17.4.17

La militarización de la política estadounidense que empezó en 1980 ha fracasado... los países de la región deberán resolver sus propios problemas. Los de fuera no pueden hacerlo

"(...) Menciona que Reagan tendía a la sobresimplificación, y que eso resultó muy problemático en Oriente Medio, no solo en Afganistán, sino en Líbano o Libia. ¿Cómo valora su legado?

La mayoría de estadounidenses tiene un recuerdo muy favorable de Reagan como el hombre que supuestamente ganó la Guerra Fría, restauró la prosperidad y la confianza estadounidenses. Pero su historial en el mundo islámico es muy sombrío. La intervención para mantener la paz en Líbano en 1982 tuvo consecuencias desastrosas. 

Vista con perspectiva, su intervención en la guerra entre Irak e Irán a favor de Sadam Husein tampoco fue nada buena. La venta ilegal de armas a Irán a la espera de que el Gobierno iraní liberase a algunos rehenes es ridícula. Y la breve campaña de bombardeos contra Libia no consiguió casi nada, por mucho que se vendiera como una manera de darle una lección a Gadafi. Su historial es muy pobre.

Ha mencionado la alianza con Sadam Husein. El juego de alianzas en la región parece arbitrario en muchos casos. ¿Por qué son Kuwait y Arabia Saudí aliados estadounidenses, mientras Irak, por ejemplo, pasa de aliado a enemigo? ¿Qué motiva esos cambios?

Apoyamos a Sadam Husein en los 80 porque la Administración Reagan le veía como el mal menor frente al Irán revolucionario. Pero Sadam cometió el gran error de cálculo de tratar de anexionar Kuwait en el 90, creyendo que EE.UU. le dejaría hacerlo. 

No fue el caso. De modo que la ‘Sadamfobia’ motivada por la invasión de Kuwait sigue durante los 90, después de que sobreviviera la primera Guerra del Golfo, hasta 2003, cuando Bush hijo finalmente va a por él por segunda vez tras el 11-S.

Los países que piden protección a EE.UU. y ‘se portan bien’, reciben el apoyo estadounidense, en especial si tienen algo que ofrecer, como el petróleo. Pero aquellos que no se comportan, como Irán después de la revolución, o Irak a partir de 1990, resultan castigados.  Detrás de todo eso, y desde 1980, está el deseo de los EE.UU. de estar en una posición en la que pueden determinar el orden existente, sobre todo en el Golfo Pérsico.

 Esta estrategia ha fracasado. No hay más que fijarse en Arabia Saudí, que cuenta con la protección de EE.UU. pero al mismo tiempo, en los 90, se dedicó a exportar la ideología radical islamista que ha ayudado a la proliferación de Al Qaeda y el Estado Islámico.

Señala también que EE.UU. no estuvo cruzado de brazos en los 90. ¿Por qué es importante resaltarlo?

Porque la gente ha olvidado la predilección por el intervencionismo armado del Gobierno Clinton, que intensificó la intervención en Somalia, y lanzó las de Bosnia, Kosovo, atacó Sudán y Afganistán con misiles crucero y bombardeó reiteradamente a Irak.

Entonces, ¿qué cambia con el 11-S?

Bush eliminó cualquier freno, y se lanzó a invadir países, derrocar regímenes y rehacer naciones de acuerdo con los intereses estadounidenses. Lo intentó con Afganistán e Irak. Si lo hubiera logrado, el proyecto habría continuado para incluir a otros países. Pero nunca pasó de Irak y Afganistán.

Han pasado casi cuarenta años desde la promulgación de la Doctrina Carter, y EE.UU. está intensificando la guerra de Irak, nunca se fue de Afganistán, y ahora está presente en Yemen, entre otros lugares. ¿Cómo termina esta historia?

Es imposible saberlo. He escrito la historia de una guerra que sigue en marcha. Es imposible vislumbrar el final de la intervención militar estodounidense en la región. En mi opinión, no cabe esperar ningún resultado positivo. Estamos dando palos de ciego.

¿Qué tendría que ocurrir para que los EE.UU. se conviertan en una fuerza de paz en Oriente Medio?

En primer lugar, reconocer que la militarización de la política estadounidense que empezó en 1980 ha fracasado. El fracaso es irreversible. Y por eso mismo, los políticos deben empezar a pensar en métodos para lograr la estabilidad que no conlleven bombardear a otros pueblos.

 Es el reto del estadista creativo, que creo que debe empezar por aceptar que los países de la región deberán resolver sus propios problemas. Los de fuera no pueden hacerlo. ¿Cómo conseguimos que los países de la región acepten eso y colaboren entre sí en defensa de sus propios intereses? Es difícil, pero es lo que deberíamos estar intentando hacer."                  (Entrevista a Andrew Bacevich / Autor de ‘America’s War for the Greater Middle East’, Álvaro Guzmán Bastida, CTXT, 07/04/17)

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