"Desde el siglo XX, existe la impresión generalizada de que las economías
y las relaciones comerciales se sustentan en la tecnología, la
industria y los servicios. (...)
La gran olvidada suele ser la agricultura, pues en la actualidad es relegada a las zonas más desfavorecidas y menos pobladas.
Pese a esa idea, si se realiza un estudio pormenorizado de los
grandes conflictos comerciales se puede demostrar que el sector agrario
está en el centro de los debates internacionales. La subida de aranceles
norteamericanos anunciados contra China se debe, según Donald Trump, a
que el país asiático no ha cumplido la promesa de importaciones
agrarias. (...)
En definitiva, pese a que los países occidentales no tratan la
agricultura, como una prioridad, esta se encuentra en el centro de
muchas batallas comerciales. Esto ha provocado una situación paradójica.
El sector primario en Europa y en EE.UU. se minusvalora y se intenta
trasladar a los países africanos o latinoamericanos como ha pasado, por
ejemplo, con las naranjas. La UE firmó un acuerdo comercial con
Sudáfrica en 2016 de venta de cítricos. Las naranjas de ese país, poco a
poco, están sustituyendo a las naranjas valencianas.(...)
Otra consecuencia indirecta del abandono del sector es la despoblación
de los entornos rurales. El descenso de empleo en la agricultura ha
provocado que muchos pequeños municipios se hayan quedado sin su
principal fuente de ingresos, obligando a la población más joven a
emigrar a la ciudad en busca de trabajo. (...)
En los últimos años, la publicación de libros como el de Sergio del Molino (La España vacía) y el surgimiento de movimientos como los chalecos amarillos han
abierto un debate sobre el problema de la distribución de la población.
De hecho, Podemos, por ejemplo, en la propuesta del pasado mes de julio
al PSOE, pidió dirigir un ministerio de nueva creación denominado
Ministerio de Agricultura, Pesca y España Vaciada. Pese a la actualidad
de estas noticias, son escasas las voces que vinculan el problema del
mundo rural con la agricultura.
La UE, los países que la conforman y también el resto de los estados
occidentales deberían legislar a favor del sector primario. La
agricultura no puede ser solamente un arma arrojadiza del
neoliberalismo, pues todavía sigue siendo una actividad económica
importante, además de la base de la alimentación humana. Uno de los
sectores más débiles (y a la vez más necesarios) no se puede dejar sin
protección legislativa en un contexto comercial en el que prima la ley
del más fuerte. " (Sergio Molina, CTXT, 26/11/19)
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