"(...) el truco consiste en que nos cobran
por todo, incluso por lo que no deberían cobrarnos, y en algunos casos
nos cobran dos veces por lo mismo.
Hace pocos días, en estas mismas
páginas, el periodista Antonio Morlanes explicaba que nuestros
operadores nos cobran por el mero hecho de serlo, consumamos o no
electricidad, que nos cobran por el alquiler del contador (decía, con
buen humor, que es como si el pescadero nos cobrase por usar la balanza
con la que pesa el pescado), que nos cobran por la distribución y por el
transporte (o sea, por el camión y por la carretera, decía), que solo
pagan entre el 5 y el 7 por ciento de impuestos sobre sus beneficios…
Hay
otro detalle que explica ese extraño fenómeno de que, pase lo que pase,
la electricidad nunca baje y siempre suba: la fórmula que utilizan para
fijar los precios que cobran al consumidor. Resulta que el precio de
todos los componentes del mix energético utilizado para producir
electricidad se fija de acuerdo con el más caro.
O, traducido al
cristiano, que aunque una parte importante de la energía haya bajado, a
nosotros nos la cobran como si no: basta con que una de ellas no lo haya
hecho. Y, sea como sea, las energías renovables (más baratas) las
pagaremos al precio de la de ciclo combinado, por ejemplo, que es de las
más caras. Asombroso, ¿no?
Desde luego que es bueno conocer todas esas triquiñuelas con las que somos atracados legalmente por las compañías eléctricas, pero la madre del cordero (en mi modesta opinión) no son las trampas con las que nos sacan los cuartos sino el hecho sorprendente de que esas trampas sean legales. Sorprendente… o no tanto. (...)
No hace falta ser mal pensado para sospechar
que las puertas giratorias tienen algo que ver con ello. Basta con
repasar la nómina de las ilustres posaderas políticas del pasado más
reciente que se posan sobre los sillones de los Consejos de
Administración de nuestras Hermanas para intuir la verdad: hoy por ti,
mañana por mí.
Así que, después de pensarlo con más detenimiento,
me parece que no andaba tan descaminado el italiano al que pilló la
tormenta en la playa: a lo mejor la culpa es del cochino gobierno.
Cuando muchos tertulianos se devanan los sesos para saber por qué la
ciudadanía recela de la política y de los políticos, harían bien en
volver la vista hacia pequeños detalles como estos. (...)
Acabemos con un poco de optimismo. El
Ayuntamiento de Zaragoza se propone entrar en el mercado de compra
directa de energía y convertirse en agente del mercado eléctrico.
Según
sus cálculos, pueden reducir la factura anual (en torno a los 16
millones de euros actualmente) de forma drástica. Una idea más que no
deberíamos echar en saco roto. Algo habrá que pensar para impedir que,
entre las hipotecas de los bancos y el recibo de la luz, la nómina se
nos evapore a primeros de mes." (Antonio Plazuelo, El Periódico, 07/10/18)
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