"(...) El número total de horas trabajadas en la economía, cifra también publicada por el INE
pero que casi nadie se ha tomado la molestia de comprobar, no hace más
que bajar, lo que significa que solo se están repartiendo gracias a la
reforma laboral unas horas de trabajo cada vez menores entre más personas con sueldos y condiciones laborales auténticamente miserables, a lo que se añade algo más grave si cabe: la tasa de paro juvenil subió nada menos que ¡seis puntos!, el 47,6%, respecto al primer trimestre del año.
“El número de parados baja de los cuatro millones
por primera vez desde el cuarto trimestre de 2008”, afirman triunfales
la mayoría de los grandes medios, es decir, tratan los empleos de 2008 y
de 2017 como si fueran iguales, cuando la diferencia entre ambos es
abismal. Los empleos de 2008 eran empleos más o menos dignos.
En cambio, hoy estamos hablando de empleos de 850 euros brutos
de media, y si vamos más atrás en el tiempo, a mediados de los setenta,
el sueldo de una sola persona era más que suficiente para vivir, para
comprar una vivienda y para educar a los hijos, hoy es imprescindible el
sueldo de dos personas, y con los nuevos empleos que se están creando
ya ni siquiera eso, 1.700 euros brutos al mes no dan para ello.
Estamos hablando de una degradación estructural
imparable del mercado laboral como jamás se había conocido en más de
100 años. Echar las campanas al vuelo por ello es de una
irresponsabilidad y de una miseria moral difícilmente superables.
La Comisión, en su informe 'España 2017', alerta de los altos niveles de
desigualdad, pobreza y exclusión social, “conseguir un empleo en España
ya no garantiza el salir de la pobreza”, y las cifras que da son
escalofriantes: el 28% de los españoles está en riesgo de pobreza
o exclusión social, y el 34,4% de los niños, algo realmente
tercermundista. Uno de cada cuatro contratos que se firman tiene una
duración de menos de siete días, y en esta última EPA el 70% de los empleos creados ha sido de carácter temporal. (...)
Desde 2007, hemos aplicado la política económica más desastrosa de Occidente:
falsificación sin límite de la realidad, ajustes indiscriminados
llamados 'reformas', política de reducción de rentas, endeudamiento
vertiginoso, descontrol total del gasto, particularmente el autonómico, con injusticias que claman al cielo, como el régimen foral del País Vasco y Navarra, o el sistema financiero, que después de haber invertido en él cientos de miles de millones de euros en dinero público sigue pendiente de un hilo, todo lo cual nos expone gravemente a “los futuros 'shocks' de los mercados”. (...)
En resumen, mientras que el Gobierno nos pinta un paisaje tan idílico
como falso, la situación estructural de la economía española se resume
así:
Un modelo de Estado (el autonómico) imposible de financiar y que produce las desigualdades territoriales mayores de nuestra historia, con una insolidaridad jamás conocida; una deuda imposible de devolver
que nos llevará a la suspensión de pagos en cuanto empiecen a subir los
tipos de interés y BCE ponga fin a su disparatada política de dinero
ilimitado a coste cero, que favorece extraordinariamente a los países
del norte, particularmente Alemania, y arruina a los del sur,
particularmente España; un sistema financiero pendiente de un hilo;
un sistema de pensiones quebrado donde los gastos superan un 20% a los
ingresos, lo que se cubre con deuda, y un mercado laboral donde la
calidad del trabajo, los salarios y la protección social es ya
claramente tercermundista . (...)" (Roberto Centeno, El Confidencial, 31/07/17)
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