"(...) En España, concretamente en Madrid tenemos al icono joven de la
xenofobia, Melissa Domínguez, líder de Hogar Social, un colectivo okupa
de ultra derecha, que se distancia de VOX porque el partido de Santiago
Abascal no es un partido que “apoye a los trabajadores”.
Esta
organización ha reclutado a parte de su militancia entre los cabezas
rapadas de la Universidad, y también comparten espacio con los grupos
violentos de los equipos de futbol de la capital. Centran su actividad
en barrios como Carabanchel, Tetuán o Vallecas, reclamando más atención y
derechos hacia la clase trabajadora española y blanca, que, a su
parecer, ha quedado desprotegida ante la inmigración. Un discurso mucho
más cerca al nacionalsocialismo hitleriano que al falangismo patrio.
Para salir del centralismo podemos observar al Valencia Club de
Fútbol y a su grupo ultra, los Yomus, que hacen de la violencia su modo
de disfrutar el deporte rey. Con este grupo como ejemplo, y si se
atiende a su historia, la violencia en el fútbol se define como
apolítica, pero si rascamos un poco vemos que es claramente xenófoba,
machista y homófoba.
Sobre las agresiones contra el colectivo LGTBI, el Observatorio
puesto en marcha en Madrid gracias a la iniciativa de Arcópoli demuestra
que el perfil del agresor también es joven: varón heterosexual menor de
30 años que actúa de noche.
En estos grupos de extrema derecha y fascistas el machismo también es
transversal, reclutan a hombres con un discurso frente “la ideología de
género y las feminazis” y poco les importa que no se haya comprobado la
falsedad de ninguna denuncia por violencia de género el 2017.
Ese colectivo de hombres, hombres blancos en su mayoría que empapelan
las ciudades pidiendo la derogación de la Ley Integral Contra la
Violencia de Género, tienen demasiadas conexiones con los Incels, esos
hombres que reclaman la atención (atención sexual, por supuesto) de las
mujeres como un derecho, es un grupo organizado que el panorama
internacional reconoce como grupo terrorista, actúan tanto organizados
como en atropellos indiscriminados, como el causó la muerte de 10
personas en Toronto.
El feminismo, es uno de los principales objetivos de la extrema
derecha, y no nos quedemos en el error, el sujeto político del feminismo
son las mujeres, y son ellas, somos nosotras, la diana del recorte de
libertades que promueve estos grupos políticos, participen o no en la
escena partidista. Encontramos demasiados hombres resentidos con su vida
sexual entre las filas fascistas, y reclaman el retorno a un pasado
tradicional que anhela el sometimiento de la mujer.
No debemos olvidar
el móvil de Elliot Rodger para asesinar a siete personas en California:
llevo dos años en la universidad y sigo virgen, “soy el tipo perfecto y
aun así os arrojáis a estos hombres odiosos en lugar de a mí, el
caballero supremo”.
Los grupos misóginos también están en España, coinciden en Forocoches
para defender a los cinco condenados de abuso sexual (recurrido el auto
en pro de una calificación de violacia una joven durante la noche de
San Fermín de 2015.
Es transversal en la extrema derecha justificar las
agresiones machistas y la violencia de género… siempre que tienen
ocasión abusarán de una mujer, y los hemos comprobado con las imágenes
del falangista agrediendo sexualmente a una activista de Femen (supuestamente, claro).
Por último, la xenofobia, cada grupo de extrema derecha tiene su
propio concepto de “el de fuera” pero todos dicen defender la “esencia
nacional”, las personas migrantes y las minorías étnicas también son
objetivo de la violencia, tanto en las calles como en las redes
sociales.
A los medios de comunicación, y no a todos, llega la violencia
más visible, la que recogen las cámaras de seguridad, como en el caso
de Metro de Madrid, y poco, muy poco, se denunció a la banda de
encapuchados que “cazaban” a menores en las calles de Melilla.
En la película “El día de la Bestia” hay una escena brutal
sobre el fascismo, aunque no está protagoniza por hombres
específicamente jóvenes, el recuerdo de aquellos Limpia Madridque
se dedicaban a pegar palizas a los sintecho, a orinarles mientras
dormían en los bancos, incluso a quemarles en vida, no dista mucho de
los hechos acontecidos en 2016, cuando un grupo de nostálgicos del
franquismo durante el aniversario de la muerte del dictador genocida
propinó una brutal paliza al activista sin techo Lagarder. (...)
Dante Alighieri nos anima a tomar conciencia del espacio público y político que le hemos dejado a la extrema derecha “Los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en tiempos de crisis moral.”
Hace tan solo 10 años el fascismo era propio de un grupúsculo
nostálgico, sin organización ni aceptación social entre los demócratas,
desde la izquierda, la atención puesta al izquierdómetro nos ha hecho
trivializar el término fascista, y ahora que tenemos un fascismo
orgulloso y competitivo en el tablero electoral, no se está planteando
el rechazo social que merece el fascismo, la xenofobia, el machismo y la
homofobia." (Aida dos Santos, Público, 28/11/18)
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