"Países como Japón o Italia sufren un problema de deuda. Pero se trata de
un dinero que se deben entre italianos y japoneses. Otras economías
también presentan un elevado endeudamiento con el extranjero. Pero a la
vez han prestado mucho fuera y neutralizan esa posición deudora en
términos netos.
No es el caso de España, que en términos netos posee una
de las mayores deudas del mundo, un 84,1% sobre PIB una vez se restan
las deudas que le deben más allá de sus fronteras. Incluso si ha caído
en 15 puntos, sigue estando disparada: por culpa de este dato los
españoles se encuentran en un pelotón de cola de Europa junto a Grecia,
Portugal y Chipre. La Comisión Europea considera un desequilibrio excesivo superar el 35% del PIB.
En
el pico de la burbuja, España pedía prestados fuera unos 100.000
millones que se dedicaban a financiar la burbuja inmobiliaria y a la
expansión internacional de las grandes empresas y bancos. En aquel
momento existía un gran exceso de liquidez mundial, y los inversores se
peleaban por encontrar activos seguros y rentables.
España y el ladrillo
español parecían una buena apuesta, máxime cuando además contaba con el
respaldo de la zona euro. La deuda con el exterior se disparaba. Los
bancos españoles acudían al mercado para financiarse emitiendo
titulizaciones y cédulas hipotecarias. Y con ese dinero podían seguir
prestando. Hasta que, de golpe y porrazo, cambiaron las perspectivas
cuando se inició la crisis. Surgen las fisuras y se percibe que esa
deuda ya no tiene el respaldo europeo.
Solo que España tiene que seguir refinanciando
periódicamente esos pasivos. Los tipos de interés que reclaman los
inversores para seguir comprando las emisiones se disparan. La
vulnerabilidad se hace patente. Los bancos ya no se prestan entre ellos.
El BCE tiene que responder al cierre del mercado interbancario
ampliando la liquidez que suministra a las entidades. E incluso va más
allá: ante el cierre de la financiación directamente realizada entre
bancos, el eurobanco tiene que situarse en medio y garantizar todas las
operaciones entre entidades.
En sus últimos informes, el Banco de España y el FMI han alertado de que
España padece un problema de alta deuda pública y externa. (...)
Entre septiembre de 2017 y septiembre de 2018, la deuda total con el
extranjero ha subido en 76.000 millones de euros. La de las
Administraciones ha engordado en 38.000 millones. La de los bancos en
títulos vuelve a aumentar: 24.000 millones. Y desciende en 22.000 la de
las empresas. (...)
Como destaca el FMI, España es el Estado de la zona
euro que más necesidades de financiación presenta en función de su PIB,
solo superado por Italia y empatado con Bélgica. En 2018 ha refinanciado
un 17% del PIB en deuda pública, por encima de los 200.000 millones.
Pese a que los títulos estatales son más fáciles de refinanciar por el
BCE, se trata de un claro talón de Aquiles en cuanto el humor de los
mercados se vuelva en contra. Y hace que España sea muy vulnerable a las
subidas de tipos.
Además, los bancos han vuelto a subir la deuda exterior, lo que revela una falta de ahorro interno. Según explican los economistas, lo ideal sería que el país generase el suficiente ahorro como para poder autofinanciarse." (Antonio Maqueda, El País, 28/12/18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario