"(...) Valdis Dombrovskis, responsable del euro y del diálogo social, como el
comisario Pierre Moscovici, responsable de asuntos económicos y
financieros, aseguraban que diez años después del comienzo de la crisis
mundial la recuperación de la economía europea se ha consolidado
plenamente.
Esta aseveración puede ser cierta en un sentido más bien reduccionista y
simple, entendiendo que la crisis se ha superado por el simple hecho de
que las tasas de crecimiento en todos los países se sitúen en cifras
positivas.
De acuerdo con esta interpretación, los datos no dejan lugar a
dudas. La semana pasada Eurostat publicó las cifras macroeconómicas
correspondientes al segundo trimestre para toda la Unión Europa (UE),
según las cuales la Eurozona en su conjunto está creciendo al 2,2% en
tasas interanuales.
Pero no todo es el PIB, sobre todo si se le considera puntualmente en un
periodo concreto. Malamente se puede afirmar que se ha superado la
crisis cuando no se han corregido aquellas variables y hechos que la
originaron, comenzando por lo que constituye el cáncer de la Unión
Monetaria (UM): la fuerza centrifuga que incrementa poco a poco la
divergencia entre sus miembros.
Alemania y algunas otras naciones
económicamente satélites, sí pueden afirmar que están bastante mejor que
cuando se inició la crisis, pero no los países del Sur como Portugal,
España, Italia, no digamos Grecia, e incluso Francia.
La aseveración anterior se confirma de manera clara si comparamos el
lugar que la renta per cápita de los distintos países ocupaba y ocupa
respecto a la media de la de Europa de los 15, en 2007 y en 2016.
Alemania pasa de representar el 104,7% al 113,9%; mientras que Italia
desciende del 95,6% al 88,7%, España del 92,2% al 84,4% y Grecia se
desploma del 82,9% al 62,2%. Estos datos tienen su lógica traducción en
las tasas de paro.
Alemania desciende del 8,6 al 4,1%, mientras que el
desempleo se incrementa en España desde el 8,2% de la población activa
al 19,6; en Italia del 6,1% al 11,7 y en Grecia del 8,4 al 23.6%. (...)
Ha sido el propio presidente del Banco Central Europeo (BCE) el que
hace poco manifestó que la recuperación no había llegado a los sueldos.
Tampoco las prestaciones y los servicios públicos han retornado a los
niveles de hace diez años. No se han corregido muchos de los ajustes
aplicados que, lógicamente, han afectado en mayor medida a las rentas
bajas.
No se puede afirmar que se ha superado la crisis cuando se mantienen
los mismos desequilibrios y contradicciones que la han causado. Es más,
algunos factores como el endeudamiento han empeorado.
El hecho de que
casi todos los países miembros poco a poco se hayan ido situando en
tasas de crecimiento positivas se debe, por una parte, a un factor
extrínseco a la Unión Monetaria, el descenso del precio del petróleo, y,
por otra, a la actuación -aunque tardía- del BCE y a la política por él
aplicada de bajos tipos de interés y expansión cuantitativa, política
que no puede durar indefinidamente.
La pregunta que, quiérase o no,
surge es qué puede ocurrir cuando el BCE vaya retirando poco a poco las
ayudas instrumentadas. (...)
Las dudas acerca de que sea cierta la afirmación de que hemos salido de
la crisis surgen además en las incertidumbres y desequilibrios que
subsisten para el futuro. Si la casi totalidad de los países del Sur han
corregido su déficit exterior, no así Alemania que lejos de reducir su
superávit lo ha incrementado (8,5% en 2016), ni Holanda que aunque lo ha
minorado algo, continúa manteniéndolo a un nivel muy elevado (7,9% en
2016).
Es decir, el ajuste ha recaído exclusivamente sobre los países
deudores sin que los acreedores hayan hecho el mínimo esfuerzo para
corregir el desequilibrio en el sector exterior, y todo indica que
Alemania -que es la protagonista principal- no piensa dar marcha atrás
en esta política de cara al futuro, lo que siembra toda clase de
nubarrones sobre la Eurozona. (...)
De momento, la economía española ha abandonado el espacio de la recesión
y se ha adentrado en tasas positivas del PIB. ¿Pero a qué coste y con
qué secuelas? ¿Qué ocurrirá cuando el precio del petróleo se eleve o el
BCE cambie de política monetaria y suban los tipos de interés?, ¿qué
sucederá si vuelven a presentarse choques asimétricos?, ¿y qué
acontecerá si la balanza de pagos comienza a resentirse y retorna de
nuevo a cifras negativas?
En la actualidad, nuestra capacidad para
incrementar el endeudamiento exterior es nula. ¿Deberemos mantener, en
consecuencia, una política deflacionista permanentemente? No, la crisis,
la verdadera crisis, la que se deriva de la pertenencia a la Unión
Monetaria, no se ha superado ni se superará mientras se permanezca en
ella." (
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