"(...) Es pronto para saber cómo juzgará la opinión pública el papel desarrollado por cada gobierno y administración en esta descomunal crisis. De nuevo es muy probable que los mejor valorados sean los ayuntamientos y las corporaciones locales, independientemente de su color político.
Ya veremos si en Madrid, Cataluña o Castilla y León la infame gestión en las residencias de ancianos,
donde el balance de muertos es aterrador, pasará factura a los
ejecutivos autonómicos. Pero es el Gobierno español quien ha asumido el
mayor protagonismo político y mediático este último mes como resultado
de la declaración del estado de alarma.
La suya es una
responsabilidad indelegable donde los aciertos tendrán escaso
reconocimiento público y, en cambio, los errores, vacilaciones o fallos
le serán recordados cada día tanto por la oposición de derechas como por los partidos secesionistas y sus altavoces.
Por eso llama la atención lo poco que se subraya que esta experiencia
de Gobierno de coalición, integrado por ministros de PSOE e Unidas
Podemos, que está mostrando un nivel de cohesión interna
por la que nadie hubiera apostado cuando se formó hace exactamente tres
meses. Recordemos que este Ejecutivo no es fruto de la convicción sino
de la pura necesidad, tras unas segundas elecciones generales en 2019
que dejaron a ambas fuerzas más débiles y dependientes de los partidos
soberanistas. (...)
Las circunstancias del pacto y la composición elefantiásica del
Gobierno de izquierdas, con 4 vicepresidentes y 18 ministros, no
auguraba mucha harmonía interna. Desde el primer día se afirmó que era
improbable que agotara la legislatura tanto por su precaria mayoría
parlamentaria como por las desconfianzas mutuas, empezando por la larga
lista de rifirrafes que acumulaban sus líderes. Mucho se escribió
también sobre que un cambio del escenario económico, que antes del coronavirus ya estaba encima de la mesa para el 2021, acabaría socavando la coalición gubernamental.
Contra todo pronóstico, en un momento de máximo estrés, cuando el
programa de gobierno acordado ya no sirve y la incertidumbre sobre el
futuro no puede ser más alta, sorprende la fortaleza interna del
Ejecutivo. Que los ministros designados por Sánchez al frente de la
gestión de la crisis sean todos socialistas (Salvador Illa, Margarita Robles, José Luis Ábalos y Fernando Grande-Marlaska),
podría haber dado lugar a una desafección de Unidas Podemos y a una
estrategia para marcar distancias. Igualmente lo más fácil es que alguna
decisión polémica, como la de reanudar las actividades económicas no
esenciales tras el largo paréntesis de Semana Santa, hubiera abierto una
visible grieta. Pero no ha sido así.
Es evidente que hay diferencias entre los socios, aunque algunas son
más transversales de lo que a veces se supone, por ejemplo, no todos los ministros del PSOE piensan como Nadia Calviño.
Pero en ningún caso los contenidos concretos de esos debates
trascienden las deliberaciones del Consejo de Ministros. Transcurrido un
mes de la crisis sanitaria y cuando lo peor de lo peor ya ha pasado en
cuanto al pico de muertos y contagios, se puede afirmar que el Gobierno
de coalición saldrá vivo o se estrellará contra las rocas del
coronavirus pero que lo hará razonablemente cohesionado. Y eso se puede afirmar al margen de si sus decisiones gustan más o menos." (Joaquim Coll, Crónica Global, 15/04/20)
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