8.9.17

La industria ha ido desapareciendo, y la estrategia de los servicios que toman el relevo es tratar a sus trabajadores como sirvientes... y a los sirvientes se les trata con paternalismo, o bien con engaños, coerción, y por tanto, generando miedo en ellos

"(...) el capitalismo es un sistema basado en la depredación y la explotación. Por ejemplo, desde el punto de vista del actual concepto de externalización, podemos argumentar que la subcontratación ha sido desde siempre un elemento clave del capitalismo, se denomine deslocalización, descentralización o flexibilidad. 

Ha sido desde sus inicios y junto a la desocupación, la pobreza, la precariedad o el trabajo en negro, una de las estrategias básicas para mantener la rentabilidad. Ahora bien, en cada momento histórico estos fenómenos han adquirido formas y características específicas, del mismo modo que se han dado momentos críticos. (...)

Recopilando, aproximadamente la mitad de los ocupados y algo más de la mitad de las ocupadas viven una situación caracterizada no sólo por la precariedad en la ocupación sino también por la vulnerabilidad vital; bien por tener ingresos inciertos o bajos, bien por estar sometidos a contratos atípicos extremos (trabajo o contrato por días, horas, sujeto a llamada o, incluso, sin ninguna cobertura legal). 

De estemodo, la degradación del trabajo se convierte en una trampa de la que es difícil de salir, porque aunquesea claramente insuficiente, la posibilidad misma de tener un trabajo determina en gran medida, por no decir de forma absoluta, la capacidad de cubrir las necesidades básicas9. Un extremo de esta situación es la discriminación institucional destinada a los inmigrantes extracomunitarios, dada su dependencia de los permisos (de residencia, de trabajo, etc.) que los hace extraordinariamente frágiles y objeto de una explotación a una escala mayor que en el caso de los trabajadores en situación "regular". 

Hoy en día unamujer joven, con bajo nivel de instrucción e inmigrante, tiene muchos números de caer en la exclusión social, fruto de la lotería de casino que han instaurado los poderes económicos y financieros; en ella la banca siempre gana y las asalariadas y ciudadanos perdemos. (...)

¡Qué lejos estamos de la plena ocupación que defendía Kalecki! Con las condiciones actuales de"pauperización organizativa" del movimiento obrero y sindical, ni siquiera podemos aspirar a poner a prueba su teoría del ciclo político en economía… 

En este contexto habrá alguien que todavía defienda el "cuanto peor mejor" o propuestas organizativas desligadas de la esfera del trabajo15. Por el contrario, nosotros seguiremos repitiendo una cosa bien simple: la degradación de las condiciones de ocupación empeora las condiciones de vida de los trabajadores y ciudadanos y, además, tiene efectos sistémicos, ya que condiciona de múltiples formas, nefastas todas ellas, las potenciales mejoras o incluso los cambios profundos a los que se pueda aspirar en un futuro inmediato, o más o menos lejano. 

Y ello sean o nociertas las premisas de los que apuntan a la imposibilidad de generar trabajo para todos en los paísesdel "Occidente terciarizado", debido a la progresiva tecnificación de la esfera productiva, cualesquiera sean las condiciones políticas.  

La degradación no es sólo el salario a la baja, sino también la disposición temporal absoluta de los trabajadores hacia la empresa; los cambios de turno y de horario, el trabajo nocturno, en festivos…, los ritmos de trabajo de vértigo. 

La cruda realidad de las barbaridades laborales consolidadas bajo el manto o excusa de la crisis convierten en palabras vacías todo aquello relacionadocon la igualdad, la conciliación de la vida laboral y familiar, o sobre los horarios y su racionalización.  

Sobre todo, cuando una entrevistada te explica que ha sido despedida por estar embarazada, y otra explica queno fue contratada por tener criaturas. 

El año pasado unos jóvenes (30-40 años), constituidos en grupo dediscusión, cocineras y camareros de restaurantes de estrellas y tenedores –gente preparada, formada y de gran profesionalidad-, describían uno tras otro los diferentes elementos que componen el sufrimiento en el trabajo: acoso laboral y sexual, violencia verbal (gritos), estrés, fatiga, soledad, chicos y chicas quemados (burned-out). 

Frente al de estos jóvenes cualificados y con experiencia, el caso de una chica jovencísima, sólo con la ESO e inmigrante de la India, que nos decía: "Hice un curso de cocina... después, como es tiempo de crisis, el contrato ponía una cosa (4 horas), pero luego hacía más horas de las que marcaba (7-8), acababa a la 1 o las 2 de la noche, siempre trabajaba sábado y domingo. 

Son estas cosas que nospasan a los jóvenes. Es un trabajo en el que te exigen mucha dedicación, mucho esfuerzo y obtienes poca recompensa. Los clientes, los jefes, todos con muchos humos... ¡Dios! El trabajo de camarero en hosteleríaes una cosa muy dura. 

Restauración…, después de la experiencia que he tenido, no me interesa para nada. Intentaré no volver nunca". No obstante, es bien sabido que la configuración del mapa de la actividad económica nos condena a ello como sociedad. Por ejemplo, un 30% de jóvenes con estudios universitarios están ocupados en dicho sector.  (...)

Por otra parte, la degradación del trabajo no se deriva directamente de la tecnología, sino de su uso. Mientras se habla de la incidencia de la robótica y los automatismos, se explota intensivamente mano de obra en los países periféricos. 

Y, en los países centrales, ahora sociedades de servicios, el poder acumulado por la demanda empresarial era impensable hace relativamente poco tiempo, cuando aún se hablaba de "la edad dorada del capitalismo" (para un desmentido de semejante concepto, recomendamos el recienteartículo de Alejandro Nadal)18.  

Basta con echar una ojeada a la prensa y leer sobre la "uberización", los airbnb19, las empresas multiservicios, etc., para captar cómo todo el riesgo e incertidumbre que puedenacompañar a la actividad empresarial se traslada hacia los trabajadores y trabajadoras, convertidos en falsos emprendedores carentes de los derechos laborales más elementales.

¿Qué ha sucedido? ¿Cómo se ha llegado a esta situación? Queremos repasar rápidamente dos posiblesexplicaciones y trazar dos pinceladas sobre la realidad a la que nos enfrentamos.

Primera explicación. 

En los años 1960, un reconocido economista neoclásico, William J. Baumol20,escribía sobre "la enfermedad de los costes" en los servicios públicos. 

Simplificando mucho, venía a decirque, a diferencia de la industria, en la que el progreso técnico, la inversión de capital y las economías de escala permiten un aumento continuado de la productividad, en los servicios no es posible su incremento,ni la "optimización" de los factores propios del sector, cosa que supone un límite insuperable a un potencial crecimiento ilimitado de la productividad, más allá de la intensificación de la explotación, tanto en los trabajos considerados como "productivos" como, especialmente, en los de carácter improductivo. 

En definitiva, decía Baumol, el aumento de productividad de la industria permite el aumento salarial de los trabajadores, o bien sustituirlos por tecnología, mientras que ninguna de las dos cosas es tan fácilmente aplicable a los servicios, más intensivos en trabajo.  (...)

Según Baumol, la "enfermedad de los costes" se produciría por la equiparación entre salarios industriales y los de los servicios; el diferencial de productividad repercutiría en el encarecimiento del precio final de servicios 'poco productivos' e intensivos en trabajo y no en capital. 

Este dilema llevó a plantear al sociólogo Esping-Andersen21 tres escenarios distintos en función de las medidas adoptadas por los diferentes países para afrontarlo:

- Un escenario optimista, en el que dejando a un lado las premisas de Baumol, el Estado interviene en el desarrollo de servicios públicos, sociales y personales de calidad, para garantizar altas tasas de ocupación, tanto para hombres como para mujeres, y unos salarios adecuados que permiten pagar precios relativamente altos en los servicios intensivos en mano de obra y no cualificados.  

Este es el caso de los países nórdicos; un caso para poner en vitrina, dado su fuerte diferencialde bienestar, aunque vayan convergiendo poco a poco hacia el escenario neoliberal.

- Un escenario pesimista, el que prescribe o profetiza (según se mire) Baumol. Los salarios de industria y servicios se equiparan, las empresas de servicios reducen su rentabilidad (excepto aquellas que pueden fijar los precios) y quiebran o reducen plantilla. Aquí juegan un papel importante las instituciones, las leyes y la negociación colectiva que protegen a los trabajadores.  

Sería el caso de la UE y, como desde la crisis de los 1970 la Europa continental ha tenido unas tasas de paro más elevadas que EEUU, ésta es una de las argumentaciones que justifican el problema del aumento del paro y de la precariedad en los países de la Unión.  

En todo caso, estos países también han ido convergiendo hacia el tercer escenario, extendiendo en su interior elmodelo precario (temporalidad, mini-jobs, tiempo parcial, salarios bajos…).

- El escenario de solución neoliberal o, para nosotros, el escenario más pesimista y, fatalmente, más real. Su aplicación comenzó en los Estados Unidos de Ronald Reagan y en el Reino Unido de Margaret Thatcher, tras su experimentación en el Chile de Pinochet. Fuera protecciones, sindicatos y negociación colectiva, sustituidos por desregulación, mercantilización y privatización, siempre bajo la intervención directa del Estado. 

 Y, sí, consiguieron en los 1980 y 1990 una baja tasa de paro y una alta ocupación en los servicios personales y de distribución, pero a costa deuna intensa precariedad y de la multiplicación del trabajo pobre (asalariados que trabajan, perocon un salario que no les permite sobrepasar el umbral de la pobreza).  

Es esta situación, y no el bienestar o la protección, la que crea un mercado dual; una situación en la que, como ha descrito con profusión de datos el economista francés Thomas Piketty22, se profundiza la desigualdad, con ejecutivos que cobran 300 ó 400 veces el salario del trabajador medio de su empresa, en una sociedad en la que en absoluto funcionan las premisas del capital humano de Gary Becker y sus promesas meritocráticas. (...)

Segunda explicación. 

Según Marx, la acumulación de capital precisa de un ejército industrial de reserva que ejerza presión sobre los trabajadores en activo con el fin de que reduzcan sus demandas salariales.   

Este ejército se forma con pobres, trabajadores agrícolas o, hoy día, con los trabajadores de profesiones o sectores de actividad obsolescentes, los inmigrantes, las mujeres, los precarios, los jóvenes. Por otra parte si tenemos en cuenta las prescripciones neoclásicas, tendríamos que buscar explicacionesmás allá de los modelos de Baumol para justificar los ingresos desmesurados del 1-10% de la población, por medio de criterios de productividad. 

Es aquí también donde Marx señala que las desigualdades se establecen, no sólo por criterios de eficacia y rentabilidad, sino por el diferencial de propiedad, poder y dominación.  

Siguiendo la estela de Marx, Braverman, un marxista norteamericano, escribía en 197525, cuando aún no se había desatado completamente la hidra neoliberal: 

"El volumen de la masa de indigentes anda ahora por los 14 ó 15 millones de personas; alcanzó ya un enorme tamaño en 1970 y aparentementecrecerá bastante más. De todo esto podemos colegir que la acumulación de riqueza en un polo de la sociedad en el sistema capitalista tiene una contrapartida, en el otro polo, en forma de acumulación demás miseria". 

En 2016, según el FMI, en los Estados Unidos había 46,7 millones de pobres. Es decir, que lamercantilización intensa, el "todo para el mercado", ha triplicado la pobreza. 

Y no sólo por la intervenciónconservadora de Reagan o de los Bush, sino también por la vigorosa apuesta de Clinton y Obama por Wall Street. Es la economía del goteo y la extensión del autoritarismo de estado: bajad los impuestos a los ricos, porque éstos invertirán, creando puestos de trabajo que aumentará la riqueza de todos.

Una decisión que sólo actúa en un sentido bíblico, el de las palabras del evangelio de Mateo: "A quién tiene se le dará todavía más; pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene".

Bajo nuestro punto de vista Baumol ofrece una falsa (o superficial) justificación a la transición obvia de una sociedad industrial a la de servicios, acelerada por Thatcher, Reagan o la Unión Europea, mediante prácticas desindustrializadoras que han deslocalizado las industrias centrales en países periféricos con mano de obra más barata, y han provocado la pérdida de derechos y condiciones de trabajo y empleo de los asalariados y asalariadas occidentales. 

Mientras que Marx o Braverman van a la raíz profunda: elsistema capitalista explota, excluye y envilece.  (...)

Tradicionalmente las empresas, el capital, hacen frente a los problemas de productividad y rentabilidad de diversas maneras.

La solución financiera y especulativa que sustituye a la economía productiva y que nos ha conducido a la gran recesión actual y a las políticas de austeridad (y que,desgraciadamente para la mayoría, gobiernan los mismos que nos condujeron al desastre).  

 La solución política, que mercantiliza nuevos sectores antes cubiertos por los servicios públicos o por las familias (tareas y cuidados en el hogar, privatización de sanidad, educación, servicios sociales, prisiones, seguridad…). 

La solución de mercado que acelera el cambio en productos, servicios, actividades. La solución organizativa y tecnológica, que transforma las relaciones laborales colectivas en individuales, o que sustituye trabajo por tecnología. 

La solución quizás más antigua, la de descentralizar, deslocalizar, subcontratar; en resumen, la de reducir los costes laborales, por ejemplo mediante la externalización de los servicios o la puesta en marcha de empresas multiservicios. 

En España y Catalunya, la industria ha ido desapareciendo a marchas forzadas y los servicios que toman el relevo en términos económicos y ocupacionales son poco dinámicos, muy intensivos en mano de obra y de bajo salario. 

La estrategia que predomina en estos servicios es la reducción de costes, pero de una manera tan intensa que llegan a tratar a una buena parte de la ciudadanía, no como ciudadanos y ciudadanas que viven, trabajan y tienen unos derechos, sino como sirvientes. 

Y a los sirvientes se les trata con paternalismo, o bien con engaños, coerción, violencia estructural y por tanto, generando miedo en ellos."               

(PRECARIZACIÓN Y DEGRADACIÓN DEL TRABAJO, de Pere Jódar (Profesor de Sociología, Departament de Ciències Polítiques i Socials UPF) y  Juan M. Pericàs (Investigador de Greds-Emconet, UPF), en Revista de Economía Crítica, nº 23, 2017)

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