"(...) ¿Cree que en España es diferente o es que simplemente
en materia de actitud ante los emigrantes aún estamos en la Francia de
los ochenta?
Aun no se cómo están las cosas a ese respecto en
España, pero me parece que toda esa fuerza de contestación de extrema
derecha que tenemos en Francia, en España se canaliza a través del PP y
adquiere formas diferentes.
Lo que veo es que la historia de esa
inmigración de mano de obra para la construcción de los años 2000,
cambió también la relación hacia los extranjeros en España, tanto más
cuando después de la crisis España se ha convertido en tierra de
emigración. Creo que en los barrios latinos o marroquíes de la periferia
de Madrid y de las ciudades de Cataluña todo eso cambio la visión
española de los inmigrantes y hay un racismo menos pronunciado.
Es más;
vemos cómo esa gente ha sido la más afectada por la crisis de las
hipotecas tóxicas. Cuando se hacen estadísticas en la PAH te das cuenta
de que hay una sobrerrepresentación de afectados marroquíes y
ecuatorianos.
Eso es lo que sugiero en mi película: al elegir en el
montaje a un ingeniero marroquí frente al palacio de justicia de Madrid,
y al seguir a una afectada ecuatoriana que bromea sobre su nacionalidad
mientras hace un gazpacho con las amigas ecuatorianas: lo que se
desvela es el lugar (mas integrado) de esa gente en la sociedad
española…
El momento en el que la gente decide no pagar las deudas, es un momento precursor de grandes transformaciones históricas”
…mientras que en la Nuit debout (el particular 15-M parisino) o en la France insoumise (el movimiento de la izquierda) se ve muy poca gente procedente de los barrios periféricos mayoritariamente de origen migrante.
Exacto, por eso creo que ahí hay una de las claves
para entender el hecho de que España es, o podría ser, un antídoto a
Donald Trump. Tanto Estados Unidos como España fueron afectados por la
ola de créditos de riesgo por lo que se podría imaginar una reacción
similar.
Si no ocurrió fue por la alianza entre una pequeña burguesía
española desclasada, que en Francia habría evolucionado hacia un poujadisme
(la derecha corporativa de los tenderos en la Francia de los
cincuenta), con las clases populares emigrantes pauperizadas, obreros de
la construcción, trabajadores de la limpieza en hogares españoles y
demás, que venían de un medio muy diferente pero que se soldaron para
luchar contra los desahucios, los suicidios ligados a la banca, etc.
Y
eso ha sido un movimiento de masas que dura hasta nuestros días. Esa
alianza no ha existido en Estados Unidos, lo que explica ese escenario
digno de Black Mirror en el que el magnate inmobiliario aliado de los
banqueros responsables de la crisis haya sido elegido y se encuentre en
el poder cuando él es la causa de los problemas contra los que lucha la
gente.
Comparando lo que ha pasado en los dos países se entiende algo
del mundo de hoy. Creo que el momento en el que la gente decide no pagar
las deudas, es un momento precursor de grandes transformaciones
históricas. En decir que es legítimo no pagar la deuda hay algo
fundacional y creo que eso resuena en toda la España de hoy hacia la
Unión Europea…
Por otro lado, en España, por razones comprensibles
de que salíamos de una dictadura, y por los fondos de cohesión, hay más
adoración hacia la UE. Europa era la perspectiva de una sociedad más
democrática y libre. Por eso el debate europeo en España es tan pobre,
la izquierda no sabe qué hacer con el euro y apenas se critica a la UE.
Podemos apenas aborda esta cuestión porque si en España se critica a la
UE es difícil ganar votos. Mientras que en Francia en los últimos dos
años se ha avanzado mucho en esas cuestiones, seguramente porque no hay
ese complejo de país en desarrollo y porque la conciencia de que Francia
se disuelve en la UE es mucho mayor.
Sí en Francia funciona muy bien…. incluso de forma
demagógica tanto a izquierda como a derecha. A pesar de todo, en España
hay un discurso contra la troika, contra Merkel, que funciona bastante
bien pero que me parece que está rellenado por otros elementos.
Recuerdo
el caso de un albañil rumano de la PAH de Madrid que estaba obsesionado
con Estrasburgo: calculaba el tiempo que necesitaba para hacer el viaje
de ida y vuelta con su coche gastando enormes cantidades en gasolina
porque quería obtener de la UE la anulación de las cláusulas abusivas de
su contrato inmobiliario.
Esos movimientos sociales utilizan elementos y
comparaciones internacionales, el poder de la UE, para criticar al
Estado. Europa juega ese doble papel; es punto de apoyo para criticar la
dominación política y financiera en España y al mismo tiempo es el
enemigo que hizo posible toda esa liberalización acelerada a partir de
los años ochenta que es especialmente fuerte en el sector financiero.
Creo que en el caso de ese albañil rumano hay elementos de
internacionalismo y también muy fuertes de crítica a la manera en la que
se creó esta Europa más contra los pueblos que a su favor. Es una
madeja de lana muy difícil de deshacer y que es particularmente visible
en España. (...)
En la France insoumise, con
todas mis reservas hay muchas cosas que me interesan. Hace unas semanas
fui a su universidad de verano a hacer una presentación sobre la
industria farmacéutica y la sanidad. Me di cuenta que hay un movimiento
alrededor de esa fuerza política, algo que en parte recuerda a Vista
Alegre I (primer congreso de Podemos), más que a Vista Alegre II, y que
nos dice que a ambos lados de los Pirineos hay una búsqueda parecida.
El
éxito de la France insoumise ha sido cambiar
cierta imagen de los movimientos sociales replegados sobre sí mismos.
Luego, desde mi punto de vista, tengo toda una serie de objeciones,
sobre la soberanía, sobre el tema de la Unión Europea, sobre el
patriotismo económico donde veo zonas resbaladizas que habría que
evitar…
…precisamente, esas son las cosas que a mi me parecen más interesantes y con más futuro de Francia…
(...) en España hay algo mucho más innovador que es lo que explica también las
victorias de la PAH: gente fuera de toda voz sindical tradicional,
fuera de las empresas, en sus barrios que se implicaron y empezaron a
hablar de sus casas, de sus conflictos íntimos y de sus deudas
personales, de su situación de culpabilidad que querían transformar.
Allí hay toda una máquina sentimental, fuera de los senderos trillados,
en la que Francia debería inspirarse para que su actual movimiento no
sea un nuevo fracaso defensivo ante un nuevo ataque al derecho laboral."
(Entrevista al sociólogo y documentalista francés, Quentin Ravelli, Rafael Poch, La Vanguardia, 19/10/17)
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