4.4.18

Las personas que han experimentado fraudes bancarios, como por ejemplo el 63% de los tenedores de preferentes que no recibieron compensación o el 66% de personas que suscribió hipotecas multidivisa, tienen peor salud general, peor salud mental, duermen menos y tienen peor calidad de vida que la población de edad comparable

"(...) La crisis financiera y económica que empezó en Estados Unidos en 2007 y rápidamente propagó sus graves secuelas por todo el mundo ha tenido unas consecuencias especialmente catastróficas para cientos de miles de ciudadanos en España. En realidad ha sido nuestro país el que ha sufrido los mayores costes humanos y económicos de esta debacle, un aspecto del que quizá no somos suficientemente conscientes.  (...)

Los trastornos ocasionados por el cataclismo financiero y la conducta de las entidades de crédito han sido muy impactantes en materia de empleo. Entre el tercer trimestre de 2007 y el primero de 2014 se destruyeron 3,8 millones de empleos (el 18,4% del total, un acontecimiento sin precedentes en la España democrática).
En nuestro país la crisis económica ha estado estrechamente vinculada al comportamiento y las malas prácticas de las entidades financieras.

Las entidades españolas aumentaron disparatadamente la concesión de préstamos de manera irresponsable para la adquisición de inmuebles y suelo sin las garantías necesarias. Estas actividades, promovidas por el impulso especulativo, especialmente en la financiación para la compra de terrenos, les reportaron unos beneficios exagerados, los más elevados de su toda su historia. Entre 1996 y 2010 bancos y cajas cosecharon unas ganancias de 169.281 millones de euros, con un ejercicio récord en 2007 en que superaron los 25.000 millones, según el Banco de España.
El estallido de la burbuja inmobiliaria y la caída súbita de los precios dejaron a muchas entidades en situación de insolvencia, lo que provocó la paralización del crédito y la necesidad de cuantiosas ayudas públicas para su rescate, lo que ha resultado una pesada carga para todos los contribuyentes.

La crisis financiera tuvo además unas primeras víctimas directas en determinados colectivos de los clientes bancarios. Por una parte, las entidades financieras aprovecharon las ventajas que les ofrecía la legislación hipotecaria en materia de ejecuciones, que estaba pensada para situaciones excepcionales pero no para una crisis generalizada.

 Bancos y cajas lanzaron una masiva oleada de cientos de miles de desahucios ante la absoluta desprotección de los afectados, en su mayor parte personas que habían perdido el empleo o fracasado en su empresa.

Por otra parte, para proteger sus intereses, las entidades financieras incurrieron en multitud de malas prácticas (colocación de productos de riesgo y cláusulas abusivas como en las participaciones preferentes, obligaciones subordinadas, swaps o permuta de intereses, hipotecas multidivisa, cláusulas suelo y venta de acciones, entre otras) que significaron graves pérdidas económicas, morales y para la salud de los afectados, cuyas secuelas perduran todavía en muchos casos.

En el análisis de la crisis que se describe a continuación ha primado sobre todo el impacto en la vida de las personas y no tanto los efectos y la transformación que ha experimentado la economía en general y el conjunto del sistema financiero, aspectos que ya han sido ampliamente estudiados.

02. El saneamiento bancario más costoso de Europa 

Desde esta perspectiva ciudadana, lo primero que hay que destacar es el enorme coste que de manera general han tenido que afrontar los contribuyentes en el saneamiento del sistema financiero español. (...)

La razón principal de la desmesura de este coste se debe a que la mayor parte de las ayudas públicas concedidas se han perdido definitivamente. De los 61.900 millones de euros de ayudas de capital otorgadas a bancos y cajas en España, entre 2009 y 2015, se han perdido 47.966 millones, según los últimos datos de la Comisión Europea (1). 

Se trata de unas pérdidas superiores tanto en términos absolutos como relativos a las sufridas por otros países que también precisaron elevadas ayudas como fueron los casos de Irlanda, Alemania, Grecia o Reino Unido.  (...)

Hay que destacar que el balance de las pérdidas no es definitivo todavía.  (...)

Una pérdida de más de tres cuartas partes de las ayudas concedidas implica que a la hora de determinar el origen de la factura de la crisis financiera, además de los gestores de cajas y bancos, hay que contemplar también la responsabilidad de las autoridades, que concedieron unas ayudas sin el control necesario para evitar su quebranto.

Para valorar la relevancia de la cuantía de las pérdidas causadas por la crisis financiera hay que recordar que se trata de una cifra comparable al coste de los recortes sociales en materia de educación, sanidad y gastos sociales  (...)


A la vista de estos datos, resulta evidente que si no se hubieran dilapidado casi 50.000 millones de euros en el rescate bancario no hubiera sido necesario aplicar los drásticos recortes sociales en materias tan sensibles como la educación, la sanidad y la protección social.

03. Los expulsados de sus viviendas, las víctimas más agraviadas
 
Además del perjuicio financiero que ha afectado al conjunto de los ciudadanos de una manera general, existen determinados colectivos que han sido especialmente golpeados de forma directa por los abusos y las malas prácticas bancarias.

 Sin duda, entre los más maltratados hay que considerar en primer lugar a las familias que fueron expulsadas de sus viviendas por la aplicación implacable de una legislación hipotecaria que ha implicado numerosas injusticias.  (...)

Las abrumadoras cifras de familias desahuciadas por los bancos hablan por sí solas de la magnitud del drama. Según la PAH, tomando como base los datos del Consejo General del Poder Judicial, (CGPJ), desde 2007 y hasta el segundo semestre de 2016 se ejecutaron en España 485.171 desahucios. 

Durante 2016 todavía se registró un importante volumen, con un total de 63.037, según el CGPJ. Durante este último año, la mayor parte, un 54%, correspondían a procesos por impago de alquiler y un 42% a expedientes de ejecución hipotecaria.  (...)

Estos datos revelan que las características de los contratos hipotecarios han situado a los ciudadanos en una clara posición de inferioridad ante las entidades financieras. La realidad es que son muchas las personas que se preguntan: ¿Cómo se ha producido esta destrucción tan masiva?

La explicación está en que la práctica totalidad de las hipotecas realizadas por los bancos antes de la crisis incluían una abusiva cláusula, denominada Vencimiento Anticipado. Se trata de una disposición de efectos atroces que autoriza al banco a exigir el pago de la totalidad de la deuda pendiente si se producía el impago de un solo plazo. 

La consecuencia es que se producía una situación de la máxima indefensión. A un prestatario que no podía pagar la cuota mensual de la hipoteca de, por ejemplo, unos 1.000 euros, se le exigía que pagara toda la deuda pendiente de la hipoteca de 150.000 o 200.000 euros. La irracionalidad económica y la injusticia de la cláusula son absolutas.  (...)

Esta abusiva disposición, que estaba incluida también en la Ley de Enjuiciamiento Civil, fue modificada por la Ley 1/2013 de 14 de mayo que exigió como mínimo el incumplimiento de pago de tres plazos para iniciar una ejecución hipotecaria. El cambio legal fue consecuencia de la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europera (TJUE) de 14 de marzo de 2013, en el llamado caso Aziz.  (...)

04. La cadena de engaños que posibilitó la estafa de las preferentes 

Los fraudes financieros tienen un largo historial de víctimas en España. (...)

No obstante, el fraude de mayores dimensiones y mayor número de perjudicados por malas prácticas financieras ha sido el de las llamadas participaciones preferentes y otro producto similar, las obligaciones subordinadas.

 Estos productos fueron colocados por cajas y bancos entre su clientela tradicional para obtener una fuente de capitalización más barata que las ampliaciones de capital mediante la emisión de acciones.  (...)

Lo más relevante de estos productos es que tenían una característica muy peligrosa que se ocultó en el momento de su colocación y es que se podían perder todos los ahorros. Las preferentes y subordinadas se colocaron a más de tres millones de personas, un millón de los cuales resultó perjudicado en distintos grados.  (...)

La historia de las participaciones preferentes resultó ser una gran estafa cuando las autoridades potenciaron la posibilidad de emplear este dinero para que los bancos y cajas se capitalizaran. 

Posteriormente, esas mismas autoridades determinaron la cuantía en que las preferentes debían contribuir al rescate de las entidades financieras en dificultades, con las consiguientes pérdidas para los ahorradores que habían adquirido estos productos. En algunos casos los menoscabos llegaron hasta el 70%.

El dinero perdido por los tenedores de preferentes que se empleó en el rescate bancario ascendió a 13.000 millones de euros, según confirmó el pasado 2 de noviembre Servaas Deroose, subdirector general de Asuntos Económicos y Monetarios de la Comisión Europea y ex jefe de la misión que controló el programa de asistencia financiera a España (9).  (...)

Es una historia que no se puede entender que haya alcanzado a un número tan elevado de damnificados de no ser por la sucesión de una larga cadena de engaños.  (...)

05. Cláusulas suelo. Las autoridades al servicio de los bancos y abandono de millones de perjudicados
 
El conflicto que actualmente afecta a un mayor número de personas, quizá dos millones, es el de las cláusulas suelo. Estas estipulaciones incluidas en las escrituras fueron una de las respuestas de la banca ante la inminencia de la bajada de los tipos de interés que se había iniciado en Estados Unidos y que habían detectado sus propios departamentos de estudio.

Las cláusulas suelo son un ejemplo clarísimo de la asimetría de la información, que tan bien ha estudiado el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Una asimetría que refleja la situación de desigualdad en el manejo de información y capacidad de negociación existente entre los bancos y sus clientes. 

En el caso de las hipotecas a tipo variable, que eran la mayoría, los bancos se cubrieron ante posibles descensos incluyendo las cláusulas suelo asegurándose así que siempre cobrarían un interés mínimo, de entorno el 3,5% y 4,5%. A cambio ofrecían un techo de entre el 13% y 20% garantizando a sus clientes que este sería el tipo de interés máximo que les cobrarían.

No se trata de decir que los bancos sabían que los tipos de interés iban a bajar y por eso pusieron estas limitaciones a sus posibles variaciones. Lo que han dicho los magistrados con gran sentido es que los bancos tenían que haber compartido con sus clientes los distintos escenarios que ellos manejaban sobre la evolución probable de los tipos de interés para que pudieran comprender el significado económico de estas limitaciones y los perjuicios que les podían ocasionar.

La aplicación de estas cláusulas limitativas ha tenido consecuencias especialmente graves para algunas familias al impedir la rebaja de las cuotas hipotecarias cuando cayeron los tipos en momentos muy delicados de sus vidas. Algunas familias hubieran podido evitar los desahucios si se hubieran podido beneficiar de la reducción de cuotas mensuales por la caída de los tipos de interés. (...)

Para el catedrático de Economía Financiera y Contabilidad Prosper Lamothe, en realidad los clientes se convirtieron en aseguradores de los bancos y por este seguro las entidades deberían haber pagado a sus clientes una prima que debería haber oscilado entre el 5% y el 8%.  (...)

06. ‘Swaps’ e hipotecas multidivisa. Dos tipos de contrato especialmente perniciosos
 
Durante los últimos años se ha comprobado que la lista de contratos y cláusulas abusivas en materia financiera es cada vez más extensa. El registrador de la propiedad Carlos Ballugera ha identificado más de 80 cláusulas abusivas diferentes en las hipotecas en contra de los consumidores (14). 

En este panorama de graves abusos bancarios, además de los relativos a los desahucios y a las preferentes existen dos tipos de contratos que han sido especialmente dañinos para los consumidores: los swaps y las hipotecas multidivisa.

¿Qué es un swap? Los swaps o permutas de interés son unos contratos que los bancos ofrecieron a sus clientes especialmente a partir de 2007 como un seguro. Las entidades aseguraban a sus clientes que con estos contratos les protegían de los efectos de las posibles subidas de los tipos de interés o de la inflación en las hipotecas que tenían suscritas a interés variable. Pero en realidad los swaps no funcionaban como un seguro sino que eran una apuesta con elevados riesgos.

En estos contratos las partes se comprometen recíprocamente a abonar las diferencias que resulten de la evolución futura de los tipos de interés en relación a un índice de referencia. El banco proponía, por ejemplo, una cantidad de 400.000 euros y un tipo de referencia del 4,5%. Si el tipo de interés del Euríbor descendía de este índice, el cliente debía pagar la diferencia a la entidad y si aumentaba y se situaba por encima recibía una compensación del banco. 

Los contratos, sin embargo, no eran equilibrados porque limitaban los beneficios que podían obtener el cliente en el caso de la subida del Euríbor pero no las pérdidas si caía.

Lo que ocurrió es que la brutal caída del Euríbor que se registró a partir de octubre de 2008 resultó catastrófica para decenas de millares de personas que habían suscrito estos contratos (15).

Durante los últimos diez años los swaps han perjudicado gravemente a más de 200.000 clientes particulares, ayuntamientos y a pequeñas empresas, algunas de las cuales sufrieron una verdadera ruina. (...)

El otro tipo de contratos que ha acarreado graves pérdidas a muchas familias es el de las hipotecas multidivisa. En este caso también fueron los bancos los que convencieron a sus clientes de las supuestas ventajas de contratar sus hipotecas en yenes o francos suizos porque los tipos de interés con estas monedas eran más bajos que con euros. 

Estas hipotecas, sin embargo, comportaban un doble riesgo que no fue suficientemente advertido: las variaciones del tipo de interés y las fluctuaciones del tipo de cambio de la moneda.

Más del 80% de estas hipotecas se comercializaron en 2007 y 2008, según ASUFIN. Con estos productos los bancos se cubrieron de una posible depreciación del euro. Las entidades financieras explicaban a sus clientes las ventajas de contratar hipotecas con tipos de interés más bajos pero les ocultaban el riesgo de la posible subida del tipo cambio del yen o franco suizo.
 
El resultado no ha podido ser más calamitoso. En muchos casos, después de pagar las cuotas correspondientes durante varios años algunos clientes se encontraron que adeudaban hasta un 30% o 40% más del valor inicial de la hipoteca, como consecuencia de la apreciación del yen o el franco suizo con respecto al euro que se registró a partir de 2011. 

La sensación de desesperación al comprobar que aumentaba la deuda a pesar de los pagos efectuados durante años produjo situaciones de verdadera tensión psicológica a numerosas familias.  (...)

07. Los costes invisibles. Daños morales y para la salud
 
Los perjuicios causados por las malas prácticas y fraudes bancarios no son exclusivamente de naturaleza económica. Hay otros daños menos conocidos que han afectado seriamente la moral y la salud de las personas que han sido víctimas de estafas y engaños financieros.

Algunos jueces ya han empezado a dictar sentencias condenando a entidades por daños morales. Pero el reducido número de resoluciones judiciales y sobre todo su escasa cuantía (entre 4.000 y 6.000 euros) resultan manifiestamente muy insuficientes.

En el ámbito de la salud también se empiezan a investigar los daños ocasionados por los abusos de las entidades financieras. José Manuel Ribera Casado, catedrático Emérito de Geriatría de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de Finsalud, ha señalado que “las consecuencias sobre la salud de estos comportamientos fraudulentos constituyen un tema importante y bastante descuidado”.

 En su opinión, “los problemas generados en el ámbito de la salud han sido enormes, y en muchos casos han superado la intensidad y consecuencias al propio daño material ocasionado por los fraudes” (20).

El primer estudio piloto sobre los efectos sobre la salud de los fraudes financieros ha sido realizado por la fundación Finsalud, que analizó una muestra de 188 personas que habían sido afectadas por las participaciones preferentes y las hipotecas multidivisa. 

María Victoria Zunzunegui, profesora honoraria de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Montreal y promotora del trabajo, ha señalado que “las personas que han experimentado fraudes bancarios tienen peor salud general, peor salud mental, duermen menos y tienen peor calidad de vida que la población de edad comparable” (21). 

 El estudio piloto señala, por ejemplo, que el 63% de los tenedores de preferentes que no recibieron compensación y el 66% de personas que había suscrito hipotecas multidivisa tenían una salud regular, mala o muy mala. Sin embargo, cuando se compara con la población media española de la misma edad, el colectivo con la salud deteriorada representa un porcentaje muy inferior (32%) (22).

El estudio concluye que los fraudes financieros deberían ser considerados un factor de riesgo para la salud. Y las personas que han sido afectadas deberían recibir cuidados médicos y psicológicos además de la compensación económica por el dinero perdido.  (...)

Los bancos españoles tienen un serio problema de reputación. Son los segundos peor valorados del mundo después de los irlandeses. Esta situación también perjudica a los clientes al no existir una delimitación suficientemente clara entre las entidades que actúan correctamente y las que incurren en prácticas abusivas."                      (Andreu Missé , Alternativas Económicas, en Rebelión, 02/04/18)

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