6.7.17

Las cajas quebraron exactamente por los mismos motivos y debido al mismo modelo bancario que llevó a la quiebra a Lehman Brothers y al interminable rosario de bancos privados rescatados durante la crisis

"La semana pasada nos atragantamos con una noticia: el Banco de España admitía que se han perdido 60.000 millones de euros en los rescates y la reestructuración de las cajas de ahorro. Nada, una ganga. (...)

Pues bien, estas abismales perdidas por la operación de rescate de las cajas ni siquiera han garantizado la estabilidad del sistema financiero. Hace una semana quebró el Banco Popular. La venta del mismo al Santander se hizo a coste cero, sin olvidar el detalle –también feo– de que el tinglado de Ana Patricia se lo va a cobrar en exenciones fiscales.

 En Europa, donde también se temía que una quiebra provocada por los balances de las cajas españolas contagiase a todo el sistema financiero, se acaba de rescatar el banco de Monte dei Paschi italiano, de nuevo con la intervención de Bruselas. En general, y a pesar de las enormes cantidades destinadas al rescate bancario en estos años, se está más cerca de una nueva crisis financiera que de haber superado la crisis. 

Como se sabe, en la era de la financiarización, la contabilidad es mas parecida a una operación de marketing que a un cálculo exacto. En realidad, cada presentación pública de cuentas es una especie de proceso experimental, que juega con una enorme cantidad de posibilidades y formas de valorar el debe y el haber. Se explica así que el Banco Popular pasase con nota los llamados test de estrés del Banco Central Europeo, para sólo unas semanas después conocer su quiebra.

 En la inmensa mayoría de los casos, las cuentas están tuneadas a fin de tranquilizar o atraer a los inversores, a los agentes financieros y a los medios de comunicación. Estamos, además, seguros de que la cifra “60.000 millones” es el cálculo mas conservador de las pérdidas que los rescates han ocasionado. Aquí un único dato de que la cifra final debe ser mucho mayor: la desvalorización de los activos del Banco Malo, la SAREB, no está computada en esta operación.

(...) Valga decir que si de algo era ejemplo la burbuja española, envidia del mundo capitalista entero, fue del uso de hasta la última capacidad institucional del Estado, incluyendo administraciones autonómicas y locales, así como el impulso de la Unión Europea, para extender al máximo la potencia y capilarización de la burbuja. La burbuja fue un modelo sistémico.

 En éste estaban incluidos desde los beneficios de bancos y grandes empresas, hasta los niveles de consumo de las clases medias a través del crédito y el ascenso de los precios de los activos patrimoniales. 

En un marco en el que Estado y finanzas van de la mano, decir que “había políticos” en los consejos de administración de las cajas de ahorro sería una trivialidad irrelevante, de no ser porque esta interpretación abre la puerta a la incomprensión de los determinantes sistémicos de la economía española y a su repetición en términos ligeramente diferentes.

Recordemos lo que hacían las cajas durante los años de la burbuja: ofrecer hipotecas en masa, comprar suelo y extender créditos al promotor inmobiliario. Todo ello a rentabilidad de dos dígitos en los buenos tiempos y cada vez más dudosa a medida que avanzaba el ciclo. 

Esos préstamos se titulizaban, se convertían en títulos negociables y se vendían en los mercados globales. Exactamente lo mismo, tanto en lo que se refiere a la multiplicación del crédito como a su financiación, que hacia toda la banca estadounidense y europea.

 La única diferencia entre lo que hicieron las entidades privadas americanas, con las hipotecas subprime, y lo que hicieron las cajas es que, por ley, el 50% de los riesgos de las titulizaciones era retenido por la caja emisora, mientras en EEUU la entidad emisora se desprendía del 100% del préstamo. Ese 50% es el agujero de las cajas.

Las cajas quebraron exactamente por los mismos motivos y debido al mismo modelo bancario que llevó a la quiebra a Lehman Brothers y al interminable rosario de bancos privados rescatados durante la crisis. Si BBVA y Santander se libraron fue porque su posición neocolonial en los mercados latinoamericanos les permitía mantener más depósitos que préstamos. Es decir, dinerito contante y sonante frente a títulos respaldados por hipotecas incobrables.

Ni por un segundo se puede sostener que el rescate de las cajas ofrece argumentos en contra de la banca pública, tampoco a favor. Simplemente no tiene nada que ver. La función de la banca pública es financiar proyectos económicos estratégicos de utilidad social. Cabalgar hasta la agonía las burbujas inmobiliarias no es exactamente eso. 

Viene al caso aquí recordar una vieja, e importante, distinción de origen marxista entre la “propiedad formal” y la “propiedad real”. Las cajas eran formalmente organismos semipúblicos, pero en términos reales operaban como bancos privados con ciertas restricciones. Las cajas estaban más relacionadas con la posición subalterna de la economía española que con su régimen formal de propiedad semi pública.

Pero si las cajas no eran exactamente banca pública, cabe preguntarse en qué consistiría una banca pública hoy. Como sucede con cualquier otra dimensión de la propiedad pública, una banca pública difícilmente debería escapar a alguna forma de paso de lo público a lo común o, dicho de otro modo, a alguna forma de control democrático que ejerza de contrapeso al control del Estado por las finanzas. 

Sea como sea, en la reforma de las cajas —la de los 60.000 milloncejos perdidos— lo que se ha hecho es eliminar cualquier posibilidad de que las cajas sean banca pública. El proceso de reestructuración bancaria es una privatización como las de la sanidad o la educación. Hemos perdido unas instituciones que tenían la posibilidad de funcionar de otra manera y encima a un coste exorbitante."                (Isidro López, Emmanuel Rodríguez, CTXT, 21/06/17)

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