12.3.19

11-M: 15 años de bulos contra la memoria de las víctimas. La miseria moral de Aznar y compañía. El jefe de los Tedax: el Gobierno de Aznar le pidió que asumiera la mentira sobre el 11M

(Peridis, El País, 12/03/19)


 “El Gobierno de Aznar me pidió que asumiera su mentira sobre el 11-M”

El comisario principal Juan Jesús Sánchez Manzano, 65 años, llega en tren, puntual, a la cita en Atocha, uno de los principales escenarios de aquel 11 de marzo de 2004, cuando el yihadismo golpeó con mayor dureza en España, dejando un reguero de bombas y sangre en los trenes, 193 muertos y cerca de 2.000 heridos. Se jubiló el pasado mes de octubre y viene dispuesto a hablar sin tapujos y a desmontar la "gran mentira" fraguada y cultivada por el Gobierno de Aznar tras el peor atentado terrorista de nuestra historia. 

Pregunta. ¿A qué hora del 11 de marzo de 2004 estaba usted ya seguro de que se trataba de un atentado yihadista y que nada tenía que ver con ETA?

Respuesta. A las 15.00 del mismo día 11. En ese momento se inspeccionaba la furgoneta Kangoo, utilizada por los terroristas, y se incautaron restos de Goma 2 Eco y unos detonadores. Además, se encontró una cinta cassette que contenía cánticos del Corán en árabe.

No obstante, antes ya surgieron indicios sobre la autoría yihadista, pues a primera hora de ese día, cuando se encuentran las bolsas-bomba en la estación de El Pozo y en la de Atocha, los Tedax (unidad de desactivación de explosivos) ya comprobaron que la materia explosiva era blanca, no de color rojizo como la dinamita Titadine, que era la que ETA usaba habitualmente.

 También ya observaron y nos informaron, en la misma estación de Atocha, de que los efectos de las explosiones tenían que deberse a un explosivo más potente y de mayor velocidad que la dinamita Titadyne.

P. ¿Qué hizo después de encontrar esos efectos en la furgoneta?

R. Comunicárselo al comisario general de Seguridad Ciudadana [Santiago Cuadro], que era mi superior inmediato. En el momento del hallazgo, estaba conmigo el comisario general de Información [Jesús de la Morena], que observó los mismos indicios que yo y formuló preguntas a los Tedax en relación con los restos que habían aparecido en la furgoneta. Los técnicos le comunicaron que esos componentes y artefactos nada tenían que ver con lo que había utilizado ETA con anterioridad.

P. ¿Lanzaron entonces ya la idea de que podía tratarse de un atentado yihadista?

R. Sí, con esos indicios ya se empezó a pensar en los islamistas. Desde luego, lo que se descartaba con absoluta certeza era la autoría de ETA y así se comunicó a las 15.00 del 11 de marzo a las autoridades policiales.

P. ¿Cómo se explica entonces que cinco horas más tarde compareciera Ángel Acebes, entonces ministro del Interior, y dijera que la principal hipótesis era ETA aunque no se descartaban otras?

R. Eso es lo que comunica Acebes a la opinión pública en la tarde, pero es que antes, a las 17.35, el Gobierno de Aznar ya había remitido a las embajadas y a los organismos internacionales un telegrama, firmado por la entonces ministra de Exteriores, Ana Palacios, en el que adjudicaba explícitamente la autoría del atentado a ETA y se instaba a los embajadores a que mantuvieran esa teoría. No había necesidad de adelantar la autoría.

P. ¿Por qué cree que quiso el Gobierno lanzar ese mensaje hacia el exterior, contrario a las informaciones que se mandaban desde la Policía?

R. No lo sé, no entro en valoraciones. A mí me sorprendió mucho, me lo dijo mi esposa a la 1.00 de la madrugada ya del día 12, cuando regresaba a mi casa. Ella lo había escuchado en las noticias. Poco después, me llamaron los Tedax de servicio para decirme que habían encontrado otra bolsa con una bomba en Puente de Vallecas. Ignoro qué finalidad tenía ese comunicado internacional, que no se ajustaba a los datos sobre nuestros hallazgos y a nuestras hipótesis.

P. ¿Cómo y cuándo cree usted que comienza la mentira?

R. Según publicaron posteriormente los medios de comunicación, fue en Moncloa. El 11 de marzo era jueves y el domingo había elecciones generales. Al parecer, uno de los asesores del presidente Aznar le dijo: “Si ha sido ETA barremos, pero si son los yihadistas ganará el PSOE”. A partir de que en Moncloa se hablara en esos términos, empiezan los comunicados adjudicando la autoría a ETA.

P. ¿En cuántas ocasiones, a lo largo del ese día 11, recuerda haber hablado con sus superiores acerca de que no podía ser ETA?

R. A partir de las 13.00, cuando llega el comisario general de Seguridad Ciudadana a la unidad de los Tedax, y habla con la Inspectora química del laboratorio y otros Tedax, le comunican que lo incautado hasta ese momento no apuntaba a ETA. Le dijeron que no se podía determinar la clase de explosivo, solo que era dinamita, con más velocidad de detonación que la usada habitualmente por la banda terrorista, por los efectos de las explosiones en los trenes.

 Se ratificó más tarde, cuando encontraron en la furgoneta detonadores y restos de dinamita Goma 2 ECO. En ese momento, a las 15.00 del mismo día 11, yo se lo comuniqué a mi comisario general de Seguridad Ciudadana y al comisario general de Información [Jesús de la Morena], que se había desplazado hasta allí. Delante de mí, efectuó la llamada para informar al secretario de Estado, Ignacio Astarloa.

P. ¿Qué pensó cuando supo que se habían enviado esos telegramas a embajadas y organismos internacionales?

R. Como me avisaron casi en ese momento, sobre la una de la madrugada, del hallazgo de una bolsa con un artefacto explosivo en la Comisaria del Puente de Vallecas, me tuve que trasladar inmediatamente a Vallecas. Por el camino, iba pensando que alguien tendría que justificar ese telegrama y las comparecencias del ministro del Interior, en la que atribuía la autoría de los atentados a ETA.

 Necesitarían un chivo expiatorio, y el más propicio era yo, que era el jefe de los Tedax. Así que, cuando llegué a Puente de Vallecas, lo primero que hice fue ordenar al jefe de sección que encargara al jefe de grupo de informes la elaboración de una memoria de todas las actuaciones y comunicados que emitiera la unidad: notas informativas y documentos, todo.

 Así lo hicieron hasta el día 23 de junio que se cerró esa memoria de actuaciones, se registró en el libro oficial, y se envió a la Comisaría General de Seguridad Ciudadana y al director general de la Policía [Agustín Díaz de
Mera]. Ahí consta todo lo que se hizo y lo que se comunicó. Esa memoria era nuestra salvaguarda.

P. Sin embargo, le pidieron explicaciones a usted.

R. Días antes de que arrancara la Comisión de Investigación en el Congreso de los Diputados, a principios de julio, instancias superiores del Gobierno de Aznar me pidieron que asumiera que los Tedax habían utilizado la palabra Titadyne como el explosivo usado en los atentados del 11-M, el que usaba habitualmente ETA. De esa manera el Gobierno podría justificar su error. Nunca fue así.

P. ¿Y qué hizo usted?

R. A las instancias que me lo solicitaron les dije que no asumiría esa cuestión, porque no era verdad. Como máximo responsable de la especialidad no iba a permitir que se manchara el prestigio que tenían los Tedax a nivel nacional e internacional. No podía quedar para la Historia, con mayúsculas, que habían confundido al Gobierno de España. Me negué rotundamente.

P. El día 12 [viernes] ya había personas identificadas, se detuvo a gente ya ese mismo sábado, mientras aumentaban las cifras de muertos [193 en total] y de heridos ¿Cómo podía el Gobierno mantener la mentira?

R. Pues no lo sé. Pero desde que los Tedax consiguen desactivar la bomba de Puente de Vallecas, en la madrugada del día 12 —un hecho de suma importancia—, se obtiene la tarjeta del móvil utilizado como sistema de activación de la bomba. Esa tarjeta llevó a los servicios de investigación directamente a Lavapiés. Por otro lado, los detonadores y el explosivo hallados en la furgoneta nos llevaron a una mina de Asturias, lo que permitió establecer las conexiones entre los autores del atentado. Pero es que, además, cualquiera que haya trabajado el terrorismo de ETA, sabe que una organización autóctona, que necesita el apoyo social para subsistir, no puede cometer un atentado con víctimas indiscriminadas, porque inmediatamente sería aniquilada por la colaboración de la propia gente de su organización.

P. ¿Quién diría que alimentó la mentira?

R. Lo ignoro. Si bien es cierto que a medida que se acercaba la Comisión de Investigación Parlamentaria, algunos periodistas, como Pedro J. Ramírez, Casimiro García-Abadillo, o Jiménez Losantos, comenzaron a difundir teorías para tratar de mantener la relación de los atentados con ETA. Fueron creando lo que luego se llamó las “teorías de la conspiración”.

Llegaron a decir cosas tan delirantes como que la mochila que contenía la bomba hallada en Puente de Vallecas la tenía yo en la cocina de mi casa. El objetivo era hacer creer que la Policía estaba detrás de una conspiración contra el Gobierno de Aznar. Una estrambótica idea que mantuvieron durante 10 años y que estaba centrada en la actuación de los Tedax, de otras unidades policiales y también de la Fiscalía y la Judicatura.

P. ¿De dónde salió entonces la palabra Tidadyne?

R. Lo desconozco. Lo que sí trascendió, tanto en la comisión como en la vista oral del juicio, es la controversia surgida entre el entonces subdirector adjunto operativo [Pedro Díaz-Pintado] y el comisario general de Seguridad Ciudadana [Santiago Cuadro]: uno se lo imputaba al otro y el otro lo negaba; así que nunca quedó claro de quién partió la palabra Titadyne. Lo que quedó claro es que de los Tedax no salió, porque desde primera hora de la mañana estaban seguros de que el Titadyne no podía producir los efectos observados en los trenes de cercanías. El exjuez Garzón también utilizó el término Titadyne en la Comisión Parlamentaria.

Aseguró que un Tedax le había informado sobre que el explosivo utilizado había sido Titadyne. El mismo día que lo dijo en la Comisión, ordené una investigación interna; ese documento está registrado en el libro oficial de la Unidad Tedax, adjuntado en el libro Las bombas del 11-M. En esta investigación se determinó que no era cierto. Cuando la Comisión le citó para que se ratificara en sus declaraciones, el exjuez dijo que no lo recordaba.

P. ¿Qué falló en Leganés?

R. Bueno, antes de Leganés, el 2 de abril se evitó un atentado en las vías de AVE, en Mocejón, con 10 kilos de explosivo de Goma 2 Eco colocados estratégicamente bajo un puente, y que podía haber matado a cientos de personas. Esto siempre se olvida.

P. Los terroristas seguían teniendo capacidad operativa.

R. Como he dicho antes, se pudo evitar el atentado en el AVE. Nosotros hicimos el cálculo de cuánto explosivo les podía quedar y se concluyó que una cantidad considerable, teniendo en cuenta la capacidad del coche que utilizaron para trasladar el explosivo de Asturias hasta Madrid.

P. El que usaron para inmolarse en Leganés.

R. No se inmolaron, es un término incorrecto. Lo de Leganés fue un atentado kamikaze contra la Policía. Los terroristas esperaron para activar la explosión, buscaron matar al mayor número de policías posibles.

P. ¿Y qué falló? Murió un GEO

R. No falló nada. Fue una operación perfectamente planificada por los GEO (Grupo Especial de Operaciones), que era a quienes correspondía llevarla a cabo. Nosotros sabíamos que tenían allí una cantidad considerable de explosivo y que, según lo que se deducía de sus gritos en la casa, estaban moviéndolo hacia la puerta de entrada de la vivienda.

Por eso la intervención, que tenía mucho riesgo, se hizo de manera escalonada y con mucha distancia entre los miembros del GEO. Ya vencida la tarde de ese 3 de abril y después de muchas valoraciones previas, se decidió actuar. Desgraciadamente, falleció el subinspector Torronteras. Hablé con él cuando sus compañeros lo sacaban después de la explosión. Parecía que podía sobrevivir a las lesiones sufridas: "No creo que haya problema", me dijo. No fue así.

P. ¿Si tuviera a Acebes delante de usted ahora, que le diría?

R. Le diría que debió de ejercer las funciones de ministro del Gobierno de España con más responsabilidad y que, como en otros atentados, no había ninguna prisa de comunicar la posible autoría del atentado. Que no ejerció su responsabilidad adecuadamente. Que hay que saber mantener la independencia y la autonomía en algunos puestos respecto a otros poderes. Y, por supuesto, le mostraría mi desagrado ante la falta de respeto hacia los técnicos que son los expertos.

P. ¿Y a Zaplana?

R. Su comportamiento deja mucho que desear, sobre todo en relación con las preguntas [300] que llegó a formular en el Parlamento y que sirvieron para institucionalizar la teoría de la conspiración, que habían diseñado y difundido Casimiro García-Abadillo y Pedro J. Ramírez.

Llegó a decir que la mochila de Vallecas la tenía el jefe de los Tedax, es decir yo, en la cocina de su casa. Su comportamiento, como portavoz de la oposición, se merece calificativos duros que no procede pronunciarlos aquí. Pero el ciudadano puede valorar su calidad moral: en la mayoría de esas preguntas parlamentarias no se respetaba a las instituciones ni a las víctimas.

P. ¿Diría que el Gobierno fabricó en el 11-M una de las mayores noticias falsas [fake news] de la historia de nuestro país?

R. Sí, esta es “la Gran Mentira” propagada por determinados periodistas y, además, hemos visto las consecuencias: crisparon a la sociedad, la dividieron, dividieron también a las víctimas, las ofendieron porque no respetaron su dolor. Aquella campaña, orquestada por algunos medios, llevó al PP a perder de nuevo las elecciones en el 2008.

Previamente, en 2004, Rajoy había puesto a Acebes como secretario general del partido y a Zaplana como portavoz del Congreso, que era como poner a la zorra a cuidar las gallinas.

P. ¿Y cómo afectaron a su vida personal estas teorías de la conspiración propagadas por algunos medios e institucionalizadas por algunos políticos?

R. Al final tiene uno que crearse una coraza, aunque tenía la conciencia muy tranquila, porque sabía que los Tedax y yo habíamos hecho bien las cosas. Además, tenía la confianza de la gente que me conoce y mis compañeros me arroparon. Fueron 10 años de difamaciones y mentiras, hasta 2014 estuvieron publicando cosas relativas a mi persona y que afectaron a mi familia, principalmente a mi esposa. Es un sufrimiento que traté de no exteriorizar hacia mi mujer y mis hijos.

Me hice la promesa de que a los 10 años publicaría todo, por eso escribí el libro Las bombas del 11-M, relato de los hechos en primera persona, cuyos beneficios están donados a la Fundación de Huérfanos de la Policía. Mi objetivo es que sea un libro didáctico, para escuelas, que nadie pueda cambiar la verdad de lo que ocurrió, la Historia. Por eso incluye documentos oficiales.

P. ¿Y profesionalmente le ha afectado?

R. Sí, afectó a mi carrera, porque una vez que algún medio de comunicación cuestiona tus actuaciones, es difícil que un superior decida asignarte puestos de mayor responsabilidad. Yo ascendí a comisario muy joven, con 42 años, por lo que mi trayectoria podría haber sido muy distinta de no haber sido jefe de los Tedax en los atentados del 11-M. No obstante, mi trabajo como comisario de Móstoles, donde he estado los últimos 10 años, ha sido muy gratificante.

P. ¿Cuál fue el momento más duro en este proceso?

R. Cuando se publicaban noticias por esos periodistas que no respetaron el dolor de las víctimas y trataron de sembrar dudas sobre la actuación policial, era como estar metiendo el dedo constantemente en la herida de las víctimas y sus familias. Algunas veces me llamaban desde alguna asociación quejándose de esas noticias y mostrándome su apoyo; ellos se merecían la verdad, no esa tergiversación interesada de los datos.

P. ¿Qué le diría a una de esas víctimas hoy, 15 años después?

R. Lo que me gustaría que supiera es que se trabajó con mucho esfuerzo y rigor. Ningún Tedax dio un paso atrás y contribuyeron a resolver la situación de forma ágil y eficaz. Lo lamentable fue que la Policía no pudiera evitar que el atentado se cometiera.

P. ¿Si tuviera que extraer una lección de lo vivido cuál sería?

R. La resistencia. Al final, si resistes, ganas. Desde principios y valores sólidos, se puede resistir cualquier situación, más aún cuando no tienes duda de que las cosas se han hecho de la mejor manera posible.

P. ¿Diría que ha ganado la verdad?

R. Por supuesto. ¡Claro que ha ganado la verdad!"               

 (Entrevista a JUAN JESÚS SANCHEZ MANZANO: COMISARIO Y JEFE DE LOS TEDAX EN EL 11-M , Patricia Ortega,  El País, 11/03/19)


"Héroes del 11-M retratados como villanos.

El 16 de marzo de 1914 Henriette Caillaux se dirigió con su chófer hasta la sede del diario parisino Le Figaro y pidió hablar con su editor Gaston Calmette. Entró en su despacho con sus manos ocultas en un elegante manguito de piel, sacó una Browning automática que acababa de probar en la galería de una armería de la orilla derecha del Sena y le descerrajó varios tiros en el estómago. 

Con este crimen vengó la feroz campaña que el periodista había orquestado contra su marido, Joseph Caillaux, el antiguo primer ministro y cabeza durante la Tercera República del izquierdista Partido Radical. El juicio, según describe Edward G. Berenson en su libro Juicio a madame Caillaux (editorial Avarigani, diciembre 2018) polarizó a la Francia de la Belle Époque. (...)

En el 15 aniversario del 11-M, los mismos que a las pocas semanas del atentado más trágico en la historia de la Unión Europea cuestionaron la investigación policial y judicial vuelven a la carga. Y lo hacen de la mano del excomisario José Manuel Villarejo, en prisión desde hace 16 meses por graves delitos. 

Un policía que no participó en ninguna de las unidades que investigaron el ataque yihadista, lograron neutralizar a los terroristas y evitaron decenas de muertos en el rosario de atentados que preparaba la célula. (...)

El excomisario Jesús Sánchez-Manzano, jefe de los Tedax, confiesa en una entrevista en este diario el sufrimiento de su esposa por las graves acusaciones que los mentores de la teoría de la conspiración lanzaron sobre él. (...)

La mochila de Vallecas, la única bomba de los terroristas que no explotó y que sirvió para localizar a los asesinos, lejos de convertir al comisario Rodolfo Ruiz en un héroe le destrozó su vida y la de su familia.

 Los bulos difundidos contra este anónimo policía desde los púlpitos de la conspiración condujeron al suicidio de su esposa y al tratamiento psiquiátrico de su hija. "Ya no aguanto más", le confesó su mujer en una clínica un día antes de su muerte. "El bulo del 11-M destrozó mi familia y mi esposa no pudo aguantarlo", relató una década después del atentado a este periódico.

El culmen de la campaña de desprestigio contra el entonces jefe de la comisaría de Vallecas alcanzó su máxima expresión cuando se difundió que le habían visto entrando a su jefatura con una mochila similar a la encontrada entre las pertenencias de los viajeros del tren. Al igual que Sánchez-Manzano, su carrera se truncó y terminó pidiendo la jubilación.

La verdad judicial y policial del 11-M, con sentencias ratificadas por el Tribunal Supremo, ha proporcionado a los ciudadanos más luz que la que los norteamericanos o británicos tienen de los atentados del 11-S, en 2001,  o del 7-J, en 2005.

 Quince años después de los ataques de Atocha, los que alimentaron las dudas vuelven a intentar desacreditar la principal prueba del caso y encuentran en el excomisario Villarejo a un nuevo aliado para justificar sus teorías conspirativas y cuestionar la investigación de decenas de agentes, fiscales, jueces y peritos. Y, de nuevo, a los héroes anónimos se les intenta presentar como villanos."          (José María Irujo, El País, 11/03/19)


"15 años de bulos contra las víctimas 

Este lunes se cumplen 15 años del atentado del 11 de marzo de 2004, que dejó 193 muertos y cerca de 2.000 heridos. Madrid se convirtió entonces en el escenario del mayor atentado yihadista en suelo europeo, tal y como concluyó posteriormente la Audiencia Nacional, que en 2007 condenó a una célula islamista por los sucesos de aquel día.

 Sin embargo, la autoría del atentado fue puesta en duda durante años por parte de distintos medios de comunicación, cuyos dirigentes intentaron (y de hecho algunos de ellos siguen intentando) vincular a ETA con los sucesos de aquella mañana, con la connivencia del Partido Popular.

La mentira empieza en el Gobierno Solo un día después de la masacre, más de diez millones de personas salieron a la calle en todo el país para expresar un grito unánime de repulsa a los ataques. Para entonces, el Gobierno que presidía José María Aznar ya había conseguido sembrar dudas sobre la autoría entre los manifestantes, que gritaron con insistencia proclamas como "¿quién ha sido?".

 En total, la célula colocó trece mochilas bomba, de las cuales diez estallaron en cuatro trenes de cercanías de Madrid, que circulaban de forma consecutiva en la línea que une la estación de Alcalá de Henares con Atocha. Dos de los trenes explosionaron en Atocha, uno en la estación de El Pozo y otro en Santa Eugenia. Todas las explosiones se produjeron entre 07:36 y las 07:40, en plena hora punta.

A lo largo de la mañana importantes representantes del Gobierno como el ministro del Interior, Ángel Acebes, o el ministro portavoz, Eduardo Zaplana, realizaron declaraciones públicas apuntando a la autoría de ETA. Para mediodía, el propio presidente del Gobierno llamó a los directores de los principales medios de comunicación del país para comunicarles que los atentados eran obra de ETA. Esa misma tarde, el Ministerio de Asuntos Exteriores transmitió un telegrama a todos los embajadores de España en otros países dando fe de la autoría de ETA. Ese mensaje se envió a las 17.30.

A esa hora, las autoridades policiales ya disponían de múltiples indicios que, al menos, permitían dudar de la autoría de ETA, cuando no descartarla del todo. A las 09.00, los Técnicos Especialista en Desactivación de Artefactos Explosivos (TEDAX) ya habían encontrado dos de las mochilas no detonadas, que finalmente fueron explosionadas por motivos de seguridad.

 "Cuando se hayan las bolsas, los TEDAX las miran antes de explosionarlas y se ve que la materia explosiva es blanca, cuando el Titadyne que era el habitualmente utilizado por ETA, es de color rojizo", cuenta a Público el comisario Juan Jesús Sánchez Manzano, jefe de los artificieros aquel 11-M y autor del libro Las bombas del 11-M: relato de los hechos en primera persona.

Para las 15.00 horas, las autoridades sobre el terreno ya tenían claro que no podía ser ETA, y así se lo comunicaron a sus superiores. "Se había confirmado que no podía ser ETA, porque se encontró en Alcalá de Henares una furgoneta usada por los terroristas, con restos de explosivos Goma-2 Eco, detonadores y una cinta con cánticos en árabe referidos al Corán", señala Manzano. Según explica, tanto él como el Comisario General de información comunicaron los hallazgos "de forma inmediata" a sus superiores, por lo que el Gobierno estaba al tanto cuando decidió ofrecer una información alternativa.

Los medios se convierten en campo de batalla "El 11-M fue la primera gran campaña de desinformación que sufrimos en España, y la sufrimos en un primer momento desde el propio Gobierno", reflexiona Marc Amorós, periodista especializado en el estudio de noticias falsas y procesos de desinformación. De acuerdo con su análisis, al Gobierno del PP actuó de esa manera porque "le interesaba difundir una visión de la realidad que apuntara a la autoría de ETA".

"Estábamos en vísperas de unas elecciones y ellos entendían que esto podía cambiar sustancialmente el resultado", añade. En los días posteriores al 11-M, ante la evidencia de que los hechos apuntaban a la acción de una célula terrorista, el Gobierno empezó a asumir públicamente que el ataque estaba siendo investigado como una acción yihadista, aunque habló de varias líneas de investigación, sin descartar a ETA. La duda sembrada por el PP no impidió que el PSOE ganara las elecciones del 15 de marzo. Sin embargo, varios medios de comunicación cogieron el testigo de su relato.

En los años venideros, el periódico El Mundo empezó una ofensiva encabezada por su director Pedro J Ramírez y por su vicedirector, Casimiro García Abadillo, para relacionar a ETA con los atentados, llegando incluso a elaborar teorías en las que se acusaba a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado de participar en la supuesta trama para culpar al yihadismo.

 Las informaciones de este periódico eran seguidas al dedillo por medios como Telemadrid —dirigida por Manuel Soriano, exjefe de prensa de Esperanza Aguirre— o por la Cadena COPE, que tenía por locutor estrella a Federico Jiménez de los Santos. "El Mundo particularmente empezó a hacer una campaña supuestamente de periodismo de investigación para encajar las piezas del puzzle haciendo que estas apuntaran a ETA.

 Esas piezas se van desmoronando con el tiempo y en el juicio se caen todas", recuerda Amorós. Entre las teorías difundidas por estos medios de comunicación destacan algunas como el hallazgo de una tarjeta visita del grupo empresarial vasco Mondragón en la furgoneta de los terroristas. Según El Mundo, esta era una pista que apuntaba a posibles vínculos con ETA, porque además la tarjeta "tenía un número de teléfono fijo cuyo prefijo también llevaba al norte".

Según consta en el sumario del caso, finalmente se supo que el hallazgo fue una cinta de cassette de la Orquesta Mondragón. Otras teorías negaban que los explosivos utilizados fuesen Goma-2 Eco, ponían en duda la validez de las autopsias realizadas a los terroristas fallecidos en Leganés o incluso elucubraban sobre la relación entre los yihadistas y ETA porque en el domicilio de uno de los acusados se encontró ácido bórico, un matacucarachas que también había sido encontrado unos años antes en un piso franco de la organización terrorista.

 Según Marc Amorós, el mecanismo de estas supuestas noticias es crear descontextualizar elementos presentes en el caso para crear una "teoría de la conspiración" que "pervierte el concepto de presunción de inocencia". "Difundo una información falsa y me amparo en que todos los hechos no se conocen porque alguien los oculta. De esta manera, la falsedad es verdadera hasta que no se demuestre lo contrario", apunta.

Con su paso a la oposición —prosigue Amorós— la estrategia de confrontación al Gobierno del PP se basó en "apuntar a la autoría de ETA" lo que "era más un instrumento de batalla política más que una realidad". "Había una conexión total entre algunos sectores del PP y los medios de comunicación que lideraban estas teorías", explica Jordi Rovira, periodista y director de la revista Capçalera, donde en 2007 realizó una investigación en la que habló con una treintena de personas que trabajaban en los medios dedicados a difundir las teorías conspiratorias.

Según cuenta Rovira, durante la realización de esa investigación descubrió que "Zaplana se reunía a menudo con Jiménez de los Santos". Precisamente, Zaplana, junto a Acebes, se dedicaron durante años a institucionalizar esas teorías, formulando cientos de preguntas parlamentarias basadas en las informaciones de El Mundo.

De todas las teorías, una de la más insistentes tiene que ver con la mochila bomba número 13, que no había estallado en la estación de El Pozo y fue encontrada horas más tarde en la comisaría de Puente de Vallecas, entre otras cosas retiradas del tren. Según los revisionistas del 11-M, esta mochila era una prueba falsa.

 "Cuando llegas al lugar del atentado lo primero es asegurar la zona, y para hacerlo tienes que mirar bolsa por bolsa y paquete por paquete. El contenido de esa bolsa se pasó por alto y fue enviada a comisaría. Posteriormente se pudo desactivar sin detonarla y fue una prueba esencial en el juicio", responde Sánchez Manzano.

 Noticias falsas, consecuencias reales Precisamente, Sánchez Manzano se convirtió en uno de los focos de atención de las teorías alternativas difundidas por los medios afines al Partido Popular. Se tachó su actuación de incompetente e incluso se le acusó de ocultar pruebas o de tener vínculos con la persona que proveyó de explosivos a la célula.

 "A mí me vinculaban con Carmen toro, con la esposa de Trashorras, el que suministró la dinamita a los terroristas", expone Manzano, que lamenta que haber sido "objeto de titulares en primera plana prácticamente todos los días", lo que le llevó tanto a él como a su familia a "pasarlo muy mal".

"A nivel personal aguantas porque tiene la conciencia tranquila, pero a nivel profesional me hicieron un daño irreparable". Tras el 11-M, Manzano siguió en los TEDAX hasta 2007. Por aquel entonces era uno de los comisarios más jóvenes del Cuerpo Nacional de Policía. Sin embargo, lamenta que "una vez que te ponen la cruz, nadie va a meterte en un nombramiento de calado".

 Tras su paso por los TEDAX, Manzano fue nombrado Comisario Jefe en Móstoles, puesto que mantuvo hasta su reciente jubilación. "He estado muy contento allí, pero me hubiera gustado seguir mi carrera sin impedimentos", añade. "Las noticias son falsas pero las consecuencias son reales", recuerda Marc Amorós, experto en campañas de desinformación.

 Por su parte, Jordi Rovira señala otra vertiente de consecuencias derivada de las noticias falsas: la económica. "Estos medios ganaron mucho dinero. Ir a la contra para un medio es mucho más rentable", advierte. En su investigación, Rovira descubrió que las redacciones de los medios de comunicación responsables implicados en los bulos fueron objeto de purgas para dejar al cargo de la producción de información a personas afines al relato de sus jefes.

"Hubo grandes purgas. En El Mundo, que era la locomotora, no. Pero en Telemadrid y en la COPE sí", apunta. En la televisión madrileña –continúa Rovira– se creó "una redacción paralela" entre los afines a la conspiración y en la emisora episcopal no fue necesario porque "al cabo de tres años solo quedaba una cuarta parte de la redacción original".

 "Se limpiaron redacciones ideológicamente para librarse de gente que no quería cargarse la deontología periodística", resume. Triple descrédito El resultado del trabajo de estos medios, que continuó incluso tras la sentencia sobre el caso, es un triple descrédito, ya que se pusieron en duda las instituciones, se manchó la profesión periodística y, lo más grave, se faltó al respeto de las víctimas a través de la difusión de mentiras sobre el proceso que debía llevarles justicia tras las pérdidas sufridas en el atentado.

 "Desde el principio pusieron en duda la credibilidad de las instituciones, sembrando dudas tanto sobre la actuación policial como de la judicial", lamenta Manzano, que destaca, entre otras cuestiones, que esto puede tener consecuencias negativas en la lucha antiterrorista. "Para combatir el terrorismo es necesaria la colaboración ciudadana, pero es imposible tener resultados preventivos si los cuerpos de seguridad no tienen credibilidad".

En cuanto a las víctimas, Manzano cree que, con la irrupción de los relatos alternativos "se impuso el sectarismo más abyecto que puede haber" y se "dividió a las víctimas de tal manera que unas eran amigas y otras enemigas". En ese marco, las víctimas que no compraban los relatos alternativos eran tachadas de enemigas, e incluso sufrían el acoso de los medios. "Trasladaron su acoso a la asociación de afectados que entonces dirigía Pilar Manjón", añade Manzano. "Nunca debieron comportarse así con las víctimas. Es meter el dedo a una herida que no se cerrará nunca", sentencia el excomisario de los TEDAX."                          (Daniel Martín Santos, Público, 11/03/19)

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