"Carolina Encarnación Bescansa Hernández (Santiago de Compostela, 1971), cofundadora de Podemos y miembro del G5 prePodemos en la Universidad Complutense de Madrid, entregará su acta de diputada "en el primer semestre" de 2019.
Una decisión que hacía pública horas después de perder en Galicia su última oportunidad para conservar cuotas de poder orgánico en la formación a la que puso los cimientos junto a Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero y Luis Alegre.
El intento fallido de personificar una tercera vía
en Vistalegre II, su posicionamiento público en contra de la 'operación
diálogo' con el bloque independentista y la hoja de ruta que filtró
erróneamente la propia Bescansa para evitar que Pablo Iglesias fuese el candidato en las próximas elecciones generales, han sido los hitos que alimentaron este divorcio político y personal.
Un divorcio anunciado que se consumó con su salto al vacío en las
primarias gallegas para intentar pilotar la dirección autonómica en
sentido contrario tanto a Madrid como a la confluencia En Marea.
Doctorada con una tesis sobre la Tasa de
concentración del voto, que recibió el premio del Centro de Estudios
Constitucionales a la mejor memoria de investigación en el área de
Ciencia Política, y profesora de Metodología, fundó junto al núcleo de Podemos en la UCM la Promotora de Pensamiento Crítico en 2008.
Un espacio de debate permanente, laboratorio de ensayo y
experimentación política cerrado al profesorado del Departamento de
Ciencias Políticas y de la Administración III de la UCM que sentó las
bases para el surgimiento de la formación morada casi seis años antes de
presentarse en sociedad en el madrileño Teatro del Barrio.
Apenas dos
años de práctica institucional y orgánica hicieron estallar por los
aires aquella cohesión personal y política existente entre los miembros
de la cúpula de la formación, varios años antes incluso de irrumpir en
la arena partidista.
"Comandante con todos los galones,
cuyas capacidades e inteligencia no dejan de impresionarme", la
describía Pablo Iglesias en los agradecimientos de su tesis, que entregó
en 2008. Íñigo Errejón
también la incluía en las dedicatorias de su tesis a Carolina Bescansa,
"que me hizo comprender la irresponsabilidad de que en la izquierda
descuidemos determinados conocimientos técnicos de importancia política
central, al tiempo que me descubrió mi pasión por los discursos y la
comunicación política".
Con uno y con otro compartió asesoría en
gobiernos progresistas latinoamericanos, realizando informes poco
relevantes, pero cuya experiencia les sirvió para detectar elementos
políticos que creían traducibles en la política española. Fue una
escuela de formación de cuadros y una experiencia compartida más.
El papel que ejerció cuando ni siquiera se había
buscado nombre a la criatura que estaban gestando no podía ser otro que
el de oráculo electoral, al frente de la Secretaría de Análisis Político
y Social. Durante años trabajó con Julián Santamaría
catedrático de Ciencias Políticas y presidente del instituto Noxa
Consulting elaborando las encuestas que servían al PSOE de Zapatero,
como antes ya lo había hecho su mentor al ejecutivo de Felipe González.
Era su mano derecha y las palabras para ella de Santamaría, muy crítico
con Podemos, son de un profundo respeto y una elevada consideración
profesional.
"Bescansa, una de las mejores analistas electorales de este país, es con diferencia la única dirigente de Podemos con la suficiente proyección", opina (...)
De ella también opinó, en una conversación para la
elaboración del libro 'Pablo Iglesias. Biografía política urgente' que,
"al margen de las teorías, sin su capacidad para hacer correctamente encuestas e interpretarlas no estarían donde están".
Y es que junto a Ariel Jerez cocinó los análisis electorales y las
encuestas sociológicas para valorar cuál era el mejor momento de lanzar
el partido.
El respeto que profesa hacia ella el que fue
responsable de encuestas del PSOE se tradujo para Pablo Iglesias en una
necesidad esencial, al considerarla pieza indispensable para encajar al
partido con las exigencias de las mayorías sociales.
La mutación de sus
líderes, en cuanto a imagen y discurso, también responde a la sondeocracia impuesta por Bescansa.
Ella fue la que demostró, con su cuaderno de bitácora en la mano, que
Podemos no podía representar 'estrictu sensu' al movimiento o que, por
ejemplo, la coleta daba votos, pero el 'piercing' los quitaba.
En sus clases llevaba varios años asegurando al alumnado que, "de
mantenerse las actuales condiciones de descrédito de la política y sus
actores, la influencia de las campañas electorales será cada vez mayor".
Ya en 1998 llevó a cabo con Julián Santamaría un proyecto de
investigación titulado, precisamente,
'Desafección política, apatía
política y problemas en la relación de los ciudadanos con las
instituciones políticas: el caso de la Comunidad de Madrid. Un análisis
desde la perspectiva cualitativa'. Visualizó la ruptura del bipartidismo y la venta de oportunidad para
la irrupción de Podemos varios años antes de que se decidiesen a dar el
paso. (...)
No fue su único servicio. Para el gran público, Bescansa siempre será
identificada con la imagen de su bebé en brazos en el escaño del
Congreso. Sin embargo, en un principio apostaba por permanecer en
segundo plano, pero tras las elecciones europeas optó por romper la negativa imagen masculinizada y juvenil del núcleo duro del partido en los medios. Moderada en las formas, y siempre con su hija pequeña en brazos, representaba una potencia estética que solo ella podía trasladar a la opinión pública.
Su
peso en la creación de Podemos puede deducirse del simple hecho de que
figuró como secretaria de Podemos en el registro de partidos del
Ministerio del Interior. Tras Vistalegre II dejó de figurar en el
registro como representante legal. Fue el principio del fin. Primer acto
de una muerte política, al menos en Podemos. Apostó fuerte, para impulsar una tercera vía y perdió,
prácticamente por incomparecencia.
Muchos dirigentes cercanos a Pablo
Iglesias lo vieron como una operación para sumar a otros sectores al
errejonismo y contribuir a cambiar el liderazgo del partido. Una desconfianza que fue creciendo
mientras Bescansa alimentó su perfil como independiente, crítica con la
dirección y con posiciones más populistas basadas en las encuestas,
como en el caso de la prisión permanente revisable y, principalmente, en
lo relativo a la estrategia con Cataluña.
El divorcio estaba ya en trámite, con devolución de bienes
gananciales incluidos, en este caso portavocías en comisiones. Luego
vendrían las críticas, sustentadas en las encuestas electorales que ya
situaban a Podemos en cuarta posición, descolgándose en varios puntos
del resto de grandes partidos, sobre la posición del partido respecto al
conflicto con Cataluña.
"A mí me gustaría un Podemos que le hablase más a España
y a los españoles y no solo a los independentistas", lamentaba mientras
deslizaba que el partido carecía de un proyecto propio para el país. Volvió a insistir en ello después incluso de la moción de censura. Segundo acto de una muerte política, al menos en Podemos.
Era
un momento en el que Pablo Iglesias estaba tratando de convertirse en
interlocutor con el bloque independentista, cuyo principal hito fue la Declaración de Zaragoza,
con la que consiguió que PNV, ERC, PDeCAT o Compromís se adhirieran a
un manifiesto llamando a una salida dialogada antes del 1-O. Sin aquel
trabajo de tender puentes, hoy sería improbable que hubiese salido adelante la moción de censura. Quizás ni se habría presentado o, de haberlo hecho, no con la intención de que saliese adelante.
El
tercer y último acto de la muerte política de Bescansa se produjo la
noche de jueves, cuando se conoció su derrota en las primarias para
pilotar Podemos Galicia. Nadie dudaba de que si ganaba se replegaría en una baronía
para dar la batalla en una próxima asamblea estatal. Además, se
presentaba ya como cabeza de lista para las elecciones gallegas.
Sabía
también de las intenciones de Iglesias de dar un paso a un lado tras las
próximas elecciones generales si no consigue cogobernar con el PSOE.
Sin embargo, antes incluso de este último acto, Bescansa ya había
firmado su defunción de su puño y letra. Lo hizo a través de la
aplicación de mensajería Telegram. "Un error" que consistió en publicar a
través de su propio canal público el conocido ya como 'documento
Bescansa'.
Se trataba del borrador de un preacuerdo, cuyo destinatario era Íñigo
Errejón, en el que se detallaba un plan para ser su número dos en la
candidatura para la Comunidad de Madrid y derrocar posteriormente a
Pablo Iglesias, de cara a tomar el liderazgo de Podemos antes de las elecciones generales de 2020. La dirección lo tildó en privado de un golpe de Estado.
El documento fue borrado, pero quedó guardado en la caché.
La brecha
digital. Entre otras cuestiones, el acuerdo "vinculante" comprometía "el
respaldo a la candidatura de Carolina Bescansa como número uno a través
del apoyo de los equipos, estructuras y recursos disponibles en el
momento en que ambos comicios (autonómicas y generales) tengan lugar".
Se detallaba también el reparto de recursos, las cuotas de poder, la
exclusión de las actuales direcciones... Una bomba de relojería
perfecta.
Los pocos segundos durante los que el documento
permaneció visible en el canal público de Bescansa fueron suficientes
para acabar definitivamente con una relación personal y política que se
remontaba muchos años atrás a la creación de Podemos. Las nuevas
tecnologías fueron cruciales para el nacimiento y desarrollo de Podemos,
pero acabaron devorando a una de sus principales impulsoras." (Iván Gil, El Confidencial, 27/10/18)
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