11.6.18

¿Y si los bancos dejaran de poder ‘fabricar’ dinero? Los suizos votan si quitan a los bancos comerciales su poderosa herramienta de crear dinero fiducidario y donde mantengan el 100% de sus reservas como depósitos

 "El domingo, los suizos rechazaron en un referéndum una propuesta conocida como dinero soberano o Vollgeld / Monnaie Pleine). 

 Esto propuso eliminar la 'banca fraccional' y convertir al banco central en la única autoridad para crear dinero.  

En el sistema bancario moderno, el banco central crea billetes y monedas (moneda) (junto con algunas reservas especiales). Pero esta 'base monetaria' solo representa una pequeña parte de la oferta monetaria total en una economía. En cambio, la mayoría del dinero es creado por los bancos comerciales cuando prestan a consumidores y empresas. Cuando los bancos otorgan préstamos a hogares, compañías y otras instituciones financieras, crean depósitos de dinero (porque estos préstamos aparecen como depósitos para los prestatarios en el banco).
Pero el monto que los bancos deben mantener como reservas para cumplir con las demandas de efectivo de estos depositantes y como amortiguador contra cualquier colapso en el valor de los activos ofrecidos por los prestatarios contra sus amortizaciones de activos de préstamos es muy pequeño en comparación con sus activos , Una fracción. Esto se debe a que el riesgo de falla o falta de pago es bajo y la demanda regular de efectivo es baja. En la práctica, los bancos mantienen alrededor del 5% de los pasivos como reservas fraccionarias.
La iniciativa suiza de dinero soberano propuso que todos los depósitos se mantengan como reservas (con el banco central). De modo que la capacidad de los bancos comerciales de "crear" dinero a través de préstamos desaparecería y, de hecho, el banco central estaría a cargo exclusivo del suministro de dinero.
¿Por qué hacer esto? El argumento es que los bancos comerciales son ineficientes en los préstamos y causan crisis financieras periódicas. Tienden a prestar más para la especulación financiera que para la inversión productiva y esto lleva a accidentes financieros. Si los bancos centrales tienen todo el efectivo del país, pueden controlar el préstamo y asegurarse de que sea para fines productivos. Y los bancos centrales podrían impulsar directamente la demanda en la economía mediante la expansión de la oferta monetaria sin el intermediario ineficiente del sistema bancario comercial.


 La idea del dinero soberano no es nueva, pero ha sido revivida debido a la crisis financiera mundial y la Gran Depresión que siguió. Anteriormente se discutió en la Gran Depresión de la década de 1930. El economista de la Deuda de la Deuda de la Universidad de Chicago, Irving Fisher, lo adelantó en ese momento. Más recientemente, algunos economistas del FMI resucitaron la idea en un documento de trabajo reciente, "The Chicago Plan Revisited" (Documento de trabajo del FMI WP / 12/202). Documento de trabajo del FMI WP / 12/202. Varios de los principales economistas keynesianos también han apoyado vigorosamente la idea, incluidos Martin Wolf en el Financial Times y Steve Keen, el economista poskeynesiano.
Naturalmente, las autoridades monetarias se oponen a la idea debido al temor de que los gobiernos eliminen la "independencia" del banco central y comiencen a utilizar los depósitos de efectivo del país ahora en el banco central para sus propios fines y también para ampliar la oferta monetaria. sin ningún respaldo de activos productivos, lo que lleva a una inflación galopante.
La otra pregunta es si poner toda la oferta de dinero en manos del banco central detendría futuros fracasos financieros. La crisis crediticia y la crisis financiera mundial de 2007-8 no se originaron en la banca comercial, sino en bancos de inversión como Bear Stearns y Lehmans. Estos bancos no tenían depósitos de clientes ni préstamos a los hogares, sino que participaban en capital especulativo como "derivados exóticos". Con la banca "soberana", tal especulación continuaría e incluso aumentaría en el sistema bancario comercial.
He tratado el esquema bancario anteriormente en una publicación anterior. Como argumenté entonces, el dinero soberano solo funcionaría si los bancos fuesen de propiedad pública y formaran parte de un plan general de financiación e inversión. Pero si eso sucediera, no habría necesidad de eso.
Detrás de estos esquemas está la creencia de que todo lo que está mal con el capitalismo es un mal sistema monetario y banqueros imprudentes. También está la creencia keynesiana de que la expansión monetaria controlada por el gobierno puede evitar crisis y desplomes al impulsar la "demanda efectiva". Es irónico que el propio Keynes con la experiencia de la Gran Depresión en la década de 1930 llegara a la conclusión de que el estímulo monetario era inadecuado para sacar a las economías de las recesiones y finalmente optó por el estímulo fiscal."      (Michael Roberts blog, 11/06/18)



 "Por qué la propuesta sobre los bancos del referéndum suizo es una pésima idea.

 Concretamente, se somete a votación arrebatar a los bancos comerciales la posibilidad de ofrecer créditos sin tener un respaldo absoluto en dinero oficial (que es el que crea el banco central), obligándolos por lo tanto a ser simples intermediarios (trasladando el dinero del ahorrador a la persona o empresa que quiere endeudarse). En román paladino: esta propuesta impediría que los bancos creasen dinero, dejando como único creador del dinero al banco central.

Para evaluar adecuadamente esta propuesta es importante entender cómo funciona la actual operativa de los bancos cuando dan préstamos. Al contrario de lo que la mayoría de la gente piensa, los bancos no son simples intermediarios del dinero, sino que también son creadores del mismo. Muchos creen erróneamente que cuando reciben un préstamo del banco ese dinero proviene de una persona o empresa. Pero no es así

Cuando un banco concede un crédito a alguien lo único que hace es incrementar el saldo de su cuenta bancaria en la cantidad correspondiente. No saca el dinero de ningún sitio, sino que teclea las cifras que sean y punto (lo explica perfectamente el banco central del Reino Unido). Crea “dinero bancario”, que no es otra cosa que una promesa de pagar “dinero oficial” (el dinero que crea el banco central). 

De esta forma, cuando la persona que ha recibido el crédito quiera pagar algo o quiera sacar una parte en monedas y billetes, el banco tendrá que convertir ese dinero bancario en dinero oficial.

Pero la clave es que la cantidad de transacciones bancarias son tan numerosas que, normalmente, los bancos necesitan muy poco dinero oficial para respaldar todo el dinero bancario que crean. De hecho, en la Eurozona la legislación permite que los bancos puedan crear 99 euros de dinero bancario por cada euro de dinero oficial que tengan. Para un desarrollo de todo esto sugiero leer aquí y aquí.

Meros intermediarios

Así las cosas, la propuesta sometida a votación pretende impedir que los bancos puedan crear dinero bancario, de forma que si quisieran conceder créditos tuvieran que utilizar solamente dinero oficial (el dinero que crea el banco central). El resultado es que la creación de dinero recaería exclusivamente en el banco central, dejando a los bancos como meros intermediarios de ese tipo de dinero. Esto limitaría sobremanera la cantidad de créditos que podrían dar los bancos. 

A priori esta idea suele sonar bien. Sabemos que tradicionalmente los bancos han realizado una gestión desastrosa de los créditos, concediendo más de la cuenta y a agentes económicos que luego no los podían devolver. Impedir de golpe que puedan volver a hacerlo resulta muy atractivo. Sin embargo, es una medida que se pasa de frenada, pudiendo ser incluso más desastrosa que la situación actual.

Que haya muchas sucursales de bancos desperdigadas por todo el territorio gestionando la concesión de créditos es positivo para la actividad económica. Al fin y al cabo, estamos hablando de muchos trabajadores informándose sobre la situación económico-financiera de cada persona y empresa que solicita un crédito, realizando análisis de solvencia de muy diverso tipo, y gestionando multitud de problemas y dificultades relacionadas con la actividad crediticia. 

En cambio, el banco central apenas tiene una sede física y unos cuantos empleados que, hoy por hoy, no tienen las herramientas ni la infraestructura para gestionar la operativa crediticia a toda la población. 

Partiendo de la premisa indiscutible de que el crédito es indispensable hoy día para la actividad económica, pasar de buenas a primeras a que el único creador del dinero (y, por lo tanto, el prestamista más importante de todos) sea el banco central es una locura, porque sería incapaz de cubrir las necesidades de crédito de la población, provocando un shock financiero importante.

Las dos únicas formas de evitar ese colapso serían: nacionalizando buena parte de la banca privada para que esa nueva banca pública utilizase las herramientas, trabajadores y medios ya existentes para dar créditos directamente con dinero oficial del banco central; o que el cambio fuera tan paulatino que diese tiempo a que el banco central desarrollara un tejido y una estructura lo suficientemente importante (a costa, inevitablemente, de la banca privada) como para gestionar las necesidades de crédito de la mayor parte de la población.

Hundir la economía

Por otro lado, es importante entender que en la actualidad solo hay dos vías para inyectar dinero en la economía: la creación de dinero por parte de los bancos comerciales (como se ha comentado), y el déficit público (lo desarrollo en este artículo). 

Si de golpe y porrazo limitamos hasta su mínima expresión la primera vía, entonces solo quedaría la segunda para poder gestionar la cantidad de dinero que necesita la economía. Si quisiéramos que la liquidez de la economía suiza no se hundiera de golpe, sería necesario incrementar notablemente el déficit público del Estado suizo. 

Y de esto no se dice absolutamente nada en la propuesta suiza, ni tampoco en la de aquellos que defienden el sí en el referéndum, como Positive Money. Y puesto que la doctrina económica convencional le tiene histeria al déficit público (sin motivos racionales, como explico en este texto), sabemos que no defenderían esa salida. 

En consecuencia, limitando la primera vía y rechazando una compensación desde la segunda, el resultado es evidente: hundimiento de la liquidez en el sistema y crisis económico-financiera al canto. Por eso esta propuesta puede ser desastrosa en caso de salir adelante, porque sabemos que ni van a nacionalizar buena parte de la banca, ni van a permitir que el déficit público se eleve lo suficiente como para compensar la caída en los créditos.
Y es que para impedir que los bancos se excedan en su operativa crediticia no es necesario adoptar una medida tan extrema. Lo que hay que hacer es aplicar una regulación y supervisión bancaria eficaz, que impida que cometan abusos como los que hemos conocido pero que al mismo tiempo permitan una cierta creación de dinero bancario, tan importante y necesaria para la actividad económica. Ni tanto ni tal calvo; se necesita una solución intermedia.

Recordemos que esta propuesta no es nueva ni mucho menos. Fue ideada originalmente por la Escuela de Chicago en los años 30 del siglo pasado y es defendida actualmente por los economistas liberales o austriacos. Ello lo tienen claro: limitar sobremanera la creación de dinero es la mejor forma de conseguir que este acabe siendo escaso, lo que a su vez impide que repunte la inflación. 

Sin embargo, lo que nunca suelen apuntar este tipo de economistas es que la inflación no sería el único factor que se contraería, sino que también lo haría el crecimiento económico y el empleo. 

Porque la prioridad de quienes esgrimen estos planteamientos es combatir la inflación (que casualmente perjudica especialmente a quien más dinero tiene), una preocupación muy por encima de la de alcanzar el pleno empleo o un estado social fuerte.

Esperemos, por el bien de la ciudadanía suiza y también europea, que esta propuesta sea rechazada en el referéndum y que nunca salga adelante."          (Eduardo Garzón, El Salto, 10/06/18)


 "¿Que ocurriría si a los bancos solo se les permitiese prestar los fondos que guardan de sus clientes o, al menos, aquellos a los que puedan acceder a través de un préstamo de otra entidad?

 ¿Y si el único organismo que pudiera fabricar dinero fuera el banco central, dejando de lado en esta actividad al resto de entidades financieras privadas? Los suizos están a un paso de experimentar en carne propia la respuesta a estas preguntas. (...)


La idea es que el dinero en circulación sea tan solo el que los ciudadanos tocan con sus manos en forma de monedas y billetes; y que el único responsable de aumentar esta oferta monetaria sea el banco central, y no las entidades privadas.

Esto, aunque a mucha gente pueda sorprenderle, no es así en la actualidad. Gracias a —o, según los impulsores de la iniciativa, por culpa de— lo que se conoce como banca fraccionaria, el dinero contante y sonante supone en Suiza tan solo el 10% del total en circulación.

Y aunque el banco central es el único que puede acuñar moneda física, las entidades privadas se endeudan en los mercados internacionales con productos financieros hasta niveles muy superiores a los depósitos de sus clientes y a sus recursos propios. Con esta práctica contraintuitiva quieren acabar los activistas de Vollgeld.

“Proponemos un sistema en el que no sean las personas las que trabajan para la economía, sino al revés”, asegura en conversación telefónica desde Suiza Raffael Wüthrich, uno de los impulsores de la iniciativa. Él y sus compañeros defienden un sistema que, aseguran, evitaría nuevas burbujas y sería más seguro porque el dinero no desaparecería si un banco quebrara.

Al otro lado de la polémica, la visión es diametralmente opuesta. El gobernador del banco central suizo, Thomas Jordan, definió la propuesta como “un cóctel peligroso”. Más lejos fue el consejero delegado de UBS. “No creo que los suizos vayan a pegarse un tiro en la cabeza”, respondió Sergio Ermotti, jefe del mayor banco del país, al ser preguntado por las posibilidades de la propuesta de salir adelante.

 Me temo que sus defensores no son conscientes de la consecuencia de un sí, que traería un colapso del crédito y una subida de tipos, con el consiguiente impacto sobre el crecimiento. Dudo que la banca sobreviviera. Y los depositantes tendrían que pagar, en lugar de cobrar por sus ahorros”, resume el catedrático Joaquín Maudos, que define la iniciativa como algo “esotérico” que no ha sido bien explicado a los ciudadanos. 


“Si quieren evitar burbujas crediticias, hay otras formas mucho menos dañinas, como una buena regulación bancaria”, añade. 

Pese a estas críticas, no todos los expertos desechan la iniciativa como algo descabellado. En un artículo del Financial Times, Martin Wolf recomendaba a los suizos votar a favor pese a admitir que supondría “un miniterremoto”.

 “Esta propuesta podría ofrecer un futuro iluminador para la industria que durante mucho tiempo ha sido la más peligrosa del mundo”, concluía el prestigioso analista del periódico-biblia del capitalismo. (...)"             (Luis Doncel, El País, 08/06/18)



"(...) En 2008, cuando el sistema financiero mundial estalló tras la crisis de las hipotecas subprime Weber, como muchos otros, buscó lecturas que le permitieran entender cómo era posible que aquello hubiera sucedido.(...)

Se dio de bruces con el complicado sistema de funcionamiento de la banca y su capacidad para crear dinero fiducidario. Algo que de lo que todo el mundo forma parte, pero que muy pocos entienden. Que básicamente consiste en que con el depósito de un cliente, la entidad financiera puede dar créditos a otros muchos. 

Puesto que solo necesita una pequeña cantidad de dinero para rusticar la concesión de un crédito. Esto funciona siempre que los clientes no reclamen su dinero todos a la vez, porque cuando eso ocurre el banco cae. 

Los españoles ya se dieron una ración esta realidad con Banesto en 1993 y con el Popular en 2017. Weber lo descubrió en 2008 cuando también cayó en sus manso el libro “Creating New Money” de Joseph Huber y James Robertson, que acababa de ser traducido al alemán.

 En ese momento se le ocurrió que la única forma de evitar crisis como la que vivía el mundo en aquel momento era apostar por la simplicidad. “Lo que yo planteo es lo que entiende todo el mundo”, ha asegurado en declaraciones a la prensa. 

Su propuesta es simple: impedir que todos los bancos comerciales puedan crear dinero, casi de la nada, y deja esta capacidad como tarea exclusiva de los bancos centrales. En el caso concreto de Suiza, el banco central apenas crea el 10% de todo el dinero que se crea en el país. “Este modelo financiero conduce inevitablemente al abismo”, aseguran los mensajes de Weber.

Hasta aquí podría ser uno más de los miles de análisis que han tratado de arreglar el mundo tras la caída de Lehman Brothers. Pero este septuagenario no se ha limitado a escribir unos párrafos y difundirlos por la web, ni siquiera a escribir un libro reforzando las teorías de Huber.

Momo, la organización

Se unió al activista alemán Thomas Mayer y un nutrido grupo de expertos que confiaron en su propuesta y creó una organización Modernizing Money, conocida como MoMo, para difundir por todo el planeta la necesidad de crear un sistema financiero más seguro y más ligado a la economía real donde los bancos mantengan el 100% de las reservas como depósitos. 

Es decir, que si quieren prestar 100 tengan 100 unidades en reserva y no unas 10 como ahora. Fue el origen la propuesta que hoy se conoce como iniciativa Vollgeld o Iniciativa de dinero soberano.

Este señor, con aspecto de abuelo entrañable, invirtió su propio dinero en dinamizar esta propuesta con la que ha conseguido poner en jaque el sistema financiero mundial. Tomó de Huber la idea de que Suiza era el país ideal para comenzar su estrategia de ataque.

 Allí es posible que cualquier iniciativa pueda consultarse en referéndum si se consiguen 100.000 firmas en los 18 meses posteriores al lanzamiento de la idea. Momo consiguió 110.000. Por eso hoy los suizos están votando si quieren o no cambiar las reglas del sistema financiero suyo, y por ende mundial.

Suiza, el lugar ideal para iniciar la ofensiva

Es poco probable que el jaque de Weber se convierta en un mate a tenor de las encuestas publicadas en los medios de comunicación suizos en los últimos días.
Todos los partidos políticos suizos rechazan la medida. 

Las campañas ‘informativas’ de Momo que tuvieron mucha aceptación al comienzo de la iniciativa ha sido contraprogramadas por las autoridades financieras y políticas que se han esforzado, sobre todo en las últimas semanas, en advertir a la población sobre todo a través de la televisión, según confirman españoles asentados en aquel país, de los riesgos que implicaría aceptar la idea del dinero soberano. (...)"                 (Pilar Blázquez, La Vanguardia, 09/06/18)

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