"(...) es importantes señalar que el excelente discurso hecho por Hafida
Oukabir en Ripoll incluía un ruego (diría yo exigencia) de que las
instituciones catalanas hicieran una autocrítica sobre el
comportamiento que habían tenido todos estos años que antecedieron al
ataque terrorista, ruego que ha pasado desapercibido y desatendido por
completo.
Por desgracia, la autocrítica no es una virtud ampliamente
practicada en los medios del establishment político-mediático del país,
ni de Catalunya ni de España.
Un mensaje hecho con gran contundencia en la manifestación del sábado 26
de agosto (que se centró en una denuncia del terrorismo y una demanda
para que exista la paz) fue un rechazo por parte de amplios sectores de
la manifestación a la Monarquía Borbónica por su relación privilegiada
con la familia real de Arabia Saudí (una de las cinco monarquías
absolutas todavía existentes en el mundo), y al partido gobernante en
España (el Partido Popular), por su activa y masiva venta de armas
españolas a aquel Estado.
Aplaudo esta crítica, y solo lamento que no se
hubiera hecho mucho antes. Pero me apena que muchos de los
protagonistas de estas protestas hayan tenido escasa credibilidad, pues
era obvio que su máximo interés era desacreditar a los receptores del
mensaje –el Monarca y el gobierno Rajoy- pero, en cambio, parecía
importarles poco el argumento que utilizaban para denunciarlos, es
decir, la ayuda a los Estados (en este caso, Arabia Saudí) que
financiaban el terrorismo. Como indiqué en otro artículo reciente (Ver
“Lo que no se está diciendo a raíz del ataque terrorista en Barcelona”,
Público, 24.08.17) tales voces, supuestamente escandalizadas con el
comportamiento del Rey y del gobierno Rajoy, han mantenido un silencio
ensordecedor sobre el apoyo que una institución enormemente importante
en Catalunya ha dado a otra dictadura tan absolutista y medieval (y
esclavista) como la de Arabia Saudí, que es Qatar, y que es también una
de las mayores financiadoras de movimientos yihadistas.
Esta
institución, protegida por el silencio, es nada menos que el Club de
Fútbol de Barcelona que, a través de las camisetas de los jugadores ha
estado promocionando al Estado de Qatar, una de las monarquías más
absolutas y una de las dictaduras más crueles existentes en el mundo,
que también ha estado financiando al terrorismo yihadista.
Me parece
bien que un conocido militante independentista apareciera casi al lado
del rey Felipe VI con una pancarta en que se leía “Felipe, quien quiere
la paz no trafica en armas” (en catalán). Pero tal protesta hubiera
tenido más credibilidad si aquel y otros miles de independentistas, así
como otros que denunciaban al Rey y al gobierno Rajoy hubieran
denunciado al Barça en cada partido de fútbol que se jugaba en su campo,
por promocionar Qatar. Nunca vimos tal denuncia o abucheo en el campo
del Barça, y ello a pesar de que estuviera lleno de banderas
independentistas.
¿Por qué callaron tanto tiempo?
Y esta incoherencia se mostró también, como era predecible, en los
mayores medios de comunicación catalanes. Prácticamente ninguno de ellos
denunció la transformación del Barça (al que, con razón, se le presentó
durante la dictadura como de “ser más que un club” por facilitar que la
gente canalizara su rechazo a la dictadura a través del fútbol, siendo
la única expresión colectiva permitida), en un mero instrumento
propagandista del Estado de Qatar, una de las dictaduras más crueles,
opresivas, esclavistas y apoyadores del terrorismo existentes hoy en el
mundo.
Este silencio se convirtió en veto cuando envié a los tres
rotativos más importantes de Catalunya un artículo denunciando al Barça
por ello, sin que nunca lo publicaran (ver el artículo “El Barça, ¿más
que un club?”. ARA, 06.06.16). La censura fue su respuesta.
Y tampoco
apareció tal denuncia en los mayores canales televisivos de Catalunya,
que también han silenciado aquella transformación que, mírese como se
mire, es una ofensa a todos los que lucharon por la democracia y
justicia social durante la dictadura, que ven ahora cómo los
propietarios del Barça transformaron tal club defensor de la libertad y
de la democracia en el promotor de una dictadura cruel y terrorista. (...)
Me alegra ver que Jordi Évole en su artículo semanal en El Periódico,
días después de que yo denunciara el silencio sobre el Barça, publicara
la primera denuncia del Barça en los medios que he visto en la prensa
escrita en papel en este país. (...)
A nivel del Estado central la noticia
preferente de los mayores medios próximos al partido gobernante en el
Estado español era mostrar el deseo de unidad y prevención de la
secesión, dando gran hincapié a la necesidad de mantener una
coordinación dentro de la unidad, mostrando, de nuevo, gran incoherencia
(hipocresía), pues había sido el Estado central el que había mostrado
menos cooperación, consecuencia de su jacobismo, ocultando información a
las autoridades catalanas que hubiera sido de gran ayuda, tal como ha
documentado la prensa internacional.
Pero los medios públicos de la
Generalitat de Catalunya también mostraron claros signos del sesgo
informativo -al cual nos tienen acostumbrados- intentando negar la
importancia de un aviso recibido de Bruselas sobre el Imán, bajo la
pobre excusa de que era una mera nota “informal”.
Pero esta utilización de los mayores
medios públicos de la Generalitat de Catalunya, y sobre todo de TV3,
para promover la secesión de Catalunya fue la visibilidad preferencial
que tal canal dio a la figura del President Puigdemont y al
Vicepresident Oriol Junqueras, dejando muy en segundo plano a la
alcaldesa Ada Colau. La única diferencia con la televisión pública
española es que en aquel canal el Monarca y Rajoy absorbieron la mayoría
de visibilidad mediática.
En ella la alcaldesa Colau tampoco apareció
de una manera muy visible. En cualquier otro país demócrata la alcaldesa
de la ciudad hubiera liderado la manifestación ciudadana. No así en
España. Y la utilización de TV3 para promover el secesionismo alcanzó
niveles extremos, como las entrevistas hechas durante la marcha del 26
de agosto en homenaje a las víctimas, a los dos dirigentes del
movimiento proindependencia, el Presidente de la ANC y el de Omnium,
dándoles un protagonismo que no se le dio a ninguna otra asociación, a
pesar de que tenían mucha más centralidad en la crisis terrorista que
estos personajes políticos.
Creo que a la audiencia le hubiera gustado
más que se entrevistara a personal del sistema sanitario de urgencias,
por ejemplo (que probablemente se habrían quejado, con razón, de la
falta de recursos, resultado de los recortes sanitarios del gobierno
Junts Pel Sí), que no a tales dirigentes de movimientos secesionistas
que aparecen continuamente en tales medios promoviendo la secesión.
Pero las críticas deberían también extenderse, como bien pedía Hafida
Oukabir, a las comunidades religiosas, que actuaron con gran solidaridad
durante la crisis, lo cual aplaudo, pero olvidaron en el periodo
pre-crisis la responsabilidad que todas ellas tuvieron en contribuir a
crear las condiciones para que tal ataque ocurriera. Y es ahí donde
debería criticarse a las religiones, o mejor dicho, a las Iglesias (las
instituciones humanas que gestionan las religiones) por su actitud
moralizante, arrogante y escasamente democrática. (...)
No puede ser que algunas Iglesias
Musulmanas sean “islas de otros países” dentro del país, financiadas
desde fuera, transmitiendo una cultura distinta a la del lugar donde
residen y viven sus feligreses. Es más, los Imanes deberían hablar el
lenguaje de sus feligreses y tener los valores democráticos de la
sociedad donde se ubican. Esta normativa, existente ya en otros países,
debería aplicarse a todas las Iglesias, y también a la musulmana en
España. Y las comunidades musulmanas necesitan presionar para que ello
ocurra.
La integración de los jóvenes musulmanes a la sociedad
Pero tales comunidades deberían
presionar (junto con toda la sociedad) para que se integre a los jóvenes
en la sociedad. Lo que es más importante conocer, de todo lo que ha
ocurrido, es saber por qué unos jóvenes que parecían integrados en la
sociedad catalana se convirtieron en terroristas. Este es el gran tema
del que apenas se ha hablado. Cargar todas las culpas en el Imán es
insuficiente. Tan importante es el mensaje como el mensajero.
¿Qué es lo
que se estuvo transmitiendo a los jóvenes? ¿Era la transmisión de las
brutalidades que se están cometiendo en los países de mayoría musulmana
en los que los gobiernos occidentales, como España, están bombardeando o
ayudando a bombardear a sus poblaciones? ¿O fue su motivación religiosa
la de matar a los infieles?(...)" (Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 30 de agosto de 2017, en www.vnavarro.org, 04/09/17)
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