"Los jóvenes españoles están perdiendo la batalla por la vivienda. La emancipación en solitario
con una única fuente de ingresos es poco probable por debajo de los 30
años. Tan solo el 19,3% lo había conseguido a finales de 2017 (en 2008
eran el 26%), según los últimos datos del Observatorio de Emancipación
del Consejo de la Juventud de España (CJE). Eurostat lo ratifica: la edad media a la que se abandona la casa familiar (29,3 años) es la sexta más alta en Europa.
Esto es así porque el porcentaje de ingresos
que esos menores de 30 años deben destinar para acceder a una vivienda
supera el 30% recomendable. En el caso de los asalariados en solitario
es sangrante: el alquiler se come un 88,8% de sus ingresos y la compra
un 61%.
La radiografía es deprimente. Los bajos salarios, la
precariedad laboral y los elevados precios de la vivienda están dejando
fuera, si no lo han conseguido ya, a este colectivo, cada vez más vulnerable. "El acceso a la vivienda es una quimera para los jóvenes", reconocía esta semana el ministro de Fomento, José Luis Ábalos.
Si no fuera por la ayuda familiar, muchos no
conseguirían independizarse en mucho tiempo. La familia está
patrocinando la emancipación residencial en España. (...)
Y no es la única ayuda. Cuatro de cada diez tiene apoyo económico
familiar para afrontar la compra de una vivienda, según un informe de
Planner y Sociedad de Tasación. Los padres colaboran con el pago de una
parte de la casa, con el aval para la hipoteca o haciendo un préstamo a bajo interés
o sin interés. De otra manera sería imposible hacer frente en solitario
a subidas de precios del 10% anual, que llegan al 20% en algunos
distritos de las grandes ciudades. (...)
Hasta que acabó la carrera y encontró trabajo. Con
sus 1.100 euros costea su renta pero es consciente de que nunca podrá
alquilar ni comprar solo. "Lo que veo es que todos mis compañeros
seguimos compartiendo piso porque nuestros sueldos no permiten otra
cosa".
De esto dan buena cuenta en la agencia Alquiler
Seguro. "El grupo de 24 a 35 años que ha accedido a su primer trabajo se
caracteriza por tener salarios bajos y poca o ninguna capacidad de
ahorro. Suelen ir a las periferias y alquilan, muchos en pareja, por 500
o 700 euros mensuales", dice David Caraballo, el director comercial. (...)
En España se ha perdido el tren del alquiler,
que se había revelado tras la crisis como la vía para acceder a una
casa, pero que al final ha mostrado la peor de sus caras: 1.200 euros al
mes en Madrid y Barcelona. (...)
El fuerte encarecimiento de las rentas les está expulsando y, más
importante, ya son muchos los que vuelven a pensar, al igual que sus
padres, que alquilar es tirar el dinero. La consecuencia es que están
creciendo los casos de transiciones bumerán, la vuelta a la casa
familiar. "Tras una ruptura de pareja o un despido no pueden seguir
pagando el alquiler y han de volver a la casa de sus padres. (...)
El estigma que cae sobre estos jóvenes es considerable y una vez más la
familia aparece como colchón", apostilla el profesor Urraco. Aunque
avisa de que el colchón no es sostenible a largo plazo. "Por ahora las
pensiones de los mayores permiten este tipo de maniobras de apoyo
familiar, pero los hoy jóvenes no gozarán de este margen". (...)" (Sandra López, El País, 24/11/18)
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