneraciones del sector público en dólares ecuatorianos (EC$), los
cuales serían emitidos en dinero electrónico, con posible emisión física
futura.
Los tenedores de EC$ tendrían un descuento de cuatro puntos
porcentuales en el impuesto al valor agregado (IVA) al comprar
mercancías junto con otros beneficios, y podrían devolverlos al gobierno
al pagar impuestos, pero dos años después de ser emitidos. Si los EC$
no se usan después de esos dos años, «caducan» —pierden valor—. El
artículo describe las diferentes etapas en que esta propuesta se
desarrollaría, así como algunas de sus potenciales implicaciones.
En el Ecuador, con su economía atrapada por la rigidez de una
dolarización oficial o de jure, no existen reales debates dirigidos a
recuperar los espacios de manejo monetario y cambiario indispensables
para relanzar y fortalecer su alicaído y dependiente aparato productivo.
Si la dolarización se impuso
1 enarbolando el discurso de la
inexistencia de alternativas 2 y de las amenazas de una debacle
económica, 3 ahora se la protege con mensajes inspirados en los mismos
temores y miedos. Incluso las discusiones sobre «dinero electrónico» —a
las que volveremos en su momento— que intenta introducir el gobierno,
están sobrecargadas de apreciaciones subjetivas y de epítetos, antes que
de reflexiones serias 4 o argumentos sólidos. (...)
Basta evaluar los resultados de la dolarización, más allá de la
propaganda, para detectar sus limitaciones. En Ecuador, la inflación de
un dígito, en casi diecisiete años de dolarización, no entusiasma
desbocadamente, ya que aún sigue siendo notablemente mayor a la de EEUU.
La calma conseguida por la ausencia de devaluación no se refleja en una
caída sustantiva de las tasas de interés; la activa es superior a las
tasas, también en dólares, en varios países vecinos —Colombia, Perú,
Bolivia, Costa Rica— que no se han dolarizado de jure. 7 La dolarización oficial tampoco garantiza el equilibrio fiscal, como se ofreció cuando se la impuso. (...)
En los recientes años de bonanza petrolera se llegó inclusive a hablar
del «milagro ecuatoriano». Pero cuando cae el precio del crudo, se
aprecia el dólar estadounidense y se devalúan las monedas de nuestros
vecinos, afloraron las endebles costuras de la economía ecuatoriana,
cuya situación crítica estaba larvada desde antes. (...)
En ese contexto económico y sociopolítico surge nuestra propuesta. Se
trata de la introducción de una moneda paralela al dólar estadounidense:
el dólar ecuatoriano. Como consecuencia de la adopción de esa medida la
actual dolarización de jure, se convertirá en
una de facto. Con lo que ambas monedas competirán entre sí, tal como
sucedió y sigue dándose en países con elevada dolarización de los
depósitos y los créditos del sistema financiero.
Esto se ha registrado
en aquellas economías latinoamericanas que experimentaron un proceso pre
o propiamente hiperinflacionario y en las que el dólar estadounidense
sigue jugando un papel determinante, tanto así que aún no permite el
manejo de una política monetaria plenamente soberana. (...)
Las revoluciones tecnológicas de las últimas décadas han permitido
avances espectaculares en la ciencia y la economía, entre otros. Dos de
ellas, celulares y dinero electrónico, nos servirán como instrumentos
para proponer un esquema monetario complementario al sistema existente
en el país, para hacerlo más eficiente y, sobre todo, para liberar la
gestión económica de la camisa de fuerza que significa la dolarización de jure
vigente desde enero de 2000. Con ello se recuperaría la posibilidad de
adoptar políticas relativamente soberanas en los campos
monetario-financiero y cambiario. (...)
Como tal, se trata de establecer un sistema monetario paralelo que
introduciría otro dinero: el dólar ecuatoriano.8 Éste
sería complementario y entraría en competencia con el dólar
norteamericano, que seguirá existiendo de facto. 9 Este proceso y sus
resultados serán responsabilidad del gobierno y, particularmente, del
Banco Central del Ecuador (BCE) según las pautas que detallaremos a
continuación.
(...) el manejo de la liquidez en una economía, es decir, el
flujo ágil e inmediato de dinero es fundamental, pues a mayor movilidad
del mismo mayor será el dinamismo en la economía y menores los costos
de transacción.
El proceso será complejo y de múltiples repercusiones, sin espacio para improvisar. (...)
Pero que quede absolutamente claro que no se propone recuperar la
emisión para financiar déficits fiscales o para un nuevo salvataje
bancario o para que grupos de exportadores se beneficien permanentemente
con devaluaciones del tipo de cambio, que solo dan lugar a incrementos
espurios de la competitividad.
Para evitar estas indeseables
situaciones, tampoco se puede sostener la rigidez cambiaria, que también
es problemática. Un punto importante: en el Ecuador, a diferencia de
Argentina con la convertibilidad, para recuperar espacios soberanos de
política monetaria y cambiaria, hay que introducir una moneda paralela;
tema que desarrollamos esquemáticamente a continuación.
EL DINERO ELECTRÓNICO COMO MEDIO DE CAMBIO NACIONAL PARALELO AL DE USO OFICIAL
¿Qué entenderemos como «medios de pago paralelos» o «dineros complementarios»? (...)
El otro enfoque de dineros paralelos, que es el que aquí nos
interesará,12 abarca la escala macroeconómica-nacional y sería impulsada
y administrada por el gobierno. Hasta hoy, este planteamiento no se ha
practicado, limitándose a lo estrictamente teórico-tecno-político. (...)
De ahí que los diseños de una moneda paralela, por ejemplo, al euro, han
ido desarrollándose —especialmente desde 2010 y pensando
particularmente en Grecia— por economistas académicos, generalmente
poskeynesianos o marxistas. (...)
En nuestra opinión, los más destacados autores —a pesar de sus
diferencias— son Andresen y Parenteau (2015a y 2015b), Harvey (2015),
Hilliger (2015), Hozawa y Torrens (2015a y 2015b), Litaer (2012 y 2015),
Mayer (2015a y 2015b), Sapir (2015) y Varoufakis 13 (2013, 2014 y
2015), entre otros muchos. Sus desafiantes e innovadores trabajos se
refieren a las monedas paralelas para economías atadas de jure a la
moneda nacional suprarregional como es el euro —y en menor medida a una
foránea, como el dólar norteamericano— y sometidas a graves problemas de
liquidez.
Para esto, proponen una nueva moneda complementaria —llamada
greco o greuro para el caso de Grecia— a la de curso legal —el euro—
como medio de cambio para recuperar, siquiera parcialmente, su soberanía
monetaria. Es en este enfoque —a escala nacional y promocionado por el
gobierno— en el que nos hemos inspirado, en parte, para elaborar la
presente propuesta. (...)
ELEMENTOS SUSTANTIVOS DEL NUEVO SISTEMA MONETARIO
En lo que sigue, explicaremos este peculiar paradigma monetario18 a
grandes rasgos y en sus, cuando menos, cuatro fases de instrumentación:
i) la preparatoria que implica resolver ex ante
una serie de problemas políticos, legales y administrativos,
estableciendo las precondiciones indispensables para el adecuado
funcionamiento de esquema bimonetario;
ii) la más delicada, en la que el
gobierno —por intermedio del banco central— introducirá el dinero
complementario —que no será de curso forzoso— al dólar estadounidense
vigente de jure;
iii) en la que se transita y desenvuelve en su proceso
de maduración y auge; y
iv) una vez resuelta la crisis fiscal y de
reactivación económica, existirían dos vías alternativas, sea eliminando
la «moneda complementaria» o dólar ecuatoriano, regresando plenamente
al dólar norteamericano como moneda «oficial», o generalizando
paulatinamente ese medio de cambio paralelo y convirtiendo al dólar
ecuatoriano en la moneda oficial —de curso legal—, cancelando la
dolarización de jure, aunque parte importante de la liquidez aún estaría
dada en dólares norteamericanos, la que se iría reduciendo con el
tiempo.
Nos inclinamos por esta segunda opción y es la que
desarrollaremos en lo que sigue. (...)
La reducción de la dolarización — que ya no sería de jure sino de
facto—probablemente se daría a lo largo de toda una década, durante la
cual el dólar ecuatoriano se convertiría paulatinamente en un medio de
cambio cada vez más aceptado por la población hasta convertirse en el
dinero de curso forzoso, que podría darse por decisión de la Asamblea
Nacional. (...)
LA FASE PREPARATORIA
(...) Proponemos que este sistema paralelo de monedas sea administrado por el
BCE (Banco Central de Ecuador). Este banco controlará, evaluará y perfeccionará el «sistema
monetario paralelo», bajo las funciones de control de la «emisión» del
dinero paralelo, de monitoreo de las condiciones inflacionarias y del
establecimiento de un sistema de alerta temprana frente a una potencial
aceleración de la inflación, etc.
El BCE tendrá que publicitar las
características y beneficios del uso del dólar ecuatoriano y evaluar las
diversas fórmulas de pago, sea por el preferencial sistema electrónico
encriptado, sea por certificados o, propiamente, con monedas y billetes. (...)
EL PROCESO MÁS CRÍTICO: LA EMISIÓN MONETARIA PARALELA INICIAL
(...)
Un primer asunto —quizá el más importante por discutir— es cómo se generaría el dinero paralelo. Sugerimos, siguiendo parcialmente la pauta de los varios autores mencionados, que ello se realice a partir de los sueldos de los empleados públicos. A ellos se les pagaría una parte menor de su remuneración mensual total en EC$ y el resto en US$.
Un primer asunto —quizá el más importante por discutir— es cómo se generaría el dinero paralelo. Sugerimos, siguiendo parcialmente la pauta de los varios autores mencionados, que ello se realice a partir de los sueldos de los empleados públicos. A ellos se les pagaría una parte menor de su remuneración mensual total en EC$ y el resto en US$.
Esa
porción inicialmente podría representar el 10% de la remuneración de
cada uno, la que se abonará en una cuenta electrónica de EC$ en el banco
central y el restante 90% se le transferirá —como de costumbre— a
través del sistema financiero, en US$.22
Más concretamente se trata de
un proceso que incorporará el dinero electrónico —como medio de pago— a
la economía nacional, no a través de instituciones financieras privadas,
sino desde el gobierno, en particular, bajo responsabilidad del BCE.23
Así, ese dinero se establecería a escala nacional, sin intereses, ni
costos, ni límites al monto de la transacción. Como tal se trata de una cuasimoneda —el dólar ecuatoriano— que circularía paralela al dinero de jure, el dólar norteamericano.
Téngase presente que en el Ecuador ya existe, a nuestro entender también
un caso único a nivel mundial, la «billetera monetaria» —dinero
electrónico— a cargo del Estado, aunque no ha tenido el éxito esperado. (...)
en nuestra propuesta se utilizará precisamente la
plataforma tecnológica del BCE para el efecto —o, eventualmente, de
alguna nueva institución pública independiente—,24 a la que se le
añadirían algunos ajustes para crear en él una cuenta especial, que solo
albergaría los depósitos de tales medios de pago electrónicos que
poseerá la ciudadanía, a la que denominaremos la caja.
Este instrumento de transacción —no pensado como
depósito de valor— se crearía por la generación de flujos monetarios en
EC$, depositados en la Cuenta del BCE, provenientes inicialmente —y por
un lapso de tres a seis meses— de solo 10% del 100% de los depósitos
mensuales del total de las remuneraciones de los empleados del gobierno.
Luego, esta cuota en EC$ se aumentará paulatinamente, como veremos. Se
trata de sumas importantes las que entrarían en juego con la entrega
—mes a mes— de US$ y un valor adicional de EC$, considerando que este
incremento, cuando menos, abarcaría a medio millón de empleados públicos
en Ecuador (INEC).(...)
Ellos deben estar convencidos de que con el dinero electrónico —como
medio de pago paralelo al dólar norteamericano— poseerán la comodidad de
comprar prácticamente todo lo que deseen. La disponibilidad de este
dinero electrónico serviría inclusive para que los servidores públicos
tengan mayor certeza respecto a su estabilidad laboral.
Lo más
importante, sin embargo, es que por el uso del dinero electrónico en la
compra de bienes y servicios a todos los usuarios de dicho dinero se les
otorgaría un descuento del IVA en 4 puntos porcentuales —bajando del
actual 14% al 10%, como ya se practica ahora para quienes
voluntariamente adquieren y utilizan una billetera electrónica en
Ecuador—.
Tal rebaja aplicaría por cada compra electrónica de bienes o
servicios sujetos al IVA. 26 Esta reducción es precisamente el
«incentivo» que se les ofrece a los usuarios del dólar ecuatoriano por
formar parte de —y aceptar— este sistema público de dinero electrónico
paralelo. (...)
Este principio —esperar dos años para el pago de
impuestos— es esencial para que funcione el sistema, pues, de lo
contrario, los tenedores de EC$, al momento de que les sean acreditados a
sus cuentas, los utilizarían para la cancelación inmediata de
impuestos, tarifas y demás tributos y tasas del gobierno.
Así no se
lograría, a corto plazo, la necesaria expansión de la masa monetaria y
el gobierno no podría incrementar su tenencia de US$, que es
precisamente lo que se puede lograr pagando parte de las remuneraciones
en dinero complementario —EC$—, con lo que se amplía la disponibilidad
financiera estatal orientada a alentar la producción.
Por cierto, hay
otras opciones a considerar para fomentar el uso del dólar ecuatoriano;
por ejemplo, se podría vender con descuento la electricidad, los
combustibles o el mismo servicio telefónico, si se los cancela con EC$.
Igualmente cabe analizar la posibilidad de que en algún momento, cuando
el sistema haya madurado, la banca pública ofrezca créditos
preferenciales en EC$, que incluso deberán tener un menor porcentaje de
encaje bancario que los US$ para la banca privada.
El manejo de tasas de interés diferenciadas sería muy
importante para alentar el uso de la moneda nacional, la que, incluso,
podría subastarse colocándola con algún descuento para que aumente su
atractivo. (...)
Aquí cabe considerar la necesidad de desarrollar una
plataforma para intermediar y saldar facturas de toda la economía, tanto
del sector público como del privado, con una suerte de cámara de
compensación, como la existente en el sistema financiero.
Esta
contribuiría, además, a disminuir la necesidad de dólares circulantes y,
por cierto, de financiamiento de corto plazo de las empresas. Además,
este sistema de intercambio de facturas electrónicas, al ser su emisión
controlada por el Servicio de Rentas Internas (SRI), contribuiría a
reducir la evasión tributaria.
La idea, en definitiva, es alentar el uso del dólar
ecuatoriano. Para lograrlo nada mejor que aumentar el costo de
oportunidad y el costo del uso de los US$ y reducir el de los EC$. Esto
se logrará no desde lógicas coercitivas, sino desde una confianza
generalizada que deberá forjarse con políticas y acciones adecuadas. En
algún momento se podrá estudiar la conveniencia de respaldar el dólar
ecuatoriano con medidas legales. (...)
Ciertamente que con ese sistema es el gobierno el que teóricamente
reduce su gasto corriente efectivo, ahorrando US$: en un inicio gastará
un 10% menos de dólares en remuneraciones. Esa liberación monetaria es
esencial en el proceso económico que le seguirá, pues el gobierno lo
podrá utilizar para fines de inversión pública, que reactivaría la
economía sin necesariamente acelerar el alza general de precios, en
presencia de una elevada capacidad ociosa de producción actual; a pesar
de que, efectivamente, la masa monetaria aumentará por la generación del
dinero paralelo, a la par que seguramente también lo hará su velocidad
de circulación.
Hay que considerar que cualquier efecto positivo de la
inversión pública podría perderse si ésta no influye realmente en la
producción.
La experiencia reciente nos está mostrando que no basta con
confiar en el efecto multiplicador del gasto público, sino que ese
efecto debe traducirse en producción real —es decir, inversión en
infraestructura industrial, manufacturera, agrícola—. Si la inversión
pública es verdadera inversión, es decir, realmente sí contribuye a
ampliar y diversificar la producción, entonces eso podría mitigar el
alza de los precios.29 (...)
Debe tenerse presente que el dólar ecuatoriano —cuando menos en los
primeros años— no sería declarado aún como moneda de curso legal, sino
solo como una especie de «certificado de adelanto de pago de impuestos» o
«nota de tributación anticipada», como la ha denominado Parenteau
(2014). (...)
Desde esta perspectiva, ese tipo de dinero complementario —en alguna
medida— es un instrumento por medio del cual el gobierno convierte parte
de sus ingresos tributarios futuros en capacidad de gasto presente, y
esto contribuirá —inversiones productivas de por medio— a reactivar el
aparato productivo y a generar empleo, sobre todo si de por medio está
un acuerdo productivo nacional con pequeñas y medianas empresas, que son
las que más empleo generan. (...)
AMPLIACIÓN DEL IMPACTO MONETARIO SECUNDARIO
(...) ¿Pero quiénes van a aceptar esa cuasimoneda
después del período inicial?32 Para comenzar, el Estado permitirá su
uso para el pago de los bienes y servicios que generan las empresas
públicas, no así para el pago de impuestos en un inicio.
Luego, debe
jugar un papel esencial el BCE, muchos meses antes de iniciar el proceso
efectivo, para convencer a las empresas que les será muy ventajosa su
incorporación al sistema frente a las que no lo hacen, básicamente
porque pagarán menos IVA —cuatro puntos porcentuales menos a los
vigentes— a sus proveedores y porque podrán ganar una mayor clientela
frente a sus competidores que no poseen la billetera electrónica del
BCE.
Para eso bastará que el banco central comprometa anticipadamente a
participar a empresas privadas que generan bienes y servicios sujetos al
IVA en cada una de las principales ramas económicas: medios de
transporte, ferreterías, supermercados, farmacias, hospitales,
instituciones educativas, restaurantes.
También los oligopolios del
sector público —agua, electricidad, teléfonos, combustibles— se
incorporarán desde el inicio al sistema. A su vez, estas empresas usarán
ese medio para pagar a sus proveedores a un precio en el que el IVA ya
no sea —lo repetimos— del 14%, sino solo del 10%.
Por cierto que pueden adherirse al sistema todas las
empresas y personas dispuestas a beneficiarse con ese peculiar
«descuento», aparte de la comodidad, seguridad y velocidad que ofrece la
billetera electrónica. Sin duda, más temprano que tarde, la mayoría de
empresas se plegarán al sistema, sobre todo por el ahorro en impuestos
indirectos —que además son regresivos— y como reacción a la paulatina
pérdida de su tajada en el mercado por acción de sus competidores
inscritos si no participan del sistema.
Lo mismo sucederá con el resto
de la población, tal como los trabajadores independientes y las amas de
casa; en este punto hay que resaltar la necesidad de una permanente
campaña gubernamental para seguir incorporando empresas sobre todo
pequeñas y medianas, evitando que sean las grandes empresas las
principales beneficiarias de este sistema. (...)
Todo esto llevará también a un aumento vertiginoso de las transacciones
«invisibles» de este tipo entre personas particulares, sin necesidad de
recurrir a la banca privada y sin tener que pagar los elevados costos
que sus servicios implican. Esta vía podría ser un antecedente potente
para introducir el EC$ en ámbitos cada vez más grandes. (...)
Es fundamental entender que, desde ese proceso, el
gobierno dispone de cada vez más divisas —de US$—, lo que le permitiría
usar parte de lo que no ha tenido que gastar —por haber pagado en dinero
electrónico a los empleados y, eventualmente, a los proveedores del
Estado— en diversas posibilidades de asignación como, por ejemplo,
aumentar sus reservas internacionales netas, incrementar la inversión
pública y el gasto relacionado con sus políticas sociales, establecer un
fondo de estabilización económica creciente de indudable utilidad
frente a potenciales choques externos,34 etc.
Nótese, sin embargo, que
al aumentar la aceptación del programa caerá la demanda monetaria
—aumentará la velocidad de circulación del cuasidinero—,
generándose un desequilibrio en el mercado de dinero, pues la oferta
monetaria también ha aumentado. El ajuste solo se lograría aumentando
levemente los precios —inflación— y/o con el incremento del PIB
—recuperación económica—.
Dada la capacidad ociosa de producción de la
economía —el PIB potencial es muy superior al PIB efectivo— es probable
que la última opción sea la más realista, teniendo en cuenta también que
la tasa de interés real estaría cayendo; por cierto que se necesita una
clara estrategia reactivadora del aparato productivo, que no
reaccionará solo con un mayor volumen de circulante.
Si bien disminuirá la presión tributaria por la
drástica reducción del IVA, se espera que el vacío se cubra en parte por
la reactivación económica y, de otra manera, por la reforma fiscal
integral que realizaría el gobierno, a fin de contar con impuestos
directos y progresivos.
No puede ser que el grueso de los ingresos
fiscales provenga de los impuestos indirectos —como el IVA— solo porque
son más fáciles de recaudar, cuando todos sabemos que son
distributivamente regresivos.35 (...)
Valga una breve digresión sobre el tipo de cambio que
podría establecerse entre el EC$ y el US$. Inicialmente, sin duda, al
pagar las remuneraciones de los empleados públicos se calcula a la
paridad, un EC$ por un US$.
En cambio, en la mayoría de todas las demás
condiciones, cuando los agentes económicos —consumidores, empresarios,
inversionistas, instituciones sin fines de lucro— utilicen los EC$ para
otros fines, serán las fuerzas de la oferta y la demanda las que
determinarán el tipo de cambio entre ambos medios de pago.
En este punto
habrá que tener mucho cuidado para que no vuelvan a aparecer aquellos
grupos de poder que lucran de espacios en donde puede aflorar la
especulación.
Es probable que, en un inicio y por falta de
confianza, se desplome el EC$ respecto del US$, pero a la larga se
aproximará a la paridad, pues quienes tienen más poder de compra lo
adquirirán inicialmente a un tipo de cambio bajo, pero con la creciente
demanda de EC$ llevarían su precio al alza.
En tal sentido, el sistema
aquí expuesto posee una especie de «estabilizador automático», el que
impedirá una expansión exagerada de los EC$. (...)
Una primera modificación, que se repetirá de tiempo en tiempo,
consistirá en aumentar la proporción de EC$ que se le pagará al empleado
público. Del 10% inicial sobre el total de su remuneración, se pasaría a
un 20% y así, sucesivamente, hasta llegar a un máximo sostenible —quizá
del 40%— para evitar una exagerada emisión de EC$. (...)
Nótese, sin embargo, que el banco central podría —a fin de no cargar en
exceso a los empleados públicos con EC$— asignarle a otros agentes
económicos una parte en esta moneda paralela. En primer lugar, podría
incorporar al sistema a los jubilados del sector público, a los
trabajadores de las empresas públicas y/o a la fuerza pública, a cada
uno de los cuales se les pagaría un 10 o 20% de sus remuneraciones en
EC$.
De otra parte, más interesante y provechoso podría ser que, como
complemento, el gobierno le pague a sus proveedores del sector privado
una parte en EC$. Se podría empezar con el 10% o incluso algo más,
negociando con ellos según las condiciones de la economía y los propios
requerimientos de liquidez de los proveedores.
Ciertamente que para los
proveedores esta posibilidad resulta mejor que la situación actual, en
la que son largas las demoras en los pagos, que resultan hasta letales
para sus empresas.(...)
ETAPA DE CONSOLIDACIÓN Y CONVERSIÓN DEL DÓLAR ECUATORIANO EN MONEDA OFICIAL
Llegará un momento, digamos que después de dos o tres
años de inaugurado el EC$, que el sistema habrá madurado lo suficiente
por la creciente participación de más agentes económicos en los mercados
de la moneda complementaria (...)
Esa «maduración» se caracterizaría por varios factores: que se haya
generado una confianza generalizada en el EC$ por parte de la población;
que se haya establecido y consolidado todo el sistema institucional que
haga funcionar fluidamente el sistema monetario «ampliado»; que se haya
incorporado una masa crítica mínima de empresas dispuestas a aceptar el
EC$ para vender —y comprar— bienes y servicios, así como para pagar
impuestos; etcétera.
Como criterio de esta fase del proceso, diríamos
que el EC$ ha logrado una participación del 30 a 40% de la masa
monetaria total, cayendo la del US$ al 70 o 60%. Cumplidas estas
precondiciones se puede profundizar los mecanismos del sistema. Como
tal, aquí estriba la esencia de la propuesta: que el gobierno logre
«liberar» un monto importante de US$ que servirían para alentar la
inversión pública, incluso poniendo al día el pago a proveedores.
Así,
una ventaja del esquema es que la «emisión» de EC$ acabaría, tanto con
la latente deflación —inflación negativa— que comienza a sentirse en la
economía desde 2015, como con la estrecha liquidez que desacelera el
ritmo de la actividad productiva. (...)
Éste es uno de los puntos más delicados y discutibles de esta propuesta.
Más adelante añadiremos algunas medidas adicionales para evitar una
expansión exagerada de la masa monetaria, entendida en este caso como la
sumatoria de US$ y EC$.
Debe quedar muy claro que el sistema financiero
privado cumplirá su papel tradicional en materia de depósitos y
colocaciones, pero únicamente en US$.37 Como no hay la posibilidad de
realizar depósitos o préstamos en EC$, la banca privada no participa
propiamente en el circuito del dinero electrónico paralelo, el que es
autocontenido entre el BCE, la banca comercial pública, las cooperativas
de ahorro y crédito, y los agentes económicos no financieros. (...)
Con ello, entramos al meollo del punto culminante del proceso de
establecimiento de una moneda de curso forzoso, en que se deberá
convertir el EC$, así como del manejo de la política monetaria en el
nuevo esquema monetario dual. Sin duda, serán múltiples los
cuestionamientos a esta propuesta.
La primera y más importante se
refiere al hecho que su mecánica sería altamente inflacionaria y que,
incluso, podría derivar en hiperinflación.38 En efecto, un manejo
inadecuado, podría terminar así; sin embargo, contra lo que piensan los
economistas ortodoxos, son variados los argumentos en contra. (...)
Es así que un déficit externo —tan común en Ecuador— reduce la masa monetaria (...) esa contracción quedaría compensada —parcial o totalmente— por el
incremento de la emisión paralela del EC$. De manera que no habrá mayor
problema inflacionario (...)
Por lo demás, como consecuencia de la ralentización de la economía, se
dispone de una elevada capacidad ociosa de producción, lo que otorga
espacio para incrementar sustancialmente la demanda agregada, tanto por
el lado fiscal como por el monetario, sin generar presión sobre los
precios sino hasta que se alcance el pleno empleo y el producto
potencial. (...)
Este sistema bien podría tener en mente la experiencia suiza con el WIR, (...)
Quizá tres o cuatro años después de puesto en marcha el sistema, en el
mejor de los casos, una vez saneada la economía, eliminada la deflación y
equilibradas las cuentas fiscal y externa, cuando estén sentadas las
bases para un crecimiento económico sostenido,45 caben dos vías para
continuar, como anotamos antes.
Una sería regresar al circuito del dólar
de jure, eliminando la moneda paralela; y la
otra sería recuperar —aunque solo sea parcialmente— su control relativo
de las políticas monetaria y cambiaria, que es lo que proponemos aquí. (...)
NOTA AL MARGEN: DESPLAZANDO AL GRAN CAPITAL FINANCIERO
Aquí ciertamente surgirán conflictos —aún antes de la
puesta en marcha de este sistema— entre los representantes del gobierno
—el BCE— con las instituciones financieras privadas, porque éstas
perderán buena parte de su clientela, precisamente de aquellos agentes
económicos que irán reconociendo las ventajas del sistema; sobre todo
porque éste provocará una reducción de las exageradas cargas que cobran
los bancos por sus transacciones, especialmente por el uso de tarjetas
de crédito o de débito.
Pero debe quedar claro que, en la práctica, no
todo el monto que contiene cada billetera electrónica se gastará por
medio de ella, ya que hay compromisos y contratos de endeudamientos que
los agentes económicos han firmado previamente —o requerirán a futuro—
en US$ y cuyo servicio se seguirá procesando en su mayoría a través de
la banca privada.
El impacto que este sistema ejercerá sobre el sistema
financiero es difícil calibrar ex ante. Es evidente que las funciones
del conglomerado financiero privado se reducirán en alguna medida y que
verán recortado su stock de depósitos, aunque mantendrán, en lo
esencial, el grueso de sus actividades más rentables: el otorgamiento de
créditos y el negocio cambiario.49
Es probable que su actual tasa de
ganancia sectorial descienda al promedio que rige en el resto de ramas
de la economía «moderna y formal». (...)
CONCLUSIONES TENTATIVAS
Entenderán nuestros lectores que hemos presentado
apenas un bosquejo de lo que significaría instrumentar un sistema
paralelo de dinero —reconociendo que el dinero no es neutro— con la
expectativa que Ecuador recupere paulatinamente su soberanía en los
campos monetario y cambiario, como un medio para poder dar respuestas
más efectivas a las cambiantes situaciones de la economía.50
Lo que
hemos argumentado en el texto es que el mecanismo de la moneda
complementaria al US$ permitiría suavizar las drásticas condiciones de
ajuste fiscal que deberán aplicar en un futuro cercano las autoridades,
con lo que Ecuador podría remontar su crisis fiscal y, por añadidura,
evitar la recesión y regresar lenta y parcialmente a una moneda propia
—de curso legal—, sin tener que pagar los costos que implicaría un
ajuste ortodoxo. (...)
Si bien hemos centrado nuestra exposición en los principales aspectos
económicos, aún falta completarla con un análisis cuantitativo que
permita —en base a un modelo macroeconómico— proyectar las tendencias de
las variables básicas que derivarían de la propuesta y que permitirían
validar o cuestionar sus principios básicos: las cuentas fiscal,
monetaria y de balanza de pagos, de donde se obtendría la evolución de
variables claves de la macroeconomía, tales como las reservas
internacionales, las tasas de interés, la inflación y el crecimiento. (...)
Sería iluso creer que con un medio de cambio paralelo al US$, por más
que lo vaya desplazando paulatinamente, se puedan resolver los
principales problemas de la economía y sociedad ecuatorianas. Este
sistema no es la panacea, pero tampoco es un placebo.
Como es evidente,
nuestro programa-sugerencia de una segunda moneda al US$ implica una
transformación de fondo del sistema monetario ecuatoriano, partiendo de
algunos elementos básicos de su economía e institucionalidad, pero
ciertamente no logrará resolver todos sus problemas, si bien
representará uno de los prerrequisitos básicos para ello.
En lo
fundamental se trata de un instrumento para acelerar la salida de la
crisis socioeconómica ecuatoriana, contribuyendo a remontarla y a
reactivar la anémica economía, gracias a la expansión de la liquidez, la
reducción de la capacidad productiva ociosa y el alivio fiscal que
permitiría. En última instancia, nuestros lectores comprenderán que en
este campo no debe olvidarse que se trata finalmente de conflictos
políticos que se desatarán a varios niveles.
Como podrían ser, uno,
intelectual, entre los tecnoideólogos ortodoxos —neoclásicos y
keynesianos— y los heterodoxos —poskeynesianos y neomarxisas—; dos,
entre el capital financiero y el propiamente productivo; y, tres, entre
los grandes grupos de poder y el poder popular. (...)"
('Hacia una “moneda electrónica paralela” para afrontar la crisis. ¿Por qué y cómo hacerlo?', Por Jürgen Schuldt y Alberto Acosta, Publicado en Revista Economía Vol 68 / Nov. 2016, en AMUP - Area de Macroeconomía de la Universidad del Pacífico, 10/05/17)
Como alternativa a la salida del euro y para conseguir la soberanía financiera: europeseta electrónica de circulación interna
Existe una descripción con mucho humor, de economía-ficción,
sobre los beneficiosos efectos que se producirían si en Italia, el gobierno
impusiera una moneda digital (allá por el 2020), para salir de la quiebra
económica y política a la que la permanencia en el euro habría llevado al país. El objetivo se conseguiría rápidamente.
Los únicos perjudicados, los
especuladores de la deuda. Ver: J. D. Alt: ‘Europa,
2020: una ucronía iluminadora’. http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5467 )
Los artículos de Juan José R. Calaza (Juan José Santamaría y Juan Güell) muestran con
gran claridad las ventajas de una europeseta electrónica de circulación interna:
Para entender la europeseta electrónica. Qué es y, sobre todo, qué no es. Enlace: http://www.farodevigo.es/opinion/2012/12/02/entender-europeseta-electronica/720458.html
Para salir de la crisis sin salir del euro: España
debe emitir europesetas (electrónicas). Enlace: http://www.farodevigo.es/opinion/2011/11/27/salir-crisis-salir-euro-espana-debe-emitir-europesetas-electronicas/601154.html
Las europesetas electrónicas, complementarias al euro, estimularán el crédito sin efectos colaterales perversos. Enlace: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=165815
Juan Torres insiste en que es necesario emitir una moneda complementaria al euro. Sus artículos:
Marear la perdiz. Enlace: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/02/08/andalucia/1360327224_588117.html
Hay alternativas, incluso dentro del euro.
Enlace: http://juantorreslopez.com/publicaciones/hay-alternativas-incluso-dentro-del-euro/
Más información en: 'Si Grecia, España, o
Andalucía emitiesen una moneda digital, respaldada por la energía solar
instalada en sus tejados, alcanzarían la soberanía financiera. La de dar
créditos a familias y empresas': http://comentariosdebombero.blogspot.com.es/2014/06/si-una-autonomia-o-una-gran-ciudad.html
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