8.9.17

Estamos hablando de una degradación estructural imparable del mercado laboral como jamás se había conocido en más de 100 años

"(...) El número total de horas trabajadas en la economía, cifra también publicada por el INE pero que casi nadie se ha tomado la molestia de comprobar, no hace más que bajar, lo que significa que solo se están repartiendo gracias a la reforma laboral unas horas de trabajo cada vez menores entre más personas con sueldos y condiciones laborales auténticamente miserables, a lo que se añade algo más grave si cabe: la tasa de paro juvenil subió nada menos que ¡seis puntos!, el 47,6%, respecto al primer trimestre del año.

El número de parados baja de los cuatro millones por primera vez desde el cuarto trimestre de 2008”, afirman triunfales la mayoría de los grandes medios, es decir, tratan los empleos de 2008 y de 2017 como si fueran iguales, cuando la diferencia entre ambos es abismal. Los empleos de 2008 eran empleos más o menos dignos.

En cambio, hoy estamos hablando de empleos de 850 euros brutos de media, y si vamos más atrás en el tiempo, a mediados de los setenta, el sueldo de una sola persona era más que suficiente para vivir, para comprar una vivienda y para educar a los hijos, hoy es imprescindible el sueldo de dos personas, y con los nuevos empleos que se están creando ya ni siquiera eso, 1.700 euros brutos al mes no dan para ello. 

Estamos hablando de una degradación estructural imparable del mercado laboral como jamás se había conocido en más de 100 años. Echar las campanas al vuelo por ello es de una irresponsabilidad y de una miseria moral difícilmente superables.

 La Comisión, en su informe 'España 2017', alerta de los altos niveles de desigualdad, pobreza y exclusión social, “conseguir un empleo en España ya no garantiza el salir de la pobreza”, y las cifras que da son escalofriantes: el 28% de los españoles está en riesgo de pobreza o exclusión social, y el 34,4% de los niños, algo realmente tercermundista. Uno de cada cuatro contratos que se firman tiene una duración de menos de siete días, y en esta última EPA el 70% de los empleos creados ha sido de carácter temporal.  (...)

Desde 2007, hemos aplicado la política económica más desastrosa de Occidente: falsificación sin límite de la realidad, ajustes indiscriminados llamados 'reformas', política de reducción de rentas, endeudamiento vertiginoso, descontrol total del gasto, particularmente el autonómico, con injusticias que claman al cielo, como el régimen foral del País Vasco y Navarra, o el sistema financiero, que después de haber invertido en él cientos de miles de millones de euros en dinero público sigue pendiente de un hilo, todo lo cual nos expone gravemente a “los futuros 'shocks' de los mercados”.  (...)

En resumen, mientras que el Gobierno nos pinta un paisaje tan idílico como falso, la situación estructural de la economía española se resume así:

Un modelo de Estado (el autonómico) imposible de financiar y que produce las desigualdades territoriales mayores de nuestra historia, con una insolidaridad jamás conocida; una deuda imposible de devolver que nos llevará a la suspensión de pagos en cuanto empiecen a subir los tipos de interés y BCE ponga fin a su disparatada política de dinero ilimitado a coste cero, que favorece extraordinariamente a los países del norte, particularmente Alemania, y arruina a los del sur, particularmente España; un sistema financiero pendiente de un hilo; un sistema de pensiones quebrado donde los gastos superan un 20% a los ingresos, lo que se cubre con deuda, y un mercado laboral donde la calidad del trabajo, los salarios y la protección social es ya claramente tercermundista .  (...)"               (Roberto Centeno, El Confidencial, 31/07/17)

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